Los estereotipos de género en el transporte
Típicamente, cuando pensamos en los trabajos generados en el sector de la construcción y en el transporte, lo primero que se nos viene a la cabeza son los hombres. Nos cuesta imaginarnos a una mujer en estas ocupaciones tradicionalmente consideradas como “masculinas”. A pesar de que las mujeres entran cada día con más fuerza al mercado laboral remunerado, los sectores de la construcción y el transporte se caracterizan por una alta segregación ocupacional por razones de género. Datos para América Latina y el Caribe muestran que las mujeres representan entre el 1% y el 6% de los empleados del sector de la construcción, dependiendo del país. En el caso del sector transporte esto varía entre el 7.5% y el 17.5% (OIT, 2016).
En cambio, cuando pensamos en las labores de cuidado no remunerado dentro de los hogares, automáticamente asociamos estos empleos mujeres y niñas. Ellas son las primeras en quienes pensamos cuando imaginamos quién cuida a los niños o a los enfermos, lava la ropa, o limpia el hogar. Efectivamente, cifras de la OIT del 2019 revelan que en el mundo las mujeres realizan 76.2% del total de trabajo de cuidado no remunerado, lo que equivale a gastar 3.2 veces más tiempo que los hombres.[1]
A nivel mundial, el trabajo de cuidado corresponde al 9% del PIB mundial. A pesar de estos números tan contundentes, sólo en la última década algunos países en América Latina como Colombia y México han empezado a considerar que las tareas de cuidado son un trabajo y han empezado a recolectar estadísticas para medirlo y generar políticas públicas en la materia (ONU Mujeres, 2011, y Ley 1413 de 2010, Colombia).
Trabajo de cuidado y movilidad de cuidado*
Así como las mujeres realizan la mayoría del trabajo de cuidado dentro de los hogares, son ellas quienes desarrollan ese conjunto de viajes para el cuidado de otros y el mantenimiento del hogar, como lo son llevar a los hijos al colegio, llevar a los adultos mayores al médico, hacer compras para el mantenimiento de la casa, también conocido como la movilidad del cuidado, que acuñó Inés Sánchez de Madariaga*. La mayoría de los sistemas de transporte, sin embargo, han sido diseñados siguiendo principios de eficiencia que atienden a un usuario típico (normalmente hombres de mediana edad con todas sus capacidades físicas intactas y que realizan viajes pendulares de la casa al trabajo[2]). Normalmente no consideran los patrones de viaje en cadena de las mujeres (hogar-guardería-trabajo-mercado-salud) que reflejan las actividades de la movilidad del cuidado.
Afortunadamente, varias ciudades que hacen parte de la red del Transport Gender Lab, han venido realizando estudios que permiten comprender mejor la movilidad del cuidado. Uno de los primeros pasos ha consistido en realizar estudios que recojan datos con perspectiva de género, para identificar las necesidades de viaje de las y los usuarios. Estos datos permiten formular políticas que respondan a esas necesidades para planear un transporte inclusivo.
Así por ejemplo, los estudios de los patrones de movilidad de las mujeres en Ciudad de México y el Estado de Jalisco, demostraron las necesidades en cuando a infraestructura, señalización, accesibilidad física, calidad y seguridad en los viajes de las mujeres que llevan a sus hijos en el transporte, que realizan compras, y que viajan con dependientes para llevarlos al sistema de salud y al educativo. En Bogotá se ha venido analizando la movilidad de cuidado entre quienes llevan a niños al colegio usando la bicicleta.
Los estudios han generado recomendaciones de política que incluyen un mejor coordinación interinstitucional, infraestructura y diseño de sistemas de transporte y espacio público que respondan a las necesidades asociadas a la movilidad de cuidado y a la seguridad, además de medidas de accesibilidad en los vehículos, estaciones y zonas aledañas a los sistemas de transporte público. Todas estas medidas que pretenden responder mejor al tipo de viajes que en su mayoría siguen realizando mujeres y que responden a sus necesidades, facilitan y reconocen la importancia del trabajo de cuidado.
Precisamente porque el 8 de marzo se conmemoran las luchas de las mujeres trabajadoras, el trabajo del cuidado y la movilidad del cuidado no se puede quedar por fuera de la conmemoración.
Hoy reconocemos y celebramos a todas las mujeres trabajadoras: a quienes trabajan por fuera de sus hogares, a quienes quiebran techos de cristal, a quienes luchan por sobrepasar brechas salariales, y a quienes trabajan en sectores no tradicionales como transporte y construcción, pero sobretodo a quienes desempeñan trabajo de cuidado, que son la gran mayoría.
Desde la División de Transporte del Banco Interamericano de Desarrollo promovemos activamente sistemas de transporte inclusivos como elemento central para la reducción de las desigualdades sociales. Este transporte debe habilitar un acceso equitativo a las oportunidades de empleo y servicios, responder a las necesidades de transporte diferenciadas de las personas en función de sus roles de género e independientemente de su sexo y promover una fuerza laboral más diversa.
Para leer más sobre el tema no se pierdan las siguientes publicaciones:
Estudio de género en la industria de la construcción en Uruguay: Sector vial
Inclusión laboral femenina en labores de conducción del sistema de transporte público de Santiago
[1] https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—dcomm/—publ/documents/publication/wcms_633168.pdf.
[2] BID (2019)
*Sánchez de Madariaga, Inés: “Vivienda, movilidad y urbanismo para la igualdad en la diversidad: ciudades, género y dependencia”, en Ciudad y Territorio, XLI (161-162), pp. 581-598, 2009.
*Sánchez de Madariaga, Inés «The mobility of care. Introducing new concepts in urban transportation”, en Sánchez de Madariaga, Inés & Marion Roberts (eds.) Fair Shared Cities. The Impact of Gender Planning in Europe. Ashgate, Aldershot-New York, 2013.
Hernán Darío Alzate M dice
Son muy valiosos éste tipo de estudios, que permitan barrer del imaginario cultural Latino, la consideración que los hombres somos mejores al volante, entre otras muchas afirmaciones absurdas e históricas; hombres y mujeres manejan diferente, a ritmos diferentes y con habilidades diferentes; ellos son más osados, pero más temerarios, ellas son más cuidadosas, pero con algunas dificultades en maniobras.
Lo que tenemos que privilegiar y destacar es la responsabilidad en la conducción, la valoración y el respeto de las normas, la idoneidad para operar cualquier vehículo y máxime los que demanden mayor formación y conocimiento, cómo los de servicio público de escolares y pasajeros, pero sobretodo, que asumamos que la prioridad sobre la vía la tiene la vida.
Maria Andrea Diaz dice
Si el panorama es desafiante en las principales ciudades de los países mencionados, Bogotá , Colombia y Ciudad de Mexico, Mexico, son indescriptibles las sensaciones sobre los municipios del país (Colombia), donde algunas de las capitales de los departamentos, apenas incian procesos urbanos de señalización, con demarcación horizontal; demaracaciones que las comunidades no respetan, porque no entienden su significado, y son apenas aprendices visuales de los cambios en materia de señalización vial. todo esto sin contar, los graves problemas urbanos de mototaxismo y la falta de un sistema de transporte público. Todavía queda mucho camino por andar en materia de transporte en nuestro país, y teniendo en cuenta lo que esto significa para la calidad de vida de los ciudadanos, es mucho lo que hay por hacer, porque entre otras cosas, es la oportunidad para que los sistemas que se implementen sean desde sus inicios, ajustados a las condiciones y necesidades de las poblaciones mas vulnerables que los usarán.
Yo dice
Yo creo que las mujeres pueden hacer todos los trabajos que quiera.
otaku dice
yo creo que todos los trabajos los podemos hacer, aunque algunos sea mas complicados , pero se pueden hacer UwU 🙂
Luis dice
Me resulta gracioso cuando ponen a mujeres en profesiones clásicas de los hombres como ingenieros, arquitectos o piloto de aviación diciendo que son ejemplos de que las mujeres pueden perfectamente hacer el mismo trabajo que un hombre. Nadie lo niega, pero por el número se entiende que son la excepción que confirma la regla. Yo he conocido mujeres albañiles, fontaneros, yesaires o trabajando como mecánico de coches, pero ¿En qué proporción? Y ya la excusa no es la falta de oportunidades, porque desde hace más de 40 años hombres y mujeres compiten en igualdad y pueden elegir libremente su profesión. Las mujeres no eligen esas profesiones en parte porque no les gusta y en parte porque carecen de talento para ello, y no hay cosa que menos te guste que aquello que sabes que no se te da bien.
Mike dice
¿Cuando se ha dudado que las tareas de cuidado sean una forma de trabajo? No es un trabajo remunerado cuando lo hace para ella misma, pero cuando lo hace por su pareja, sí se vuelve remunerado, porque su pareja le está aportando dinero a cambio de ese trabajo.