Todos somos víctimas de la congestión, del ruido, la contaminación y demás impactos que genera el moverse en nuestras ciudades. ¿Cuáles son las soluciones que se plantean generalmente? Sin duda más avenidas, semáforos sincronizados, más estacionamiento (ojalá gratis), etc. Por lo general nos preocupamos de mejorar la circulación de los vehículos privados, muchos de los cuales circulan con un solo ocupante. Pero, ¿qué pasa con la gran mayoría de la gente? ¿Aquellos que no poseen automóvil? ¿Aquellos cuyos ingresos muchas veces no alcanzan para utilizar los sistemas de transporte público? Es importante reflexionar; a veces trabajamos para la “minoría”, cuyas voces son más fuertes e influyentes.
Como Banco de Desarrollo, el BID tiene la responsabilidad de modificar estas prácticas y buscar la inclusión de la gran mayoría de los ciudadanos que hoy residen en las ciudades en los distintos programas que financia. A nivel de movilidad, es importante pensar en quienes utilizan su caminar como modo principal de desplazamiento, quienes transitan en bicicleta, en los niños, los discapacitados, los mayores, en la mujer; es decir, buscar una movilidad que sea accesible para todos.
Viajar en bicicleta y a pie son los modos más amigables con el medio ambiente y además contribuyen a la salud física y mental del individuo. No consumen combustibles fósiles, no generan contaminación y sin duda ayudan a mantener el cuerpo en forma, lo que contribuye a que haya menor número de casos de diabetes y de enfermedades cardiovasculares. En nuestras ciudades por lo general al menos un 25% de los viajes se hacen a pie y sin embargo, nuestras veredas o andenes son angostas, incómodas, llenas de huecos y obstáculos, dificultando el desplazamiento y desincentivando un modo que además de ser limpio es saludable. Por su parte, las ciclo-vías no están integradas entre sí, comparten espacio con los automóviles y en general no son seguras.
El uso cada día mayor de motocicletas es un factor preocupante en términos de siniestralidad.A diferencia de los países más desarrollados, en los países en vías de desarrollo un 50% de los accidentes ocurren en zonas urbanas, afectando principalmente a peatones, ciclistas o motociclistas. En América Latina, los ciclistas y motociclistas representan un 44% de las muertes por accidentes y en países como Colombia, el número de muertes de personas vulnerables, (peatones, ciclistas y motociclistas) llega al 70% del total de accidentes fatales.
No es solamente este número preocupante por si solo, sino que los accidentes afectan principalmente a la población joven y en edad productiva (entre 15 y 49 años). Siendo la 1ra o 2da causa de muerte para este rango de población en muchas de nuestras ciudades.
Las políticas que regulan el transporte en zonas urbanas deberán darle atención a este fenómeno si queremos modificar la tendencia.
Apoyar el uso de modos de transporte no motorizados, incentivar y fomentar el desplazamiento en sistemas de transporte masivo, gestionar la seguridad de los modos vulnerables y hacer una gestión efectiva de la demanda para darle prioridad a peatones y ciclistas al tiempo que se desincentiva el uso del automóvil particular, son entonces unas de las mejores soluciones para la problemática de movilidad que enfrentan las ciudades de América Latina. La jerarquía al derecho a caminar y transitar por modos no motorizados debe colocarse como prioridad en la educación y responsabilidad vial de todos nuestros habitantes, solo así lograremos un cambio cultural para lograr ciudades sostenibles reales.
Sin embargo, este cambio de paradigma de movilidad más integral y humana, implica que nuestra visión, además de propender por una mejora en las vías peatonales y ciclorutas, se haga en conjunto con otros elementos de la planificación urbana que incentiven una ciudad más completa, más compacta y más colaborativa. Esto se puede lograr implementando medidas que promuevan la densificación, la promoción de usos mixto en zonas de vivienda y empleo y la colaboración entre las distintas autoridades que operan sobre las ciudades. Una ciudad planificada, diseñada y construida así, no requeriría desplazamientos largos, sino viajes cortos, incrementaría el número de viajes peatonales y de bicicleta de forma segura, disminuiría los viajes en automóvil y crearía una sociedad más sana física y mentalmente.
¡Pensemos en la “mayoría”!
Las bicicletas realmente son la mejor opcion en estos tiempo en los que la poblacion no deja de aumentar!
Totalmente de acuerdo en el cambio de paradigma. Los sistemas de transporte público, sobre todo en ciudades, son las forma más eficiente, sostenible e inclusiva de movilizarse.
Las ciudades deben humanizarse, reforestarse, volverse los centros de encuentro de las personas, donde se encuentre la posibilidad de vivir bien y no oprimido y reprimido por los vehículos que circulan por desiertos urbanos sin vegetación, donde si uno camina hasta donde debe ir prácticamente se calcina por el sol que hace y no hay sobras naturales que lo protejan de los rayos solares. No es solo que debemos caminar y usar la bicicleta, es que debería ser posible recurrir a esas prácticas saludables con condiciones adecuadas: aceras amplias, planas, sin huecos, sin obstáculos (muchas son utilizadas como estacionamientos, arborizadas, iluminadas y construidas con materiales antideslizantes, por lo menos.