El altiplano andino maravilla por sus cielos despejados, de un azul profundo durante el día y cubiertos por un manto de estrellas en la noche. Sin embargo, para los pobladores locales un cielo sin rastro de nubes es una señal clara de que puede ocurrir una helada. En efecto, en temporada de lluvias las nubes funcionan como una especie de abrigo, reteniendo el calor del día y protegiendo del frío. Pero en temporada de heladas, la ausencia de nubes hace que la temperatura descienda rápidamente, pudiendo disminuir hasta -20°C en las noches y madrugadas en los casos más extremos.
¿Cómo impactan las heladas en la vida de la población del altiplano andino?
Las heladas son fenómenos meteorológicos que se presentan en la sierra del Perú cuando la temperatura desciende bruscamente por debajo de los 0°C, es decir de un día para otro o en pocas horas y con temperaturas por debajo de sus valores normales. Suelen ocurrir al finalizar la temporada de lluvias, iniciando generalmente en abril y terminando en septiembre, siendo más frecuentes en junio y julio. Las zonas altoandinas sobre los 3,000 m.s.n.m. son las más afectadas, sin embargo, las heladas ocurren con más frecuencia y con valores más bajos de temperatura en la sierra sur y a mayor altitud. Adicionalmente, como resultado de las alteraciones producidas por el cambio climático, estos fenómenos pueden llegar a ser más frecuentes e intensos, exacerbando sus impactos.
Cada año, las heladas afectan la salud de la población. Sus efectos negativos se traducen en enfermedades respiratorias, musculares, cardiovasculares o dermatológicas, pero también, hipotermia e incluso pérdida de vidas. Las complicaciones respiratorias agudas, como la influenza y la neumonía, son las más comunes. Estas enfermedades se intensifican por diversos factores, como la condición socioeconómica, la edad (niños menores de 5 años y adultos mayores de 60 años), el estado nutricional (anemia y desnutrición crónica infantil), el acceso a la vacunación (contra la influenza y el neumococo) y la ubicación geográfica (zonas lejanas con difícil acceso). Pero no solo la salud se resiente por las heladas. Estas también provocan daños a la agricultura y la ganadería, uno de los principales medios de vida de la población rural altoandina, y también ocasionan un incremento en el ausentismo escolar dado que los niños no pueden desplazarse a los centros educativos.
Programa ¨Mi Abrigo¨: acondicionamiento térmico en las viviendas rurales más necesitadas
Con el objetivo de mejorar el acondicionamiento térmico de las viviendas rurales en las zonas afectadas por las heladas, el Gobierno del Perú puso en marcha el Plan Multisectorial ante Heladas y Friaje 2019-2021, y el programa “Mi Abrigo”, a cargo del Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (FONCODES) del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social. El programa “Mi Abrigo” busca reducir la vulnerabilidad de la población en situación de pobreza y pobreza extrema expuesta al fenómeno de las heladas, mediante el reacondicionamiento de las viviendas con materiales aislantes para proteger a las familias de las bajas temperaturas, siguiendo un modelo estándar de aplicación de técnicas de aislamiento y retención del calor en las paredes, pisos, ventanas y puertas.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en línea con su visión 2025, por la cual considera el aumento de la resiliencia y la adaptación al cambio climático como factores clave para alcanzar un crecimiento económico sostenible e inclusivo, brindó asesoría técnica al programa “Mi Abrigo”. Este apoyo tenía como objetivo mejorar los aspectos técnicos y logísticos del proceso de acondicionamiento de viviendas, proponiendo soluciones adaptadas a las diferentes realidades de los territorios altoandinos. En particular, la asistencia técnica del BID propuso considerar nuevos criterios y variables durante las tres fases del proceso de intervención de viviendas, que se describen a continuación.
Emplear materiales y técnicas constructivas locales reduce costos y tiempos
En la fase de validación, en la que se priorizan los centros poblados a intervenir, se propuso considerar como criterios nuevos la distancia entre viviendas, la accesibilidad a las viviendas y si la vivienda existía o era una nueva construcción, dado que estos factores influyen directamente en el uso de recursos humanos y financieros y por tanto en la priorización.
En la fase de diagnóstico, durante la cual el personal del programa visita las viviendas seleccionadas, se propuso evaluar las características territoriales, tales como el relieve (si las viviendas están ubicadas en zonas montañosas o en pampas con pendiente ligera), la disponibilidad de materiales en la zona, la actividad económica a la que se dedica la familia (las necesidades de las viviendas varían según se dediquen a la agricultura, ganadería o comercio), y cómo están compuestos los hogares (número de personas, y si tienen o no hijos).
Otro aspecto que se propuso considerar durante la fase de diagnóstico fue el empleo de materiales y técnicas constructivas locales, limitando el uso de materiales industriales, lo cual reduce costos y tiempos requeridos, así como el impacto ambiental. Fibras naturales que se encuentran en los alrededores de la región como el ichu, la cabuya y la totora funcionan muy bien como aislantes térmicos en paredes, techos, puertas y ventanas. Igualmente, la madera local, como el eucalipto, la caña, el maguey, el kolle y el queñual pueden usarse para pisos, puertas, ventanas, vigas y cumbreras de los techos. También se sugirió utilizar tierra para fabricar materiales de construcción o para hacer revestimientos, dado que tiene un mejor comportamiento térmico que el yeso o el cemento, además de mantener la cualidad paisajística. Este enfoque de reacondicionamiento térmico pasivo, además de proteger de las heladas, tiene un efecto indirecto muy beneficio: permite a las familias gastar menos recursos en energía para calentar sus hogares.
Finalmente, en la fase de elaboración del expediente técnico, el cual permite la ejecución de la intervención de acondicionamiento de la vivienda, se sugirió adoptar un enfoque por componentes, en reemplazo del enfoque tradicional en el que se utiliza un único prototipo como modelo de intervención. El enfoque por componentes constructivos permite adaptar la intervención de manera más eficiente a las condiciones particulares de la zona, al identificar para cada caso la solución técnica más adecuada en función de la disponibilidad de recursos, adaptabilidad constructiva, eficiencia térmica y mantenimiento.
Guía para la mejora de la implementación del Programa “Mi Abrigo”
La “Guía para la mejora de la implementación del Programa Mi Abrigo” elaborada por el BID, describe en detalle los nuevos criterios y variables propuestas para potenciar el programa y optimizar el uso de los recursos públicos, con soluciones adaptadas a las características particulares de cada zona de intervención. Esperamos que esta Guía contribuya a mejorar la protección de la salud y de los medios de vida de las poblaciones altoandinas, y a su vez mejore su calidad de vida y su resiliencia frente al cambio climático.
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silvia valverde dice
Porque no se han tomado en cuenta las viviendas “Sumaq Wasi” que desarrolla el Programa Nacional de Vivienda Rural (PNVR) del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento con el Programa ante Heladas y Friaje (PMHF 2019-2021) que viene construyendo 30,000 viviendas rurales a nivel nacional.
Las viviendas que construimos tienen confort térmico, no son viviendas ya existentes rehabilitadas.
Jaime Fernandez-Baca dice
Estimada Silvia, el trabajo realizado responde a una solicitud del MIDIS de asistencia técnica para evaluar y proponer mejoras al programa Mi Abrigo, el cual se orienta principalmente a la mejora de viviendas existentes, las que representan un porcentaje importante de los casos a atender. Para el caso de viviendas nuevas, felicitamos el trabajo que viene desarrollando el gobierno a través del MVCS.