En América Latina y el Caribe, más del 53% de las entidades del sector transporte utilizan la nube para ejecutar sus operaciones. La adopción de tecnologías avanzadas facilita el aumento de la eficiencia, la inclusión, la resistencia y la sostenibilidad del sector, lo cual deriva en beneficios como mejores servicios para la ciudadanía y más información para mejorar la planificación de políticas e inversiones. Sin embargo, también presenta retos. Las operaciones, servicios e infraestructuras físicas de transporte digitalizados dependen de sistemas falibles, por lo cual es crucial implementar prácticas que aseguren la robustez y resiliencia de la infraestructura y los sistemas.
El 19 de julio de 2024, una empresa proveedora de servicios de seguridad informática lanzó una actualización de software defectuosa, dejando fuera de servicio a 8.5 millones dispositivos e impidiendo la operación normal de servicios clave. El sector de transporte, y en particular la aviación, fue uno de los sectores más afectados. Numerosas organizaciones que dependen de los servicios informáticos de nube para la programación de vuelos, asignación de tripulación, registro de pasajeros o distribución de equipaje, perdieron acceso a estos sistemas. Se estima que más de 4.000 vuelos fueron cancelados y 35.000 atrasados globalmente.
Las pérdidas económicas y afectaciones a las personas fueron inmediatas, y la recuperación fue lenta. Se estima que el costo total de la caída superaría el billón de dólares. Este incidente muestra la fragilidad, no solo de los sistemas de transporte, sino de las infraestructuras digitales, de los cuales depende el buen funcionamiento de la economía.
Un estudio sobre interrupciones en TI y centros de datos revela que, en promedio, ocurren entre 10 y 20 disrupciones anuales, las cuales causan pérdidas financieras significativas y afectan negativamente el comercio. Aunque la frecuencia de estos eventos ha disminuido, los incidentes cibernéticos están en aumento y son responsables de la mayoría de las interrupciones más graves. Lo ocurrido pone en evidencia la dependencia creciente en la tecnología y la oportunidad de prepararnos para manejar posibles fallos. Esto nos invita a reflexionar sobre qué podemos hacer distinto y qué acciones debemos tomar para mitigar los impactos negativos.
En primer lugar, lo ocurrido subraya la importancia de definir planes de redundancia, contingencia y recuperación para garantizar la continuidad operativa de los sistemas de transporte, a fin de evitar pérdidas económicas y de productividad, y garantizar el servicio a los ciudadanos. Esto supone establecer protocolos claros y detallados, así como procedimientos adecuados para manejar fallos en los sistemas. Es esencial contar con personal de TI capacitado y preparado para actuar en estos escenarios, además de realizar simulacros periódicos. Además, es necesario distribuir múltiples bases de datos, mantener copias de seguridad y configurar servicios de espejo.
En segundo lugar, debemos aprovechar los beneficios que ofrecen las tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y el aprendizaje automático para la identificación y prevención de riesgos mediante la predicción e identificación de vulnerabilidades. Dos de las tecnologías más utilizadas en el sector transporte son el Internet de las Cosas (IoT) y la Computación en el Borde. Los dispositivos IoT se instalan en la infraestructura de transporte para recopilar datos, los cuales son procesados localmente en los dispositivos de borde. Por ejemplo, se pueden utilizar para realizar aforo de vehículos en tiempo real. Sin embargo, al estar implementados fuera de los centros de datos, pueden ser vulnerables a problemas de seguridad. Ante esta situación, existen plataformas basadas en inteligencia artificial que realizan detección temprana de amenazas y respuesta automatizada de incidentes.
Por último, si bien lo ocurrido no fue un problema de seguridad informática, es crucial enfatizar la evaluación de la ciberseguridad en las organizaciones, que promueva una cultura de conciencia sobre los riesgos cibernéticos y la importancia de mantenerse actualizados. Este esfuerzo debe ser respaldado por regulaciones que refuercen estándares y asignen responsabilidades claras.
El BID se compromete a liderar la revolución digital en el transporte, impulsando la transformación tecnológica y modernizando la infraestructura física en los países miembros. Mediante la colaboración con gobiernos, organizaciones y expertos en tecnología, se busca construir un futuro resiliente y sostenible para el transporte en la región. Si están interesados, pueden explorar más sobre estos esfuerzos en nuestra publicación insignia sobre transformación digital del transporte y nuestro catálogo de soluciones.
Además, nuestros cursos de Inteligencia Artificial en el Transporte y de Política pública para la transformación digital del transporte y nuestra herramienta de autoevaluación en ciberseguridad ofrecen una oportunidad para profundizar estos temas. Estas iniciativas apuntan a asegurar que los ciudadanos disfruten de un transporte más seguro, eficiente y avanzado frente a los desafíos técnicos futuros.
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