Los sobrecostos en los proyectos de infraestructura preocupan sobremanera a las sociedades de la región y cuando son detectados suelen estar en la palestra de la discusión política. La razón fundamental es que tienden a asociarse directamente a problemas de integridad y corrupción, fenómeno que se ha concentrado en los mercados de contratación de obra pública y que viene generando un enorme impacto político en los niveles medios y altos de múltiples gobiernos.
Además de todo lo que pueda hacerse para enfrentar el fenómeno de la corrupción, parecería que el ecosistema de instituciones que gestiona la construcción de infraestructura, desde la planificación a la operación, requiere mejorar la comprensión y fundamentalmente la comunicación del significado del costo estimado de un proyecto en los distintos momentos de su ciclo de vida, de modo de que se puedan separar los mayores costos provenientes de la corrupción de aquellos que surgen de otras razones.
Una primera fuente de problemas de interpretación de qué es un sobrecosto se relaciona simplemente a la elección del punto contra el que se comparan costos finales del proyecto.
La planificación de un proyecto pasa por múltiples etapas y en cada una de ellas hay una mayor profundidad en el análisis de los costos y, además, cada nueva estimación tiene un objetivo distinto de las anteriores. Dependiendo con qué estimación se compare, se tendrá valores de sobrecostos distintos.
Otros aspectos como la desigual evolución del valor relativo de las monedas pueden generar apreciación o depreciación del costo del proyecto si lo medimos en una u otra moneda. Además, los ajustes de precios en proyectos de larga duración muchas veces no son considerados en las estimaciones de costos iniciales contra las que se compara. En definitiva, hay múltiples razones por las que el costo final de un proyecto puede diferir de su costo inicial, y que derivan de usar un costo estimado que se construyó con un objeto distinto de ser una predicción de los desembolsos en moneda extranjera necesarios para pagar el contrato de construcción.
Adicionalmente, y además de los errores en las estimaciones que puedan cometer los promotores de este, muchas veces hay un sesgo estratégico en la estimación de costos, que busca que el mismo pase por los distintos puntos de aprobación.
¿Puede asociarse este sesgo a un problema de corrupción?
Incluso suponiendo intencionalidad de los promotores, la pregunta no tiene una respuesta obvia; y normalmente no hay penalización por intencionalmente realizar estimaciones sesgadas.
Si se miran los aspectos metodológicos, la estimación de costos usual utiliza herramientas no del todo enfocadas, y esto debería llamar la atención al ecosistema inversor. La ejecución de una obra y los costos financieros en que se incurrirá tiene importantes grados de incertidumbre y por tanto debería estimarse utilizando rangos o distribuciones de probabilidad dentro de los cuales, es razonable pensar, deberán encontrarse los costos de un proyecto.
No obstante, tanto los sistemas de inversión pública, como los presupuestos públicos, y los proyectos de los financiadores, realizan estimaciones puntuales, fundamentalmente por facilidad para aplicar reglas de decisión; las estimaciones de rangos o probabilísticas quedan en el mejor de los casos relegadas al capítulo de análisis de sensibilidad y riesgo. El ecosistema inversor prefiere la certeza en los montos, y posteriormente lee las divergencias respecto de dichos montos como un sobrecosto, con las dificultades de manejo político que ello trae aparejado.
Los temas antes mencionados son algunos de los elementos que hacen que la estimación de costos de un proyecto de infraestructura sea compleja, pero que requiere ser abordada.
El trabajo Reflexiones sobre costos es un esfuerzo por abordar esta complejidad, con una lógica de mostrar múltiples problemas en la forma en que se trabaja normalmente con los costos de los proyectos. Para muchos de estos problemas se encontrarán algunas sugerencias para su tratamiento, mientras que en otros casos simplemente quedan como problemas para ser tenidos en cuenta y tratar de evitar respuestas simplistas a un problema complejo.
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