El Banco Interamericano de Desarrollo lanzó Cómo sanar un mundo herido, publicación que recoge y profundiza las reflexiones, paneles de discusión y performances comisionadas especialmente para la cumbre virtual homónima, realizada en abril de 2021.
Los efectos de la pandemia acentuaron las crisis ya existentes en muchos de los países de América Latina y el Caribe. Este panorama ha obligado tanto a las comunidades urbanas y rurales, como a los ciudadanos en sus hogares, a buscar modos de reorganizarse para superar la etapa actual. En este sentido, el arte y la cultura ofrecen un espacio desde el cual vislumbrar la posibilidad humana, promover la imaginación colectiva, y crear vías de cambio que afecten a todas las dimensiones de la sociedad, desde lo económico hasta lo espiritual, desde lo social hasta lo tecnológico.
Ante esta realidad, el BID convocó la cumbre virtual Cómo sanar un mundo herido en abril de 2021, donde reconocidos líderes culturales, artistas, economistas, urbanistas, arquitectos y tecnólogos de la región, abordaron temas tales como el impacto de las instituciones culturales en reimaginar nuestras comunidades; los artistas y su capacidad de reacción en tiempos de crisis; y el futuro de nuestras ciudades.
Con el objetivo de amplificar las valiosas reflexiones que surgieron en el marco de la cumbre virtual, el BID lanzó la publicación digital Cómo sanar un mundo herido, que reúne ensayos que recogen y profundizan el pensamiento de quienes participaron en dicha instancia.
A continuación, entregamos un resumen de las principales oportunidades y desafíos identificados por los autores de la publicación, y de los principios para la acción que recomienda el BID para enfrentar esta crisis histórica.
OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS
¿Qué aspectos del mundo prepandémico queremos realmente restaurar? ¿Qué ideas sobre el futuro hay que priorizar en los planes de recuperación? Estas son algunas de las preguntas que animan los ensayos reunidos en la publicación.
Aunque ofrecen visiones divergentes, los autores coinciden en desarrollar varios temas generales. Uno de ellos es la consensuada preocupación por la fragilidad y la precariedad que la pandemia ha puesto de manifiesto. Ernesto Ottone R., Subdirector General de Cultura de la UNESCO, destaca que los artistas y los profesionales de la cultura han visto caer en picada sus modestos ingresos, sea por prestaciones públicas insuficientes, sea por la precariedad del trabajo a través de plataformas digitales. Al mismo tiempo, aunque la virtualidad ha ampliado el acceso a instituciones culturales, algunos temen que las experiencias digitales acaben perjudicando nuestra capacidad tanto de experimentar el arte como de forjar un sentimiento colectivo de propósito y sentido.
Más fundamentalmente, todos los participantes están de acuerdo en cuestionar el statu quo y en la necesidad de nuevos modelos sociales, económicos y medioambientales, y son optimistas sobre el papel que los artistas y la cultura pueden tener en este contexto. En palabras de Gustavo Dudamel, “las comunidades del ecosistema creativo tienen la capacidad de encontrar soluciones y vías de renovación […] en el cruce entre la cultura y la urgencia social”.
En su discurso de bienvenida a Cómo sanar un mundo herido, el Presidente del BID, Mauricio Claver-Carone, aseguró que para llevar a cabo su misión institucional —y para garantizar que la región se recupere de forma sólida y sostenible— el Banco debe aprovechar las capacidades y la influencia de los artistas y sus instituciones culturales. En marzo, en la reunión anual del BID celebrada en Colombia, la Asamblea de Gobernadores del Banco expresó su amplia aprobación de Visión 2025, un programa para avanzar en la recuperación mediante el aumento de la inversión en integración y cadenas de suministro, digitalización, igualdad de género, pequeñas y medianas empresas y cambio climático. Para tener éxito en cada una de estas áreas, el Banco necesitará la adhesión, talento, tenacidad e imaginación de todos los ciudadanos, y los artistas y las instituciones culturales serán aliados fundamentales para salvar la brecha entre lo técnico y lo cotidiano.
PRINCIPIOS PARA LA ACCIÓN
La cumbre Cómo sanar un mundo herido buscó dinamizar el proceso de desarrollo en América Latina y el Caribe reuniendo a comunidades profesionales que rara vez interactúan: artistas, curadores y líderes de instituciones culturales, por un lado, y funcionarios gubernamentales y expertos en desarrollo, por otro. En palabras de Steven Henry Madoff, co-curador de la cumbre, el objetivo era habilitar nuevas “vías de cooperación gubernamental hacia cambios reales” situando a las figuras culturales en el contexto de autoridades electas y especialistas en políticas públicas que —en la percepción popular— son los responsables de “arreglar” problemas colectivos.
Pero la realidad es que los gobiernos rara vez son capaces de llevar a cabo por sí solos las transformaciones a las que nuestras sociedades aspiran, y menos en los breves plazos impuestos por los ciclos electorales. El cambio sistémico o estructural es el producto de interacciones infinitamente complejas de ideas, instituciones, movimientos sociales, líderes individuales, geopolítica, avances tecnológicos y cultura popular. Tal vez por ser conscientes de esta realidad, los autores de estos ensayos se resisten a la tentación de ofrecer “recomendaciones de políticas públicas” tradicionales. En vez, ofrecen múltiples perspectivas procedimentales (o “brújulas”) para lograr cambios. En términos muy generales, el BID identifica en estos ensayos cuatro principios para la acción:
- La cultura como vehículo para escuchar y comprender: Recientemente, las protestas sociales de la región han revelado la desconexión entre los líderes gubernamentales y las frustraciones de la ciudadanía. En sus ensayos, María Belén Sáez de Ibarra, Amanda de la Garza y Victoria Noorthoorn abordan la urgencia de reinventar las instituciones culturales para crear espacios de reunión, aprendizaje y diálogo. Para De la Garza, los museos deben permitir “leer y tomar la temperatura de una determinada sensibilidad social en un contexto dado”. La escucha activa puede catalizar “procesos en lo que se generen vínculos de largo plazo entre sujetos con intereses comunes”. Así, para Noorthoorn, directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, fue necesario encargar contenidos totalmente nuevos a los artistas durante la pandemia, en lugar de seguir exponiendo materiales existentes. Estas ideas son aplicables en otros ámbitos: las “consultas ciudadanas” podrían ser más eficaces si adaptaran algunas de las prácticas de divulgación y compromiso descritas por estas autoras.
- Potenciar el pensamiento crítico y la participación ciudadana estratégica: Se propuso dotar a los ciudadanos de herramientas para examinar eficazmente la realidad contemporánea y participar en la construcción de objetivos colectivos. En su ensayo, Luis Camnitzer pide que todos los ciudadanos puedan realizar los actos de “especulación, imaginación y descubrimiento”, claves para renovar nuestras sociedades y economías, y advierte del peligro de reservar este papel exclusivamente a los artistas, las instituciones culturales u otras élites. La solución es reforzar y transformar la educación para que todos adquieran las habilidades cognitivas y analíticas necesarias para mejorar colectivamente la sociedad. Sus ideas son también complementarias con las que promueven la capacitación y el acceso a plataformas digitales que permitan fiscalizar y transparentar el uso de recursos públicos.
- Equilibrar las aspiraciones humanas con las necesidades de la naturaleza: Citando las consecuencias de la crisis climática y economías extractivistas, varios autores recomiendan un completo replanteamiento del concepto de sostenibilidad. En lugar de la concepción antropocéntrica, proponen una en la que los derechos de todos los seres vivos tengan un peso comparable al del homo sapiens. Como dice María Belén Sáez de Ibarra, “debemos apresurarnos y acordar nuevos términos para un nuevo contrato social, ‘un contrato natural’, un contrato con la vida”, que asigne valor intrínseco a los recursos naturales y su afectación futura sea tomada en consideración en las decisiones presentes.
- Apuntar a tener impacto en el largo plazo: Charles Landry escribe que la cultura y la creatividad pueden ayudar a abordar las “profundas, intratables y polémicas” fisuras que dividen a nuestras sociedades, y cuya resolución es lenta. En el mundo del desarrollo, hay pocas “victorias rápidas”. Limpiar y restaurar un río urbano, modernizar un sistema judicial, descarbonizar un sector energético: todo ello requiere décadas de atención y compromiso sostenidos. Sáez de Ibarra sostiene que los artistas tienen la capacidad de conectar el pasado y el presente de las personas con sus esperanzas para el mañana. Por eso el BID, como banco de desarrollo, considera a los sectores culturales y creativos como aliados esenciales en todos los aspectos de su trabajo, pues permiten garantizar que los abstractos planes de desarrollo puedan mejorar lo que Carolina Huffmann y sus colaboradores describen como “el mundo cotidiano de las experiencias vividas por las personas”.
Independientemente de nuestras inclinaciones políticas, todos deberíamos adoptar los principios propuestos en estos ensayos. Y todos deberíamos esforzarnos por propiciar la recuperación de los sectores culturales y creativos como parte de la renovación más amplia que nuestras comunidades reclaman. No hay mejor manera de unir lo técnico y lo cotidiano, ni un modo más rápido de sanar nuestro mundo herido.
Descargue la publicación, disponible tanto en inglés como en español, haciendo click aquí.
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