Según datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en 2020 había 6,3 millones de niñas, niños y adolescentes migrantes menores de 18 años en América Latina y el Caribe. A la difícil situación de iniciar una nueva vida lejos de casa, la migración los expone a un desafío adicional: ejercer su derecho a una educación de calidad.
A pesar de los enormes esfuerzos de los gobiernos y los organismos educativos de la región, la niñez migrante enfrenta retos y barreras que dificultan su educación. La nueva publicación del BID “Migración y Educación: desafíos y oportunidades” presenta y describe el escenario actual de la educación para los millones de niñas y niños que, junto a sus familias, buscan un mejor futuro a través de la migración y presenta algunas estrategias e iniciativas exitosas lograrlo.
Retos para una educación inclusiva
Muchas de las barreras al acceso a la educación y aprendizaje se originan en problemas estructurales previos en los sistemas educativos de la región, vinculados con el financiamiento, la infraestructura, la calidad y el grado de cobertura. En Colombia, por ejemplo, distintos estudios indican que la migración de población venezolana ha generado presión en el sistema educativo, en particular en las escuelas públicas y sobre todo en el nivel primario, donde hubo más niños y niñas matriculados.
Barreras administrativas
Las barreras administrativas son otro desafío importante para niños, niñas y adolescentes migrantes. Un ejemplo importante de esta barrera es la ausencia de un documento de identidad provisto por el país de destino para ingresar al sistema educativo. Aun en países que han creado alternativas para abordar este problema, los requisitos para acceder a otros tipos de servicios, como becas, programas de alimentación escolar o tarifas preferenciales de transporte, exigen un documento oficial de identidad.
Desempeño académico
La situación de desventaja en la que se encuentran los estudiantes migrantes puede también traducirse en un peor desempeño académico. Uno de los obstáculos más obvios es el idioma del país de destino. En Belice, donde el idioma oficial es el inglés, los docentes consideran que la mayor necesidad educativa de los estudiantes migrantes es ayuda especializada para mejorar su inglés. Sin embargo, muchos profesores carecen de la capacidad y los recursos para trabajar con estudiantes de segunda lengua y así apoyar la integración multicultural.
Discriminación y xenofobia
En términos socioemocionales, la migración es uno de los eventos más estresantes que puede experimentar una familia. Abandonar un contexto de apoyo comunitario, de conexiones y de hábitos similares, el estrés del proceso migratorio, la adaptación a un nuevo entorno: todo esto impone una fuerte presión emocional que afecta la autoconfianza y los niveles de seguridad de los migrantes, que a menudo se sienten más solos, o deben lidiar con los procesos de aculturación o con las repercusiones sobre sus relaciones interpersonales y sus formas de aprendizaje.
El aprendizaje por parte de los estudiantes migrantes puede verse obstaculizado por la discriminación, el racismo y la xenofobia. Existen diferentes tipos de violencia escolar originados en el color de la piel, la manera de hablar, el uso o no uso de modismos, y, en general, diversas costumbres sociales y culturales. Sentirse discriminado no solo repercute en la integración en la comunidad, en la propia motivación y en el aprendizaje a lo largo de la trayectoria educativa, sino que también puede resultar en diversas patologías, como depresión, baja autoestima y estrés postraumático.
Brechas en datos
Existe también una brecha en los datos sobre niñez y migración. La información disponible a menudo no detalla la edad, el sexo, la ubicación exacta, el estado, las necesidades y otras informaciones fundamentales para garantizar el apoyo y la asistencia adecuada. Niños, niñas y adolescentes de cuyos datos no se dispone son más vulnerables a la violación de derechos y la desprotección.
Hacia una educación inclusiva
A pesar de los desafíos, los países de la región continúan avanzando en su respuesta para garantizar una educación inclusiva para todas y todos los estudiantes. Con respecto a la discriminación que enfrentan estudiantes migrantes se han implementado distintas acciones para disminuir la xenofobia y la discriminación en los sistemas educativos. Por ejemplo, en Perú, el Ministerio de Educación creó una guía para sensibilizar acerca de las condiciones de la migración venezolana y dar herramientas para promover la integración de los niños, niñas y adolescentes venezolanos y venezolanas al sistema escolar. En Colombia, el Ministerio de Educación Nacional estableció una serie de protocolos para identificar situaciones de riesgo que puedan enfrentar los estudiantes no solo dentro del establecimiento educativo sino también en los alrededores.
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