Articulo publicado el 19 de Septiembre de 2019 en portugués en IDEAÇAO.
La versión en inglés se puede encontrar en Ciudades Sostenibles.
“las calles y sus aceras – los principales lugares públicos de una ciudad – son sus órganos más vitales. (…) Cuando las calles de una ciudad ofrecen interés, la ciudad entera ofrece interés; cuando presentan un aspecto triste, toda la ciudad parece triste.” Jane Jacobs.
En los años 60, Jane Jacobs realizó una investigación sobre las razones por las que varios barrios, en especial en el centro de las ciudades en Estados Unidos, estaban en declive.
Lo que le llevó a escribir uno de los libros más influyentes sobre el enfoque humano en la planificación urbana. En esta publicación la autora enfatizó la importancia de fomentar calles adecuadas y dinámicas (o interesantes) para promover el uso efectivo de los barrios de una ciudad.
Como ha pasado con varias ciudades en la Latino America y el Caribe (LAC), la ciudad de Campo Grande en Brasil, con una población estimada de 885,711 habitantes, ha visto una reducción progresiva de la población que vive en el centro de la ciudad desde los años 90, aún cuando la mayoría de los empleos existentes en la ciudad se concentran en los barrios ubicados en el área central. Esta dinámica explica, en parte, la alta tasa de motorización de la ciudad (6 vehículos por cada 10 habitantes) y la reducción de 28% en el número de pasajeros de autobuses entre 1998 y 2012, factores que contribuyeron para hacer de Campo Grande la capital brasileña con la mayor tasa de emisión de CO2 por habitante (estimada en 1.741 kg / habitante).


Frente a estos desafíos, Campo Grande ha estado trabajando desde 2008 con el apoyo del BID en la búsqueda de soluciones para revitalizar el centro de la ciudad a través de iniciativas que fomenten la movilidad segura e inclusiva y la permanencia en el área central. Actualmente en su segunda fase, el Programa de Desarrollo Integrado del Municipio de Campo Grande – Reviva Campo Grande – está promoviendo la revitalización de la calle 14 de Julho (la principal vía comercial de la ciudad) y calles adyacentes, y la expansión de los corredores de autobuses que pasan por el área central. Sin embargo, ¿cómo pueden estas intervenciones ser inclusivas y promover el uso por parte de aquellos ciudadanos que generalmente están excluidos de los procesos de planificación urbana: mujeres, adultos mayores, personas con discapacidad y niños?
En otras palabras, ¿cómo podemos se puede promover la movilidad segura y el uso de los espacios públicos para diferentes grupos de población de manera integrada?
Para responder a estas preguntas, el BID, el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP), gerentes públicos multisectoriales de la ciudad de Campo Grande, representantes de la sociedad civil, académicos y líderes comunitarios se reunieron durante una capacitación práctica sobre movilidad inclusiva e igualdad de género en el desarrollo urbano con el objetivo de identificar conceptos y buenas prácticas que hagan posible el diseño de calles y espacios públicos adecuados en el centro de la ciudad.
La elección de los temas que se abordaron de forma transversal en la capacitación – género e inclusión – tenía como objetivo mostrar que el desarrollo urbano no es un proceso “neutral”, sino un proceso que puede incentivar las desiguald de oportunidades que enfrentan varios grupos y los roles sociales desempeñados por hombres y mujeres. Por ejemplo, las políticas e intervenciones urbanas que no incorporan consideraciones relacionadas con el cuidado, ya sea de niños pequeños o adultos dependientes, en el diseño urbano, dificultan el uso de la ciudad por parte de las mujeres, que generalmente dedican 2,6 veces más tiempo al trabajo doméstico y de cuidados que los hombres (ONU-Mujeres 2017). Del mismo modo, la falta de políticas e intervenciones destinadas a mejorar la percepción de seguridad de los peatones más vulnerables y combatir la violencia de género hace que muchas mujeres y niñas en todo el mundo dejen de caminar o usar el transporte público por la noche.
A partir de actividades lúdicas, como:
- un juego de mesa en el que cada participante gasta un nivel de energía diferente de acuerdo con su perfil (hombres, madres o cuidadores con un niño pequeño, usuarios de silla de ruedas, mujeres, adultos mayores o personas con discapacidades) y su relación con el entorno (aceras sin pavimento táctil, la presencia de obstáculos, la falta de iluminación adecuada) y;
Actividad Lúdica: Juego de Mesa. Foto por Jason Hobbs. Propiedad BID.
- una caminata sensorial, en la que los participantes fueron invitados a andar en sillas de ruedas, utilizando vendas y muletas, llevando bolsas de arroz y coches para bebes, los participantes internalizaron los conceptos aprendidos durante las actividades teóricas y pudieron “vivir” la experiencia de los diferentes peatones. Especialmente pudieron sentir las dificultades que las personas enfrentan para moverse en un entorno inadecuado.

Como parte de la capacitación, los participantes recopilaron datos en algunas calles del área central de Campo Grande sobre el flujo de diferentes peatones (niños, hombres, mujeres, ancianos, usuarios de sillas de ruedas). Los participantes observaron la duración de los semáforos y la reacción de los peatones en las intersecciones. Observaron también, la permanencia de las personas en las aceras y su relación con la existencia – o la falta de – mobiliario urbano, arborización e iluminación.

Con el apoyo de los datos colectados y del contenido teórico de la capacitación, los participantes hicieron recomendaciones conceptuales para mejorar las diferentes calles del área central de Campo Grande y construir entornos urbanos que favorezcan los desplazamientos activos (aquellos que se hacen a pie o en bicicleta), el uso del transporte público, y la convivencia entre los diferentes peatones, las bicicletas, los automóviles y las motocicletas de manera segura e integrada.

Las principales recomendaciones destacaron la necesidad de eliminar obstáculos en las aceras (como la presencia de agujeros y la ausencia de pavimento táctil adecuado) para facilitar la movilidad de todos los peatones.
Se planteó la necesidad de incluir señalización específica para peatones y mejorar la iluminación de las aceras y caminos públicos para promover la seguridad. Finalmente se recalcó en la necesidad de incluir de mobiliario urbano adecuado y arborizar las vías públicas para promover la permanencia de las personas en los espacios públicos y su confort térmico.[1]
La experiencia de Campo Grande demuestra la importancia de involucrar a los grupos a menudo excluidos de los procesos de planificación urbana y reconocer sus necesidades específicas de movilidad para construir espacios públicos adecuados e inclusivos.
[1] Término usado como referencia a la capacidad de los árboles de reducir la temperatura en las calles
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