En un ejercicio de colaboración entre el BID y Moovit, más de 33.000 usuarios de la aplicación en América Latina participaron de una encuesta corta para entender cómo la crisis del COVID-19 ha cambiado su percepción del transporte público. La encuesta se realizó en nueve ciudades (Bogotá, Buenos Aires, Ciudad de México, Guadalajara, Guayaquil, Montevideo, Río de Janeiro, Santiago y Sao Paulo) donde existe una amplia base de usuarios de Moovit, entre el 24 y el 28 de abril. Aunque la muestra no represente la totalidad de pasajeros del transporte público, los resultados dan una idea del impacto de la pandemia en los usuarios. La estructura de la encuesta y los resultados generales se encuentran acá.
Compartimos a continuación las principales conclusiones que surgen de la encuesta:
- Inclusive durante una pandemia, el transporte público (TP) ha sido un medio indispensable para la mayoría de los encuestados. Durante la semana previa a la encuesta, la mayoría de los encuestados (54.6%) utilizó el TP al menos una vez. Entre estos usuarios que utilizaron el TP, la gran mayoría (77.1%) lo hicieron para atender al menos un viaje de trabajo.
- Viajar en tiempos de pandemia no ha sido fácil, pues las empresas operadoras han reducido la oferta de servicios. La mayoría (75.6%) de quienes viajaron en TP, reportaron algún tipo de desmejora en su servicio, principalmente buses menos frecuentes en su ruta habitual (54.2%). Algunas empresas cancelaron recorridos, por lo que una parte (6.0%) de los encuestados manifestaron no tener servicio de su ruta habitual.
- La oferta de servicios se redujo en todas las ciudades indistintamente de su nivel de utilización. Por ejemplo, en Guayaquil, Río de Janeiro y Sao Paulo, más del 86% de quienes viajaron, reportaron cambios (desmejoras) en los servicios. Sin embargo, el porcentaje de encuestados en estas tres ciudades que utilizó el TP (pregunta 1), varió sustancialmente entre el 12% y el 73%
- Las poblaciones económicamente vulnerables dependen más del transporte público para movilizarse. Entre los usuarios que utilizaron el TP, la mayoría (75.3%) pertenece a encuestados de los primeros dos segmentos económicos[1][2]. En comparación, un porcentaje menor (68.4%) del total de encuestados pertenecen a estos dos segmentos. Igualmente, los datos muestran que los encuestados de los primeros dos segmentos utilizaron TP para viajar al trabajo en una mayor proporción (64%) que los encuestados en los segmentos de mayor ingreso (57%)
- La encuesta también cuenta la historia de quienes no utilizaron transporte público. La gran mayoría (70.6%) no tuvo la necesidad de viajar, presumiblemente debido a las medidas de confinamiento y/o a que pueden trabajar desde casa. Algunos (25.9%) viajaron en otros medios de transporte como caminata, auto o bicicleta, y un porcentaje menor (3.3%), no pudo viajar por ausencia de servicio en su ruta habitual.
- En este momento no es fácil dimensionar el impacto de la pandemia en el largo plazo. La mayoría (68.7%) de usuarios que no utilizaron TP, manifestaron que sí lo utilizarán después que se levanten las medidas de aislamiento[3]. Sin embargo, el remanente de usuarios se dividió entre indecisos (23.3%) y usuarios que manifestaron su intención de no volver a usar el TP (8.0%). Es probable que estas opiniones cambien en la medida según se resuelvan la crisis de salud, se reinicien la actividad urbana, y se conozcan mejor las condiciones de viaje en el TP post-pandemia.
Algunas reflexiones:
- Para muchos latinoamericanos el transporte público ha sido el único medio para viajar al trabajo durante la pandemia. Especial atención requieren los segmentos de poblaciones más vulnerables quienes trabajan en actividades que requieren su presencia[4], exponiéndolos a riesgos de contagio en el TP. Esta dependencia en nuestros buses, trenes y combis no va a cambiar en el mediano plazo, considerando las largas distancias de viaje en estas ciudades (8.7 km promedio). Es clave tomar decisiones para garantizar la continuidad del servicio y una movilidad segura para los más vulnerables.
- Por una parte, las decisiones operativas deben estar guiadas por recomendaciones sanitarias para reducir el riesgo de contagio. En la medida que se reactive la economía, los usuarios paulatinamente volverán a movilizarse en la ciudad, y el sector deberá estar preparado para ofrecer un servicio seguro y de calidad. Esto implica implementar y masificar las acciones de prevención y control que corresponden en cada caso (p.e. limpieza y desinfección, pruebas de contagio, control de pasajeros, límites de capacidad) para proteger a los usuarios, mitigar los riesgos de contagio, y restaurar la confianza en los sistemas.
- Por otra parte, las decisiones de movilidad no deben perder de vista el panorama del largo plazo en el cual la calidad de vida y la productividad urbana empeorarán si se incrementa la congestión vial. Nuestra región tiene 4 de las 10 ciudades más congestionadas del mundo y el sector transporte emite el 37% de nuestras emisiones de gases efecto invernadero. Sería una lástima que después de la pandemia encontráramos una situación peor de movilidad considerando la oportunidad que tenemos en este momento para reorganizar el uso del espacio público. Es importante alentar las iniciativas de mas de 120 ciudades que están privilegiando el espacio vial para el uso del transporte activo y creando bici sendas y espacios públicos antes reservados para el auto particular.
Finalmente, el sector necesita identificar fuentes de financiación para responder a los nuevos requerimientos sanitarios.
Posiblemente el costo de ofrecer transporte seguro y de calidad aumentará para permitir un mayor distanciamiento en los vehículos. Los sistemas de transporte masivo han sido diseñados bajo estándares de 5 o 6 pasajeros por m2 lo cual parece trágico en este contexto. Sin embargo, esta crisis también es una oportunidad para cambiar los paradigmas y mejorar la vida de los usuarios, quienes frecuentemente se quejan por las malas condiciones de viaje. Un TP de mayor comodidad es una mejora sustancial en la vida de todos los usuarios, especialmente de los mas dependientes y vulnerables por las condiciones de desigualdad económica.
“Lo que hemos visto en los últimos meses, y lo que es evidente en los resultados de esta encuesta, es que incluso durante una crisis, el transporte público sigue siendo un salvavidas para aquellos que necesitan viajar. La dependencia no cambiará, lo que significa que las ciudades, las agencias de transporte público y los operadores deben estar preparados para cualquier escenario futuro que también pueda hacer que la cantidad de pasajeros disminuya a gran escala. Esta encuesta muestra que existe la oportunidad de cambiar paradigmas. Además, a medida que algunos países comenzaron a retirarse gradualmente del bloqueo, los ciudadanos y las organizaciones aún deben cumplir con las regulaciones locales, como las medidas de distanciamiento social y un número máximo de pasajeros permitidos en un vehículo. Los proveedores de transporte público deberán adaptarse rápidamente y adoptar un modelo de tránsito flexible que garantice la seguridad de los pasajeros y conductores”
Juan Palacio, Moovit Country Manager Latam.
Mesias Freire dice
Excelente aporte
Esa es la forma de analizar esta problemática, con datos del lugar de los hechos