En materia de crimen y violencia, la edad importa. Nuestro reciente estudio sobre crimen en el Caribe encontró que los jóvenes son con mayor frecuencia víctimas y victimarios – incluyendo homicidios, asaltos y lesiones personales, pandillas, violencia en la escuela, y “bullying”. El estudio, Restaurando el Paraíso en el Caribe Combatiendo la Violencia con Números (resumen ejecutivo en inglés y español aquí), encontró que los jóvenes (con edades entre 18 y 24 años) y los jóvenes adultos (con edades entre 15 y 30 años) son sobrerrepresentados entre las víctimas como entre los arrestados y encarcelados por crímenes violentos, esto en comparación con la proporción que representan en la población.
Los jóvenes de la cohorte menor, adolescentes de 13 a 17 años, tienen una menor frecuencia de ser víctimas de crímenes serios; sin embargo, están en un periodo único en sus vidas en el que las experiencias tempranas de violencia y los problemas de comportamiento pueden convertirse en patrones estables. Esto coloca a los jóvenes y los adolescentes en una posición importante como principal grupo objetivo para enfocar las intervenciones.
Experiencias tempranas de violencia
En el Caribe, según nuestro estudio, se tolera más el uso de violencia que en América Latina.
La exposición a la violencia en el hogar – ya sea cuando los niños son víctimas de abuso o cuando son testigos de violencia en contra de sus madres – incrementa la probabilidad de que se comporten de manera agresiva y perpetren violencia cuando son jóvenes. Los diferentes tipos de violencia – ya sea violencia juvenil, contra la mujer o contra los niños ejercida por jóvenes o contra la mujer y niños – están interconectados.
Problemas de comportamiento temprano y factores de protección
Los problemas de comportamiento temprano en adolescentes son usualmente vinculados a actos de violencia y ofensa más tarde. Usando datos de la Encuesta Mundial de Salud a Escolares (GSHS) exploramos cinco problemas de comportamiento entre adolescentes con edades entre los 13 y 17 años – relaciones sexuales, consumo de alcohol, uso de drogas, peleas, y problemas bajo el efecto del alcohol – en 15 países de Latinoamérica y del Caribe. Los problemas de comportamiento fueron más prevalentes en el Caribe que en Latinoamérica. Sin embargo, en ambos subgrupos, tener padres comprometidos en la crianza de los niños está asociado con una significativa reducción de problemas de comportamiento en los adolescentes. Desafortunadamente, el índice de compromiso en la crianza por parte de los padres en el Caribe fue significativamente más bajo en comparación con América Latina.
¿Qué hacer?
Existe la idea errónea de que el crimen requiere urgentes medidas represivas y que la prevención puede tomar mucho tiempo además de ser muy compleja. Sin embargo, se ha comprobado que enfocarse en grupos específicos de jóvenes – aquellos que tienen mayor probabilidad de delinquir basados en ciertos factores de riesgo – e intervenir preventivamente para mejorar los factores de protección (por ejemplo, una buena crianza) funciona, es más efectivo y menos costoso que los arrestos o la encarcelación. Específicamente, los países del Caribe deberían buscar:
- Evitar aquello que no funciona: La evidencia internacional muestra que el servicio militar tipo campamento, las tácticas de la exposición de jóvenes a prisiones como medida de advertencia, conocidas como “scared straight”, y las clases de resistencia a las drogas impartidas por la policía no tienen un efectivo positivo en la delincuencia juvenil.
- Reducir la violencia en el hogar y mejorar las prácticas de crianza: Fortalecer y aplicar modelos de asesoría familiar así como programas de crianza basados en evidencia que ayuden a los padres a aprender estrategias para educar y disciplinar a los niños sin violencia, especialmente en áreas con altos niveles de violencia.
- Brindar soporte personalizado a los jóvenes: Desarrollar e implementar herramientas de evaluación de riesgo para determinar los niveles y factores específicos de protección y riesgo para los beneficiarios de programas de juventud. Los planes individuales y la gestión de casos deben ser personalizados de acuerdo a las necesidades individuales de los jóvenes.
- Mejorar la evidencia en el Caribe de los programas que funcionan en otros contextos: Algunos programas de entrenamiento y capacitación profesional, así como los enfoques de terapia conductual (TC) han sido efectivos en otros países (particularmente cuando son aplicados a la vez). En adición a la capacitación profesional, los enfoques TC se enfocan en factores de riesgo de impulsividad, ira, baja empatía, y bajo nivel de autocontrol. Aquellos programas deberían ser adaptados, y evaluados en el contexto del Caribe.
Pablo Dice
La autora del artìculo señala con sòlida argumentaciòn, uno de los aspectos màs importantes y bàsicos en el abordaje de la lucha contra la violencia en los sectores màs jovenes. Sin desconocer otras alternativas complementarias que deben incorporarse para controlar la violencia y en favor de la convivencia ciudadana (control policial)de efectos cortoplacistas, la batalla hay que darla desde el principio, desde el origen del futuro niño-joven. En la panza,durante la gestaciòn tanto con la madre como todo el entorno familiar para ir aoompañando el desarrollo sano del bebe y del futuro niño y joven. Es allì donde se produce el origen de lo que viene despuès que deriva en violencia.Son las madres con problemas de adicciòn, con historias de abusos, abandonos, con dificultades afectivas,trastornos conductuales , con carencias importantes bàsicas de infraestructura, sin educaciòn ni entornos ciudadanos propicios,sanos y de valores las que llevan consigo(dentro) el futuro ser. Si no empezamos por ahì,y durante al menos los tres primeros años de vida, poco se podrà hacer con el avance de los años, la adolescencia y mucho menos en la adultez.
Lamentablemente esto que parece razonable y lo màs indicado,cuesta aùn aceptarlo a nivel social (a conciencia) como una polìtica pùblica de emergencia social a la cual destinar recursos.