Tras más de dos años de pandemia queda clara la aceleración de la digitalización en gran parte de la economía mundial. Con la tecnología a sus pies, la sociedad, el sistema productivo y el estado cuentan ahora con mayores opciones para aprovechar las oportunidades que ofrece la red. El inédito avance de la virtualidad ha naturalizado los trabajos híbridos, las jornadas laborales flexibles y la difusión de nuevos servicios sin contacto físico.
Las órdenes de confinamiento y el distanciamiento social adelantaron el futuro: consultas al médico por videollamada, servicios financieros por aplicaciones digitales, y hasta clases de gimnasia sin salir del hogar.
El vigor de los servicios digitales explica que muchos empresarios consideren que América Latina y el Caribe (ALC) se encamina a un nuevo modelo de crecimiento. El boom de inversiones sin precedentes en startups y la irrupción de empresas unicornio, son dos señales muy sugerentes al respecto.
Sin embargo, el sector es muy heterogéneo. A diferencia de los servicios tradicionales como el turismo y el transporte, los no tradicionales, como aquellos basados en conocimiento que se apoyan en la digitalización y en capital humano muy calificado, se caracterizan por una demanda global más dinámica e impulsan mayores efectos de derrame en la economía. Los ejemplos más prominentes en ALC van desde los servicios empresariales, hasta el desarrollo de software, biotecnología o industrias creativas, como audiovisuales o videojuegos.
Para tomar el pulso de la región en esta revolución, en un estudio realizado con mi colega Cloe Ortiz de Mendívil presentamos evidencia sobre tendencias, costos y políticas comerciales relacionadas con el universo de los servicios. En el trabajo destacamos la importancia de modernizar los marcos normativos de la región para impulsar la competitividad de la región en el mercado global, y desencadenar así un poderoso vector de desarrollo.
Rápida expansión
La creciente importancia de los servicios en la economía de ALC es muy visible. Antes de la irrupción de la pandemia, el valor agregado en los servicios (entendido como el valor generado en la producción, incluyendo la contribución de la mano de obra y del capital) ya representaba el 58% del Producto Interno Bruto (PIB), y en 2019 el sector empleaba a un 64% del total de la fuerza laboral.
Entre 2005 y 2019, el comercio de servicios (importaciones y exportaciones) registró un crecimiento promedio anual de 6,1%, una cifra más alta que la media del comercio de bienes. Solo en 2019, el comercio de servicios fue de US$ 377 mil millones. En el mismo periodo el peso de las exportaciones de servicios en el PIB se duplicó, al saltar de 1,9% a 3,8%.
Otro dato que nos habla del ascenso del sector: en 2019, las ventas globales de servicios representaron en promedio casi el 15% de las exportaciones totales de ALC; una media que oculta máximos superiores al 40% en el Caribe y Centroamérica.
Desafíos en la competitividad global
El formidable desempeño del sector, sin embargo, tuvo un techo por debajo del potencial. Una mirada más precisa revela por ejemplo que la especialización de ALC está aún concentrada en los servicios tradicionales, como viajes (turismo) y transporte (de mercancías), que representan cerca del 60% del total.
Exportaciones de servicios por segmento competitivo en %, 2013-2018
El estudio expone los desafíos de competitividad de la región al descomponer las exportaciones de servicios de 2013 a 2018 en cuatro segmentos: estratégico (crece la cuota de mercado y la demanda es dinámica), maduro (crece la cuota de mercado, pero la demanda es estable o en contracción), desaprovechado (baja la cuota de mercado en sectores con demanda dinámica), y en declive (baja la cuota de mercado en sectores con baja demanda).
Encontramos, por ejemplo, que ALC ganó participación principalmente en segmentos maduros (50%), sobre todo en los viajes, y solo marginalmente en los estratégicos (1%), como los cargos por el uso de propiedad intelectual. Asimismo, perdió participación en rubros del segmento desaprovechado (26%), como en el caso de los servicios empresariales, como los relacionados a la consultoría, la atención al cliente o la gestión de los recursos humanos.
Los beneficios de reducir los costos comerciales
Para aprovechar el potencial del comercio global de servicios es imperativo reducir los costos regulatorios y de acceso a los mercados externos.
Según nuestras estimaciones, los costos totales del comercio de servicios (como por ejemplo tarifas equivalentes, barreras no arancelarias, así como gastos relacionados a la transmisión del servicio) son extremadamente altos para el proveedor promedio de ALC. Si bien hubo una baja de 259% en 2005 a 251% en 2015, siguen ubicándose en valores más elevados que los de Asia (203%), la Unión Europea (192%) y Estados Unidos (151%), y en comparación a aquellos relacionados con la exportación de mercancías.
En lo específico, los índices de la OCDE permiten evaluar las restricciones en el comercio de servicios general y digital. Reflejan obstáculos relacionados con la trasparencia regulatoria, la competencia, el acceso al mercado de empresas y personas o regulaciones específicas para el comercio digital que perjudican la conectividad, las transacciones electrónicas y la protección de la propiedad intelectual, tan solo para mencionar algunos.
La comparación de la región con las mejores prácticas mundiales revela oportunidades de reformas, pero también casos de éxito. Por ejemplo, Costa Rica resulta ser el país con el menor nivel de restricciones en el comercio digital en la muestra mundial.
Estas estimaciones tienen implicancias concretas para la formulación de las políticas. La evidencia empírica indica, por ejemplo, que una reducción de 10% en el nivel de las restricciones contribuye a una disminución de los costos comerciales de cerca del 3% y a una expansión de casi el 5% de las exportaciones de servicios.
Prioridades estratégicas
Para impulsar un proceso de crecimiento basado en las exportaciones de servicios, la región debería enfocarse en cuatro prioridades estratégicas:
- Es imprescindible invertir en la generación de una base de información sobre el comercio de servicios que sea confiable, detallada, desagregada y comparable internacionalmente. Esto es clave para que los hacedores de políticas no naveguen a ciegas en un sector clave para la recuperación económica.
- Para incidir en ecosistemas complejos como los de los servicios, las políticas comerciales, de innovación, educación, conectividad y regulación bancaria, por citar algunas, no pueden operar en silos. Es necesaria una articulación inteligente orientada a reducir los costos comerciales y posicionar a las empresas competitivamente en el mercado global.
- La competitividad de los servicios depende principalmente del talento de las personas. Invertir en actividades de formación del capital humano diseñadas en función de la demanda dinámica de las empresas es central.
- La tendencia hacia la digitalización del comercio de servicios está transformando la definición de las reglas del juego a nivel internacional. Es urgente que la región actualice las capacidades de los negociadores y modernice la arquitectura regulatoria por medio de tratados de última generación, aprovechando el potencial de la integración regional.
En resumen, el comercio de servicios está en el centro de una aceleración digital provocada por la pandemia. Los empresarios latinoamericanos están convencidos de que pueden ser jugadores globales y los inversores de riesgo están tomando nota del talento de la región. Corresponde ahora que los gobiernos diseñen políticas públicas de última generación que reduzcan los costos comerciales y desencadenen el potencial de la digitalización. El BID cuenta con las mejores prácticas operativas, redes empresariales y foros especializados para acompañar a la región en este desafío clave para la recuperación pospandemia.
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