Mas del 41% de las 4.516.154 viviendas existentes en Ecuador tienen características inadecuadas; falta de servicios básicos, materiales de poca calidad, hacinamiento o falta de títulos completos. La mayoría de las veces, estás viviendas son ocupadas por hogares de bajos ingresos cuya jefa es una mujer. El déficit habitacional afecta al 43,5% de hogares con jefatura femenina y al 66,3% de los hogares del Quintil 1 de pobreza (Gráficos 1 y 2). Son varias las causas por los cuales las mujeres tienen mayores dificultades para acceder a una vivienda adecuada; principalmente, la precariedad de su inserción al mercado laboral y los bajos ingresos que perciben por su trabajo. Otra causa importante es la exclusión financiera, especialmente en los créditos para vivienda.
Fuente Graficos: Silva, 2019[1]. En base a ENEMDU 2017.
Un estudio realizado por el BID en mayo del 2020 sobre las brechas de género en el acceso al mercado hipotecario en Ecuador, indica que las mujeres valoran la tenencia de vivienda, ya que la asocian a estabilidad e independencia económica y al bienestar del hogar. Sin embargo, a menudo las mujeres enfrentan varios obstáculos y formas de discriminación, abiertas y veladas, que les dificultan el acceso a crédito de vivienda. Entre estos obstáculos se destacan los menores ingresos de los hogares con jefatura femenina, debido a la brecha salarial en los mercados formales: las mujeres perciben 20% menos que los hombres a igual trabajo y capacitación[2], y una menor participación en los empleos formales (32,5% frente al 46,5% de los hombres). Además, las jefas de hogar cuentan con menos tiempo disponible para trabajos remunerados, ya que dedican mayor tiempo al cuidado de los miembros del hogar. A su vez, las mujeres cuentan con baja educación financiera, que aunada a los estereotipos de género que desvalorizan sus capacidades en este ámbito, limitan aún más su participación en los mercados de crédito para vivienda.
“Hay veces que dicen: por 1.000 dólares sin garante, pero cuando se presenta la cédula dicen, tiene que traerme esto y esto, y sí necesita garante. Y dicen que hay que traer esto y esto, es un papeleo y dicen el garante no está apto, o el deudor sí, pero el garante no, o al revés (…). Y no accedimos al préstamo, porque no sabemos cómo hacer esto fue en la cooperativa” (Mujer demandante – EIP04).
En cuanto al ingreso, las mujeres reciben un menor porcentaje de créditos aun cuando demuestran tener mayor cultura de ahorro que los hombres. En el 2019, el sector financiero popular y solidario (SFPS)[3] de Ecuador presentó un cierre de brechas en titularidad de cuentas, con menos de un 1% de diferencia entre mujeres y hombres[4]. Del saldo total de depósitos, de US$ 9.690.553.484 (SEPS, 2020), más de la mitad -52 por ciento- correspondieron a mujeres. Sin embargo, las mujeres siguieron siendo minoría en el acceso a créditos: de los 580.730 sujetos de crédito, el 55,3% fueron hombres y el 44,7% mujeres, quienes recibieron solo el 40,7% del monto total otorgado. En el mismo año, de las 259.853 mujeres sujetos de créditos, solamente 2.783 mujeres -equivalentes al 1,1%- obtuvieron créditos de vivienda en el SFPS (SEPS, 2020). Por lo tanto, en el caso de las mujeres, la inclusión financiera que deviene de tener una cuenta y de ahorrar, no es suficiente para darle acceso a crédito.
En este contexto, es relevante señalar importantes avances para acortar las brechas de género en Ecuador. La Constitución reconoce el principio de igualdad y no discriminación; y existen un número significativo de mujeres con titularidad de cuentas en instituciones financieras, quienes tienen una mayor cultura de ahorro y mejor comportamiento crediticio en el SFPS. Las mujeres, caen en mora en menor porcentaje que los hombres y tienen mejores calificaciones de riesgo crediticio, lo que constituye un potencial para el sistema financiero (Gráfico 3 y Cuadro 1).
“Hay más cultura de ahorro en las mujeres. En total de ahorristas tenemos 26,674 a diciembre 2019: mujeres 18.712; hombres 10.703 y jurídicos 259” (IFI, cooperativa – EII07).
Fuente: SEPS, 2020. Estructura de Operaciones Concedidas C01 del Sistema de Acopio Integral. Elaboración: Propia
En Ecuador, existen esfuerzos gubernamentales en pro de disminuir el déficit de vivienda implementando tasas preferenciales y criterios de priorización de mujeres jefas de hogar y de familias con miembros con discapacidad. Por ejemplo, concesión de créditos de vivienda a mujeres jefas de hogares de bajos ingresos[5], por parte de cooperativas como FONDVIDA y CACMU, que han desarrollado metodologías que incorporan el enfoque de género en inclusión financiera. Por ejemplo, flexibilizan los requisitos para la calificación de créditos, incluyen visitas a clientes para conocer la dinámica familiar, otorgan créditos graduales en monto; analizan la situación marital de las mujeres para determinar los requisitos. Además, el Programa “Casa para Todos” (CPT) , con el aporte financiero y técnico de diferentes organismos multilaterales como el BID [6], muestra menores brechas de género en acceso a créditos hipotecarios concedidos desde el inicio de su implementación en 2017. Así, en el SFPS la brecha de género en los créditos Inmobiliarios[7] asciende a 29,4 puntos porcentuales (PP) y baja a 8,1 PP en los créditos de Vivienda de Interés Social – VIS (SEPS, 2020); en el marco del Programa CPT es de 6,9 PP en los créditos de VIS de hasta US$ 40.000 (MIDUVI, 2019b).
Si bien estos avances son valiosos, sigue siendo un desafío el acortar las brechas de género. Es necesario avanzar en la implementación de medidas de acción afirmativa para reducir la discriminación de género en el acceso a crédito para vivienda. Las Instituciones Financieras (IFI) deben incorporar el enfoque de género en la calificación de crédito y en el diseño de productos crediticios. Por su parte, los Organismos de Regulación Financiera, deben formular lineamientos que promuevan el acceso a crédito de vivienda con enfoque de género, que incluyan incentivos a las IFI.
Finalmente, es importante incluir en el diseño de las operaciones de crédito acciones que contribuyan a acortar las brechas de género, incluyendo programas de educación financiera para mujeres jefas de hogar, y de prevención de sesgos negativos contra las mujeres para los promotores inmobiliarios, oficiales de crédito y funcionarios públicos.
“No, nunca nos hemos atrasado. Ni nada, como siempre decimos, aunque a veces dejando de comer, pero el pago al banco es primero” (Mujer demandante – EIC03).
[1] Gráfico 1: Silva Salamanca, J. M. (2019). Indicadores de género para el sector vivienda en el Ecuador. Febrero 2019. Procesamiento de información en base a resultados de la ENEMDU 2017. Presentación en Power Point. Febrero 2019.
[2] Para septiembre 2018, el ingreso laboral promedio de un hombre con empleo es $ 398,4; mientras que para una mujer con empleo es de $ 318,2, de acuerdo con la Encuesta Nacional De Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU) del INEC. Esto supone una brecha aproximada de $80,2 en Ecuador.
[3] En Ecuador, el Sector Financiero de la Economía Popular y Solidaria está conformado por 561 cooperativas de ahorro y crédito (COAC), 4 Mutualistas y 1 Caja Central.
[4] De 10.166.325 de cuentas activas, 5.047.706 (el 49,7%) fueron de mujeres y 5.118.619 (el 50,3%) de hombres.
[5] Es el caso de FONDVIDA y CACMU en donde han accedido a créditos de vivienda en su mayoría mujeres, representando el 57% de beneficiarios.
[6] Crédito BID “Soluciones de Vivienda para hogares pobres y vulnerables del Ecuador”, apoya el programa Casa Para Todos, considera financiamiento de subsidios por US$6.000 a mujeres jefas de hogar (no menos del 22% del total).
[7] En la segmentación de la cartera de crédito de las entidades del Sistema Financiero Ecuatoriano, en Crédito de Vivienda se incluyen tres categorías: a) Crédito de Vivienda de Interés Social (VIS hasta US$70.000; b) Crédito de Vivienda de Interés Público (VIP de US$70.001 a US$90.000; y, b) Crédito Inmobiliario (créditos no categorizados como VIS o VIP), con las que se reporta las operaciones efectuadas en el período de la referencia.
Autores Invitados: Carmen Hernandez y Karina Calahorrano
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