Cada vez más niñas y niños crecen en contextos de migración en América Latina y el Caribe. Ya sea en tránsito, en sus países de origen mientras sus padres migran sin ellos o en los países de destino, la niñez migrante es una nueva realidad que es necesario comprender y atender. En América Latina y el Caribe hay más de un millón de niñas y niños de 0 a 5 años que están creciendo en un país distinto al de su nacimiento, más de 800 mil niños venezolanos que crecen sin alguno de sus padres y más de 750 mil niños que nacieron en un país distinto al de sus padres.
La migración es un proceso que afecta profundamente diversos aspectos de la vida familiar, con repercusiones positivas y negativas en el desarrollo y la salud de los niños que pueden perdurar a lo largo de su vida. Para acompañar a las niñas y los niños en contextos de migración es necesario considerar las sus necesidades en los países de origen, tránsito y destino.
En “Crecer en movimiento: desafíos y oportunidades para la niñez migrante” presentamos un resumen sobre cómo la migración influye en el desarrollo y la salud de los niños pequeños, una etapa crucial en la que se establecen las bases del desarrollo cognitivo, motor, emocional y socioemocional, y cómo los programas de primera infancia necesitan ser adaptados para acomodarse a las realidades de los niños migrantes y las comunidades de acogida.
Para apoyar eficazmente a la niñez migrante, hay múltiples políticas y programas que los gobiernos pueden implementar para acompañar a las niñas y los niños en este momento tan especial de su vida para fortalecer su desarrollo y promover una infancia plena.
Flujos migratorios de niños en América Latina y el Caribe
La región pasó de tener 7 millones de migrantes en 1990 a 15 millones en 2020. Este incremento incluye un número considerable de familias y niños en la primera infancia atravesados por procesos migratorios. Algunos de ellos creciendo en un país distinto del de su nacimiento, otros en tránsito hacia un nuevo hogar, y otros creciendo lejos de alguno o ambos padres. Estos últimos representan hasta el 25% de los niños en algunos países de la región, con los porcentajes más altos en Venezuela y países centroamericanos.
Políticas Públicas para Apoyar a la Primera Infancia
Los niños pequeños migrantes no constituyen un grupo uniforme y requieren de servicios que se adapten a sus necesidades. Si bien todos los niños necesitan un entorno de cuidado seguro, los que pasan por un proceso migratorio experimentan experiencias traumáticas que pueden abordarse mediante políticas públicas diseñadas para apoyar a la primera infancia. De acuerdo al recientemente aprobado marco sectorial de primera infancia del BID, hay tres tipos de políticas mediante las cuales se pueden abordar estos retos:
Programas de trabajo con las familias
El desarrollo socioemocional de los niños está íntimamente ligado a la salud mental de sus cuidadores. Por lo tanto, las intervenciones exitosas involucran a estos cuidadores, como participantes clave del entorno del niño. Los programas de trabajo con familias que promueven interacciones estimulantes, receptivas y ricas en lenguaje entre padres o cuidadores e hijos y brindan apoyo emocional y psicológico a los cuidadores, pueden mejorar significativamente el entorno familiar durante la primera infancia. Esto, a su vez, tiene efectos positivos en el desarrollo cognitivo y socioemocional de los niños.
Además, los programas de trabajo con familias pueden diseñarse para fortalecer el desarrollo socioemocional, el comportamiento y la salud mental de niños pequeños expuestos a experiencias traumáticas. Es esencial que estos programas contemplen las necesidades de los hogares donde un miembro de la familia está ausente. Al abordar estas necesidades, se pueden proporcionar las herramientas y el apoyo necesarios para mejorar el bienestar general de la familia y el desarrollo integral de los niños. Estos programas pueden mejorar el desarrollo cognitivo y socioemocional al promover actividades enriquecedoras y brindar apoyo a las familias. Por ejemplo, talleres para padres y visitas domiciliarias por personal capacitado pueden ayudar a los cuidadores a proporcionar mejor atención y estimulación a sus hijos.
Servicios basados en centros
Para los niños que ya no están en tránsito y asisten a un centro de cuidado infantil, jardín o prescolar, proporcionarles un entorno seguro y estimulante que fomente tanto el desarrollo cognitivo como socioemocional, la asistencia a centros de cuidado infantil tiene el potencial de mejorar significativamente el desarrollo infantil, las habilidades de lectura y la predisposición para el aprendizaje al ingresar al preescolar. Además de la educación, estos centros pueden proporcionar atención de salud y nutrición, y son vitales para identificar y responder a necesidades específicas, como problemas de salud mental. De esta manera, se garantiza que los niños migrantes reciban el apoyo necesario para un desarrollo integral.
Los centros de educación y cuidado infantil pueden desarrollar capacidades para detectar retrasos en el desarrollo cognitivo o socioemocional y ofrecer respuestas a los desafíos que enfrentan los niños migrantes. Sin embargo, es clave que los esfuerzos para identificar retos estén acompañados de mejoras en la capacidad de respuesta ya que la identificación de experiencias traumáticas sin una respuesta oportuna puede ser incluso contraproducente para el desarrollo y la salud infantil.
Por otro lado, como ya se ha mencionado, la cantidad de niños en tránsito ha aumentado enormemente (por ejemplo, los niños que atraviesan la Selva del Darién aumentaron de 522 en 2018 a más de 113.000 en 2023). Estos niños están particularmente afectados por la posibilidad de no contar con estimulación temprana adecuada ni poder acceder a un servicio prescolar. En el Líbano, un programa preescolar remoto acelerado (de 11 semanas) produjo impactos positivos en el desarrollo en los niños -particularmente en alfabetización, aritmética, habilidades socioemocionales y motoras– comparables a un año de preescolar presencial. Los resultados del programa, que se implementó con poblaciones mayoritariamente de refugiados sirios y de forma remota debido a la pandemia de COVID-19, muestran el tremendo potencial de este enfoque de preescolar remoto con implicaciones para contextos donde los servicios presenciales no son posibles, como es el caso de la niñez en tránsito.
Servicios de salud mental para cuidadores
La población migrante a menudo enfrenta altos niveles de ansiedad y depresión, exacerbados por la incertidumbre y las dificultades inherentes al proceso migratorio. La falta de documentación puede limitar aún más el acceso de los migrantes a los servicios de salud mental, impidiendo que reciban el apoyo necesario para enfrentar estos desafíos. Sin embargo, el acceso a servicios de salud mental informados en traumas y cuidados, y sensibles al desarrollo, puede ser fundamental para mitigar los efectos negativos en los niños y sus cuidadores.
Proveer apoyo psicológico a los cuidadores es crucial. Al enfocarse en la salud mental de los cuidadores, se crea un entorno más estable y saludable para los niños, promoviendo su desarrollo integral y bienestar emocional.
Recolección de datos e investigación
Desde el BID estamos trabajando para caracterizar las necesidades de los niños migrantes o hijos de migrantes y asegurar su inclusión en los servicios públicos que requieren. Para lograrlo, el primer paso es cuantificar y caracterizar a la población migrante en cada país. En algunos casos, es posible recurrir a información de encuestas de hogares para hacerlo. En otros, es necesario recolectar información primaria, ya que las fuentes de datos disponibles no cuentan con muestras representativas de la población migrante o no incluyen preguntas que permitan identificar a quienes han migrado.
Por ejemplo, en las encuestas de hogares disponibles en América Central, no es posible identificar y caracterizar a los hogares con niños cuyos padres han emigrado. Ante estas limitaciones, desde el BID estamos apoyando la identificación de hogares con niños de 0 a 6 años cuyos padres han migrado en Guatemala y Honduras. Además, hemos previsto cuantificar el impacto de la migración en el desarrollo infantil mediante pruebas socioemocionales y cognitivas.
Acceso a contenidos educativos complementarios
Una barrera común para los niños migrantes de entre 0 y 5 años y sus cuidadores en ALC es la ausencia de contenido educativo de alta calidad y apropiado para este grupo etario. Por ello, en alianza con Sesame Workshop (SW), y con apoyo de la Fundación Bernard Van Leer y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Finlandia, facilitamos el acceso a contenido educativo de alta calidad y apropiado para niños migrantes de 2 a 7 años de edad en ciudades de Colombia, Brasil y Perú.
Para ello, desarrollamos un proyecto piloto con dos herramientas digitales:
- Jardín Sésamo: Provee entretenimiento y contenido educativo para niños a través de un pequeño dispositivo con contenido precargado, que no requiere conexión a Internet.
- Comunidad de Padres: Comunicación directa entre padres y educadores mediante las comunidades interactivas en WhatsApp.
Dados los resultados positivos de informar sobre desarrollo infantil en las comunidades de padres en las pruebas piloto, nos proponemos brindar información clave sobre el desarrollo infantil a los padres de niños migrantes durante su travesía por Colombia. Para ello, apoyamos la organización de actividades presenciales e intervenciones de cambio de comportamiento mediante una aplicación basada en teléfonos móviles. Además, apoyamos la expansión de la red de espacios amigables para los niños, que operan a través de las cuatro rutas principales establecidas en Colombia, financiando la creación de cinco instalaciones temporales adicionales. Estas instalaciones ofrecen acceso a servicios de primera infancia a niños de 0 a 5 años y sus familias, procedentes de un segmento extremadamente vulnerable de la población migrante venezolana conocido como “Los Caminantes”.
Acceso a servicios sociales y de salud
En Ecuador, colaboramos con el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) para financiar brigadas multidisciplinarias que ofrecen información, consejería, apoyo y derivación a servicios sociales del Ministerio de Educación (MINEDUC), del Ministerio de Salud Pública (MSP) y del propio MIES, adaptados a la edad y las necesidades de cada persona.
Por ejemplo, estas brigadas derivan a niños de 3 a 4 años a servicios de educación inicial mediante la atención domiciliaria del programa de “Servicio de Atención Familiar para la Primera Infancia (SAFPI)”. Este programa promueve el desarrollo integral entregando herramientas de cuidado integral a padres y cuidadores, y asegura la matriculación de los niños en Educación General Básica.
Para disminuir los niveles de desnutrición aguda en niños migrantes de 0 a 5 años en Colombia, trabajamos con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en el desarrollo técnico y operativo de Unidades Especializadas que identifican a niños en riesgo de desnutrición, evalúan sus condiciones nutricionales y les proporcionan suplementos alimenticios hasta que están fuera de peligro. Estas unidades también brindan apoyo pedagógico y psicosocial a los niños migrantes, sus padres o cuidadores principales.
Una oportunidad para la niñez migrante
La migración presenta a los gobiernos de la región una enorme oportunidad, pero también grandes desafíos como el apoyo a la niñez migrante. Descarga la publicación “Crecer en movimiento: desafíos y oportunidades para la niñez migrante” para conocer más.
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