*por Juan Pablo Duhalde
Con el Día Mundial del Hábitat y el encuentro Hábitat III en 2016, Naciones Unidas nos invita a reflexionar y a consensuar una agenda sobre los asentamientos informales en el mundo. En mi trabajo de voluntario he podido conocer la vida cotidiana de varios habitantes de estos asentamientos. Son los más pobres de los pobres en América Latina. ¿Qué podemos hacer para mejorar sus vida?
Hace algunos años pude conocer la comunidad de Las Mercedes, que se ubica en el municipio de Villa Canales, Guatemala. Las Mercedes es un asentamiento informal al este de la capital, formado hace 15 años por más de 120 familias que fueron trasladadas a ese terreno tras el huracán Mitch de 1998.
Me recordé de Las Mercedes hace un par de días cuando se conmemoró el Día del Hábitat. Ese 6 de octubre, Ban Ki-moon , Secretario General de Naciones Unidas, dedicó el día a dar voz a los habitantes de los asentamientos informales:
“A menudo, las personas de los barrios marginales viven en un anonimato casi total no tienen una dirección, no están censadas y no saben cuándo mejorarán sus condiciones de vida (…) Escuchemos pues a las personas que viven en barrios marginales para que nos expliquen qué es lo que ha funcionado y lo que no, y lo que tenemos que hacer”.
Las Mercedes y sus cerca de 500 habitantes no se encuentra en ningún Censo, el agua llega en camiones una o dos veces al mes, el acceso a la comunidad se complejiza con las lluvias y llevan años con incertidumbre sobre su proceso de legalización de tierras. No son los únicos que comparten esa misma situación. Según ONU-Hábitat, 113.4 millones de latinoamericanos viven en asentamientos informales. La cifra es alarmante, plantea una realidad concreta y urgente de políticas públicas que sean efectivas para dar una respuesta adecuada a las necesidades de la población.
Si más de 113 millones de latinoamericanos viven en asentamientos informales -uno de cada cuatro personas que habitan el área urbana de la región- este tema debe ser prioridad en la agenda pública y urbana de cada país, además de ser parte central de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidades sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III) que se realizará en 2016 en un lugar por determinar. Independiente del país en que se realice, esperemos el evento se desarrolle en terreno directamente con la sociedad civil que vive día a día las problemáticas de las ciudades.
El desafío no es menor. Existen acuerdos previos firmados por los representantes de cada uno de los países presentes en las conferencias anteriores. Durante Hábitat II (1996), los distintos jefes de Estado se comprometieron a generar programas y acciones basadas en lograr una vivienda adecuada para todos y asentamientos humanos sostenibles durante el creciente proceso de urbanización. ¿Qué ha pasado? Las ciudades latinoamericanas aumentaron en población, infraestructura y tecnología. Lamentablemente, el desarrollo de las ciudades no ha sido equitativo en la región que se mantiene liderando como la más desigual del mundo, por lo que el sueño de las ciudades integradas es una imagen clara y cercana para muchos, pero lejana para otros que no han tenido la oportunidad de conectarse con la ciudad latinoamericana en constante proceso de modernización.
Para quienes viven en asentamientos informales y esperan respuestas concretas para planificar acciones colectivas; para todos los que esperamos que el desarrollo de las ciudades sea equitativo y podamos integrar los avances en todo y para todos, los indispensables para el Hábitat III responden a la generación de acuerdos con plazos concretos de programas y políticas que entreguen oportunidades sostenibles de integración urbana y social.
¿Dónde están los asentamientos informales? ¿Cuáles son sus principales características? Son preguntas básicas para generar evidencia real, que logren diagnósticos certeros sobre la realidad de las ciudades. Sin esa información será difícil dar el primer paso para lograr ciudades sustentables. Cuando se responda lo anterior tendremos lo medible -lo objetivo- sobre una realidad concreta, pero se debe tener claro que gran parte de las dinámicas que existen en los asentamientos no sólo se miden cuantitativamente. En la construcción y dinámica interna se requiere conocer también lo subjetivo, la percepción de quienes viven día a día en esos espacios. Por ejemplo, la percepción de seguridad, la proyección de la juventud, el miedo a los desalojos, sólo por nombrar algunos temas relevantes e interesantes de conocer.
El primer paso es que los Comités Nacionales de Hábitat, en la construcción de sus informes previos a la conferencia de 2016, generen diagnósticos coherentes para ser usados como base en el diseño de propuestas que promuevan el acceso a una vivienda adecuada, cobertura de servicios básicos indispensables como agua, electricidad, saneamiento; transporte y procesos de legalización de tierras que den seguridad de tenencia a la población, entre otros.
La sociedad civil, por su parte, tiene una rol activo en exigir espacios, auditar a las autoridades, planificar y contribuir al diálogo que guíe la discusión con el objetivo de integrar a todos en el derecho a la ciudad y de vida en colectividad.
Quienes viven en Las Mercedes, sin ir más lejos, podrían participar de los espacios de construcción colectiva a nivel local y nacional. Tienen memoria histórica, experiencia y voz para generar propuestas de acción. El desafío no es menor, pero depende de todos los ciudadanos comprometidos poner los asentamientos en agenda y hacer visible esa realidad oculta para muchos, pero real para quienes la viven en todos los países de la región.
Esos son los indispensables para Hábitat III, grandes desafíos para decisiones que requieren participación y representación de todos los sectores sociales. ¿Cuáles son los máximos deseables para una ciudad integrada? Que lo decidamos todos en futuras discusiones, por ahora generemos las bases que nos permitan avanzar.