Nunca hubo tantas personas moviéndose por nuestra región. 15 millones de migrantes viven en América Latina y el Caribe y la mayoría planea quedarse donde está por un largo plazo. La inclusión de la población migrante es un gran desafío para los países y ciudades receptoras, pero también una oportunidad única.
Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional sólo la migración venezolana podría representar un aporte de entre el 0,1% y el 0,3% del PBI para las economías de los países receptores entre 2017 y 2030. Con sus capacidades y su espíritu emprendedor, acompañados de las políticas y las herramientas adecuadas, la inclusión de las personas migrantes puede contribuir al desarrollo y la integración regional de nuestros países.
En este Día Internacional del Migrante, desde el Banco Interamericano de Desarrollo, destaco tres tendencias que marcan la respuesta de los países de la región a sus retos migratorios y que en el banco estamos orgullosos de acompañar.
Regularización migratoria: el primer paso para la integración
El primero es que la regularización de la población migrante es el mecanismo más efectivo para lograr una inclusión que le permita desarrollar todo su potencial y contribuir al bienestar de sus comunidades de acogida. Los derechos y responsabilidades que otorgan son clave para una integración de largo plazo.
En un reciente encuentro con responsables de migración 13 países de la región encontramos que este es el principal instrumento elegido por los países para enfrentar sus retos migratorios. Sólo entre los años 2000 y 2020 hubo más de 90 procesos de regularización en América Latina y el Caribe y su frecuencia y alcance es cada vez más frecuente.
Un estudio del BID sobre los efectos del proceso de regularización en Colombia muestra que los migrantes beneficiados mejoraron su empleabilidad, sus condiciones económicas, su integración y sus condiciones de salud.
Inclusión laboral de migrantes: el camino hacia la autonomía
El segundo es que la inclusión laboral es el mejor camino hacia la autonomía económica de las personas migrantes. El trabajo no sólo mejora su calidad de vida y, muchas veces también la de sus familias en los países de origen, sino que contribuye al bienestar general a través de la generación de empleo y el aumento del consumo, reduciendo al mismo su dependencia de la asistencia pública.
Xenofobia: el gran desafío
Por último, un enorme desafío que, atendido a tiempo presenta una gran oportunidad para la inclusión de la población migrante: la lucha contra la xenofobia. La percepción ciudadana sobre la migración en América Latina y el Caribe se está deteriorando. Luego de una muy generosa respuesta de los habitantes de la región frente a la llegada de migrantes a sus países, los últimos resultados de la encuesta regional Latinobarómetro muestran que más de la mitad de la población de América Latina y el Caribe cree que la migración la perjudica.
La aparición de sentimientos negativos es propia de los grandes procesos migratorios. Lo vemos en nuestra región y se ha visto antes en países de Europa y América del Norte. El temor a lo desconocido, la falta de información y las necesidades insatisfechas pueden llevar a sentimientos de rechazo hacia la población migrante. Aunque la evidencia muestra que la integración de la población migrante es beneficiosa para las comunidades locales, eso no siempre es claro para las comunidades de acogida en el corto plazo.
Los países de América Latina y el Caribe tienen una oportunidad única. A diferencia de otras regiones, nuestros países todavía pueden actuar a tiempo para disminuir los prejuicios y sentimientos negativos hacia las personas migrantes y promover una narrativa que contribuya a la cohesión social.
En el BID presentaremos el 18 de enero el Laboratorio de Percepción Ciudadana y Migración para ofrecer a los países información, recursos y herramientas para comprender y actuar sobre la percepción pública hacia las personas migrantes.
La gran oportunidad de la migración
La inclusión de las personas migrantes no es un desafío fácil, pero es posible. Y lograrlo es una oportunidad para toda la región. Este Día Internacional del Migrante debe ser un llamado a fortalecer las políticas y mecanismos que permitan a quienes han optado por migrar, hacerlo de una manera segura, ordenada y regular.
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