Hoy en día, la mayor parte de los productos se fabrican globalmente. Los insumos que se utilizan para hacerlo provienen de todas partes del mundo, lo cual significa que, para obtener dichos insumos de manera oportuna y rentable, los productores dependen de cadenas de suministro altamente integradas y que funcionen adecuadamente. Por lo tanto, ya no son suficientes las reglamentaciones diseñadas pensando solamente en las necesidades del propio país.
Para que las cadenas de suministro —tanto regionales como mundiales— funcionen apropiadamente, los países necesitan cooperar entre sí para evitar enfoques divergentes o requisitos innecesarios y permitir que los entes reguladores lleven a cabo su labor, como las inspecciones, con la mayor celeridad posible. Si los insumos llegan tarde, pueden generar demoras en la producción y, en el caso de los bienes perecederos (por ejemplo, las frutas, verduras y productos farmacéuticos) o de los bienes sujetos a ciclos estacionales (como la vestimenta y la indumentaria deportiva) pueden provocar pérdidas de ingresos significativas.
La coherencia normativa no significa que los países deban abandonar los esfuerzos tendientes a establecer sus reglamentaciones nacionales…
…ni que haya un único marco regulatorio que se adapte a todos. Las reglamentaciones nacionales son cruciales para asegurar la salud, seguridad y protección medioambiental de todos los consumidores. La coherencia normativa, por su parte, persigue mejorar la cooperación entre las empresas, los reguladores y los responsables de políticas en el plano interno, así como la coordinación entre los reguladores de diferentes países. Este fue el tema central del Diálogo sobre políticas de RTA Exchange, coorganizado por el INT y el Centro Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sostenible (ICTSD). Expertos en marcos regulatorios provenientes de las áreas política, normativa y empresarial se reunieron para discutir formas de fomentar la convergencia. En general, los participantes coincidieron en que los países podrían tomar algunas medidas pragmáticas para coadyuvar a la convergencia de las reglamentaciones, de modo de mejorar los flujos de comercio internacional y el funcionamiento de las cadenas de suministro.
En primer lugar, los responsables de políticas y quienes están a cargo de las reglamentaciones deberían trabajar mancomunadamente en el desarrollo y la implementación de dicho marco normativo. Como muestra un informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), las reglamentaciones suelen desarrollarse sin que medien consultas relevantes con los reguladores y con las partes interesadas de la industria, lo cual puede dar lugar a normas ineficaces, que no logren sus objetivos y que impongan costos adicionales innecesarios sobre los consumidores. Para evitarlo, los gobiernos deben involucrar a los reguladores y a las partes interesadas desde el inicio del proceso de planificación de las políticas, a fin de comprender mejor las necesidades de las empresas y el impacto potencial de las reglamentaciones.
Los gobiernos también podrían mejorar la convergencia normativa adaptando sus reglamentaciones a las cadenas de suministro y a las industrias, en lugar de centrarse demasiado en regulaciones unilaterales. A medida que la producción avanza cada vez más hacia cadenas de suministro globales y regionales, sería más eficiente que los países aplicaran sus reglamentaciones en colaboración con otros países con los cuales comparten cadenas de suministro y productos.
Por ejemplo, México y Estados Unidos tienen una cadena de suministro integrada para la fabricación de automóviles. Por lo tanto, establecer reglamentaciones de manera coordinada en el sector automotor sería más eficiente que aplicar los requisitos de la normativa mexicana y estadounidense —cuyos objetivos en términos de seguridad del consumidor son los mismos— a la misma cadena de suministro, sin realizar ninguna consulta. Un buen ejemplo de este tipo de coordinación son las reglamentaciones que atañen a la seguridad aérea, las cuales fueron, en gran medida, multilateralmente armonizadas. Si bien este tipo de coherencia normativa no se reproducirá en todas las industrias, hay muchas posibilidades de cooperación. Por ejemplo, se puede involucrar a las partes interesadas para que ayuden a identificar las áreas en las que ya es posible la armonización y la cooperación entre entes reguladores nacionales, así como desarrollar organismos independientes que trabajen sobre estos temas y coordinen la implementación de las reglamentaciones.
La Alianza del Pacífico es un excelente ejemplo de cómo los países pueden cooperar en cuestiones normativas.
En el acuerdo de la Alianza del Pacífico, los países incluyeron un Capítulo Anexo sobre Mejora Regulatoria, que establece los procedimientos de coordinación y revisión de las reglamentaciones y crea el Comité de Mejora Regulatoria. La tarea de dicho comité es trabajar en el desarrollo de capacidades para reformar las normas, mejorar la transparencia y el acceso a las reglamentaciones y facilitar una interacción más fluida entre los reguladores y las empresas privadas y el público en general. Asimismo, se creó el Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico (CEAP). El CEAP, compuesto por representantes empresarios de los cuatro países miembros, tiene a su cargo analizar y recomendar qué áreas se encuentran en condiciones de ser armonizadas, sobre la base de consultas con las industrias de los cuatro países que integran la Alianza. Sus propuestas se canalizan a través de los grupos técnicos de trabajo, que luego negocian la armonización de las reglamentaciones en los sectores previamente identificados.
Hasta ahora, el grupo ha logrado armonizar los requisitos reglamentarios que afectan a los productos cosméticos. A través de consultas con las empresas y el CEAP, los cosméticos fueron identificados como un sector prioritario, que ofrecía grandes posibilidades para el comercio intrarregional. En el marco del grupo técnico de trabajo, los países negociaron el acuerdo sobre la Eliminación de los Obstáculos Técnicos al Comercio de Productos Cosméticos, que armoniza la normativa y los procedimientos gubernamentales. Otros sectores que ya han sido identificados para la cooperación reglamentaria en el futuro incluyen a los farmacéuticos, suplementos alimenticios y dispositivos médicos.
Este enfoque progresivo para lograr la coherencia normativa de manera gradual puede y debe reproducirse entre otros socios comerciales latinoamericanos, más allá de los que forman parte de la Alianza del Pacífico. Este es un momento particularmente oportuno para comprometerse a cooperar, puesto que la región está buscando formas de estimular el comercio y profundizar la integración.
Buenos días,
Realmente el comercio está siendo impactado fuertemente por la diversidad regulatoria de los países, que si bien podrían hacer uso de las normas internacionales, es usual que cada país elabore sus propias regulaciones para atender los objetivos legítimos perseguidos. En los esquemas de integración donde se han avocado hacia la convergencia regulatoria es un paso fundamental hacia la facilitación efectiva del comercio, al reducir las medidas no arancelarias y permitir que los productos fluyan entre los países.
Un caso interesante es el esquema de armonización en Centroamérica, en donde los países se dieron a la tarea de armonizar las regulaciones aplicables a una serie de productos cuyo riesgo es de importancia. Para ello, productos como alimentos procesados, medicamentos de uso humano, productos cosméticos, productos higiénicos, plaguicidas domésticos y de uso industrial, productos veterinarios, alimentos para animales, entre otros, cuentan con reglamentación técnica armonizada que permite simplificar el intercambio comercial entre los países de Centroamérica, así como el reconocimiento del registro sanitario. No obstante, un reto importante es la implementación efectiva de las regulaciones en todos los países, de manera que la reducción de trámites se ve reflejada en la práctica, para beneficio y mejora en la competitividad de todos los sectores productivos.