El mes pasado murieron 68 personas en una cárcel venezolana. Sólo unas semanas antes, otras 7 personas perdían la vida en un motín en una prisión mexicana, y a principios de año otra revuelta carcelaria más en Brasil dejaba a nueve muertos y 15 heridos. La lista de motines carcelarios continua. Y el problema de nuestras cárceles también.
Las prisiones de América Latina y el Caribe no sólo hacinan presos en poco espacio, también aglutinan entre sus paredes un microcosmos de todos los desafíos que padece la región. Las cárceles de la región están repletas de presos sin sentencia. No hay divisiones apropiadas entre delincuentes de diferentes niveles de peligrosidad. Muchas están controladas por grupos criminales. A veces faltan alimentos, agua, espacios para recibir visitas familiares y para realizar actividades deportivas. Nuestras prisiones sufren, en general, la escasez de recursos presupuestarios. Dos datos que hablan por sí solos. El número de presos es, en promedio, 60% más alto que el número de cupos. Y en algunos países, hasta un 70% de la población carcelaria está esperando juicio.
Radiografia de nuestras cárceles
El objetivo último del sistema penitenciario es la rehabilitación de los privados de libertad. Hoy, sabemos que un millón y medio de latinoamericanos están ahora mismo en la cárcel, pero no sabemos quiénes son. Y desafortunadamente, es muy complicado rehabilitar a una población que no conocemos.
¿Qué datos nos permiten hacer una radiografía de la población penitenciaria? El número de personas privadas de libertad. Quiénes son y por qué están en las cárceles. Si tienen pareja o responsabilidades familiares. Si sus padres abusaban del alcohol o las drogas. Si tuvieron familiares en prisión. Si crecieron en un ambiente de violencia doméstica y si abandonaron sus casas a edad temprana. El grado de escolaridad alcanzada. Cuántos estaban trabajando o estudiando en el momento de ser detenidos. También es importante saber cuáles son las condiciones de reclusión. Si existen servicios básicos en la cárcel. Si esos servicios son gratuitos o no. Si se exige dinero o favores a cambio de acceder a ciertas comodidades dentro del penal. En definitiva, si existen o no condiciones para un proceso efectivo de reinserción a la sociedad.
Para apoyar a los países de la región a obtener estas respuestas, el BID viene apoyando una agenda de investigación en justicia criminal y rehabilitación penitenciaria. Basado en la experiencia de países como México y Chile, el BID diseñó y aplicó encuestas penitenciarias que fueron validadas por directores de cárceles en Costa Rica, Honduras, Bahamas y Guyana.
Las encuestas nos arrojaron algunos datos inesperados:
- Las cárceles de la región están llenas de gente joven. La mayoría de los presos son jóvenes entre 18 y 29 años.
- Las mujeres cada vez más cometen delitos, especialmente contra el patrimonio. Por ejemplo, en El Salvador, los hombres detenidos por extorsión corresponden al 21.9%, mientras que las mujeres detenidas por la misma razón representan el 33.7%.
- El 75% de los reclusos son cabeza de familia. Esto implica que el impacto del encarcelamiento puede estar afectando hoy en la región a cerca de seis millones de habitantes.
- Las mafias a veces son los verdaderos “gestores” de una prisión. Existen muchas cárceles de la región “pacificadas” porque en ellas el verdadero poder lo tienen criminales y bandas organizadas.
- La desesperación económica no es la causa principal del delito. La mayoría de los privados de libertad en América Latina y el Caribe tenían trabajo al momento de ser detenidos.
- Las drogas y el alcohol se mezclan con el crimen. Un 32% de los privados de libertad había consumido alcohol o droga durante las seis horas antes de cometer el delito por el cual están presos.
- El uso de armas agrava la duración de las penas. En el 31% de los casos, el delito por el que una persona está en la cárcel se cometió con algún tipo de arma.
- La entrada en prisión se percibe como el castigo de los criminales pobres. Un poco más de la mitad de los privados de libertad (51.8%) cree que podría haber evitado la cárcel si hubiese tenido dinero o influencias en el momento de ser detenido.
- Aún desde la cárcel, la población reclusa tiene escaso conocimiento sobre el sistema judicial. Un 54% de los privados de libertad considera que no tuvo una comprensión aceptable de lo que estaba sucediendo en su proceso de juicio.
- El nivel de reincidencia parece estar correlacionado con la duración de las penas. La menor reincidencia delictiva no ocurre en países como Chile, sino en países como El Salvador. Puede ser el caso que en países donde las personas tienen sentencias más cortas, hay más de probabilidades de que una persona reincida ya que sale y entra de la cárcel más rápido.
- Agentes de la seguridad que se pasan al lado oscuro. El 17% de los privados de liberad perteneció, antes de ser detenido, a algún cuerpo de seguridad.
- El ciclo de la violencia parece tener un componente intergeneracional. Un 40% son hijos de padres que abusaban del alcohol (39.8%) y de familiares que estuvieron presos (26.8%).
Los datos que muestran las encuestas penitenciarias confirman que los delincuentes suelen presentar similares factores contextuales (consumo de drogas asociado con antecedentes penales de familiares; violencia intrafamiliar y abandono del hogar materno). También constatan que la carencia de empleo no es un precursor claro de una vocación delictiva, que la calidad de los procesos de rehabilitación y reinserción social está ligada a la calidad del sistema penitenciario, y que el clima interno penitenciario depende de la calidad de la gestión del sistema por parte de las autoridades a cargo.
Trabajar en los sistemas penitenciarios es quizás la tarea más difícil de las muchas que deben asumir los sistemas de seguridad ciudadana y justicia de la región. Esto es aún más difícil por la falta de conocimiento de los que están en las cárceles y lo que sucede en ellas. Por eso, nos hemos dado la tarea de contribuir a cambiar esta realidad con más información que oriente nuestros programas y políticas.
Porque para resolver un problema, antes es necesario conocerlo.
Alexandra Jaramillo Dice
Excelente artículo. Tengo una inquietud, cómo analizan ustedes el rol de las asociaciones público privadas, no solo en la mejora de las condiciones de la población carcelaria, como una forma de disminuir la reincidencia, sino adicionalmente, como mecanismo para obtener la información estadística necesaria para el diseño de políticas públicas?
Floriinda Dice
creo que falta voluntad de parte de los Poderes Ejecutivos y Legislativos para mejorar la calidad de vida de los reos, mejorar y dividir las carceles para los primerisos, desarrollar programas efectivos, hacer seguimiento y educar a sus familias, falta compromiso real para salvar a los jóvenes desde que comienzan a desertar de sus estudios. No es llegar y decidir desocupar las carceles por simples estadísticas sin Políticas Públicas verdaderas. Falta mucho por hacer,
jorge hernandez Dice
excelente articulo estimodo colega andres restrepo, porcasualida tu me puede facilitar tu correo es para enviarte una informacion sobre la seguridad ciudada en los servicio carcelario de venezuela y tanbien, culmine la maestria en gestiones de programas de salud para los privados de livertad, quisiera que opinara usted sobre ese respeto, ya que no hay suficiente informacion sobre la salud de los privados de livertad anivel internacional como nacional, e investigado, muchos autore pero la mayoria hable sobre el bienestar el privado pero de la salud que devemos tener mas encuenta no habla mucho.
Alexis Sanchez Vega. Dice
Interesantes los datos obtenidos por la revisión del estado de cosas de los sistemas penitenciarios de América Latina. se extrae de la investigación el hecho de que la cárcel se utiliza como instrumento de control social y de prevención general, quizás para algunos países esa sea la función asignada explícitamente a la cárcel. Sin embargo se extraña en el ideario punitivo de la región el hecho de que la justicia también prevé el uso de otros medios para el control de las personas que hayan cometido alguna infracción a la ley. El sobre uso de las cárceles provoca sobre población y hacinamiento, por lo que utilizar mecanismos alternativos a la prisión y el desarrollo de programas abiertos para la inserción social facilitarían la gestión penitenciaria.
Luis Forero Dice
Dentro de la cadena de valor de la seguridad ciudadana, con sus componentes como son : la prevencion , disuacion , justicia y penitenciario/rehabilitacion. Podemos considerer que no se saca absolutamente nada en realizar grandes porgramas en los dos primeros si nuestra legitimidad institucional esta socabada por la desconfianza de la comunidad, cuando esta pierde la confianza en las instituciones que imparten justicia, se rompe la cadena de valor y mas aun cuando el Sistema penitenciario esta colapsado porque se tiene como premisa el asinamiento y no la rehabilitacion del infractor. Una Buena reflexion que planteo a los especialistas es el manejo del Sistema penitenciario que realmente sea un Sistema que busque que el infractor salga conciente de su error que cometio y no como lo que hoy pasa es que sale especializado en algun delito para Volver a delinquir. Quiero dejar el tema de las granjas talleres de rehabilitacion para determinadas condenas. no se mi pregunta hasta donde estas pueden ser implementadas dentro de los sistemas de penas. gracias .