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Pobreza: La realidad detrás de los datos

February 5, 2015 by José Juan Ruiz 7 Comentarios


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En 2014, por cuarto año consecutivo, la tasa de crecimiento de Latinoamérica y el Caribe, aunque todavía positiva, ha sido inferior a la del año precedente: apenas un 1.2% frente al 2.8% del año 2013. El precio de las materias primas no energéticas – soja, cobre, hierro… – ha caído en promedio un 7.5% y lo hará al menos en otro 10% en 2015, mientras que el precio del petróleo acumulará una rebaja del 50%. Las innovaciones tecnológicas y su impacto sobre la oferta está en buena medida detrás del fin del superciclo de materias primas,  pero la falta de demanda también cuenta, y lo que está ocurriendo en China, una economía a la que por primera vez en 24 años el FMI anticipa un crecimiento en 2015 por debajo del 7%, no ayuda mucho. Para acabar de arreglarlo, la consolidación de la recuperación de Estados Unidos hace cada vez más cercano el momento en el que la Fed subirá los tipos de interés y el mundo tenga que enfrentarse a inéditas combinaciones de liquidez, rentabilidad y riesgo.
Dado que históricamente a Latinoamérica sólo le suele ir bien cuando el mundo crece,  los precios de las materias primas están altos, los tipos de interés mundiales bajos y la tolerancia al riesgo es elevada, es casi inevitable que a muchos se les esté ocurriendo  que es una buena idea declarar solemnemente que la fiesta se ha acabado.
¿Y qué mejor forma de anunciarlo que anticipar el fin de la reducción de la pobreza? En cierta medida este es el mensaje central de la CEPAL en su reciente Panorama Social de América Latina.  Allí se anticipa que desde 2012 el porcentaje de latinoamericanos y caribeños que viven por debajo del umbral de pobreza ha permanecido constante en el 28.1% de la población – unos 167 millones de personas -, mientras que los que viven en condiciones de extrema pobreza han aumentado en alrededor de 5 millones hasta afectar al  12% de la población.
El mensaje es contundente, aparentemente muy preciso y probablemente correcto… aunque se base en datos provisionales de 2013 y en proyecciones para 2014. Y esto no es un detalle técnico, sino algo más de fondo: la pobreza no es como el IPC o el crecimiento del PIB que se miden de forma casi instantánea porque lo que se quiere medir es inequívoco  y proporciona a los Gobiernos, mercados y prensa de la brújula macroeconómica sin la que aparentemente no sabrían qué hacer, qué intercambiar o de qué hablar. No es el caso de la pobreza. Contrariamente a lo que Tolstoi escribió, no todas las familias pobres lo son de la misma manera.
La pobreza es un fenómeno multidimensional y difícil de medir con rigor. Precisamente una de las contribuciones más interesantes de la publicación de la Cepal es el capítulo que dedica a presentar su índice sintético de pobreza en base a cinco dimensiones del problema: las dificultades de acceso a la vivienda, a los servicios básicos, a la educación, al empleo o a la protección social, y, finalmente, un indicador de nivel de ingreso monetario completado con una medición de la propiedad de algunos bienes de consumo duradero.
Los resultados son consistentes con las mediciones más tradicionales a las que antes hicimos referencia.
También con este indicador se estima que en 2012 la situación había mejorado ya que ahora “sólo” el 28% de la población de la región – 10 puntos porcentuales menos que en 2005 – está por debajo del umbral de pobreza monetario y tiene carencias en al menos otras dos dimensiones. Muy esclarecedor es que las carencias no monetarias que más aportan a la  pobreza sean la insuficiencia educativa de los adultos, la falta de empleo, protección social o saneamiento y, en menor medida, el hacinamiento, la falta de acceso a la energía y la carencia de bienes duraderos.
A quien haya viajado por Latinoamérica tampoco le sorprenderá que el lugar donde se vive cambia la prevalencia e intensidad de lo que  significa ser pobre: en Centroamérica y Bolivia entre el 80% y el 90% de la población rural sufre carencias en alguna de las dimensiones, y  solo en dos países  – Chile y Costa Rica – la caída de la pobreza rural ha sido mayor que la que se experimentó en las ciudades.
El problema no es solo la existencia de pobreza, sino del tipo de pobreza que prevalece y en donde vive el que la padece, porque de estas y otras características – más que de las buenas intenciones – dependerá la efectividad y los costes de las políticas públicas y privadas que se diseñen para erradicarla.
La complejidad del fenómeno casa mal con los análisis de brocha gorda que sin pestañear anuncian que ineluctablemente ante la ralentización del crecimiento económico la pobreza volverá a crecer. Si no se hace nada, es probable que ese sea el resultado. Pero la pregunta relevante es si hoy es social, política, económica, institucional o moralmente posible no hacer nada. Mi percepción es que no. Que sabemos ya tanto de todas las dimensiones del tema que no hacer nada es demasiado arriesgado.
El  BID, el Banco Mundial, la Cepal, el PNUD, y más recientemente hasta en el mismísimo FMI, han producido evidencia rigurosa que, con las discrepancias habituales en las ciencia sociales, apuntan a que alrededor del 60% de la reducción de la pobreza en la región se explica por el crecimiento económico – en especial, por el aumento de los ingresos salariales – y el 40% restante por la reducción de los niveles de desigualdad que, en particular, han generado las políticas públicas asociadas a los esquemas de transferencias condicionadas y a los sistemas de pensiones contributivos y no contributivos. Siempre supimos que el crecimiento debía reducir la pobreza, pero ahora además sabemos que se puede lograr el mismo resultado reduciendo la desigualdad. No es un dato menor, ya que sobre él se pueden asentar dos razones para rechazar el pesimismo de la inteligencia.
La primera, la tradicional: que no hay razón alguna que impida a los países de la región priorizar el crecimiento de la productividad para retornar, incluso en un entorno internacional hostil o menos amigable, a tasas de crecimiento por encima del 3.5%. Crecer por debajo del 2% de forma tendencial no es una maldición inevitable, sino el reflejo de la incapacidad de lograr los consensos políticos y conceptuales necesarios para embarcarse en las reformas pro-crecimiento de la productividad. En el BID hemos estimado que si se eliminase en 10 años el gap de productividad de la región, el crecimiento anual  de la economia representativa de la región aumentaría en 2.8 puntos porcentuales.
La segunda razón, más novedosa, es que no resulta obvio que en caso de verse obligadas a ajustar el gasto público, las democracias de la región esta vez vayan a priorizar los recortes de gasto social. Las clases medias emergente han ocupado un espacio electoral nada despreciable y sabemos muy poco de su tolerancia ante ajustes como los que se produjeron en los anos 80s y 90s. Menos aún sabemos de la capacidad de respuesta del 30% de los ciudadanos que son clase media vulnerable, o la de los jóvenes que están viendo como el Premium a su mejor educación se reduce y no les libra de la amenaza del desempleo o de salarios precarios. Y todavía menos, aunque la Historia de Europa y de la propia Latinoamérica en el Siglo XX  no sea nada tranquilizadora, sobre cómo responde la clase media consolidada ante la “’escalada” de demandas de bienes públicos por parte de los nuevos y empoderados agentes sociales.
Muchas preguntas quedan por responder. Difícil está… pero como dice la canción que sonaba en Holsten mientras Tony Soprano esperaba a su familia: no deje de creer en ello.
Con información de El País: ¨La realidad detrás de los datos¨ 

 


Archivado Bajo:Macroeconomía y Finanzas Etiquetado con:AmLat, BID, China, desarrollo, petroleo

José Juan Ruiz

José Juan Ruiz Gómez, español, es el Economista Jefe y Gerente del Departamento de Investigación. Este departamento del Banco es donde se generan nuevas ideas para enriquecer la base de conocimiento que apoya la agenda de políticas públicas del Banco y sus países miembros. El Sr. Ruiz llega al BID del Banco Santander, donde se desempeñó como Director de Estrategia y Economista Jefe de la División de América Latina. Durante los últimos 12 años ha sido miembro del Comité Ejecutivo de la División de América y ha sido miembro del Directorio del Banco Santiago en Chile, Banco Santander Colombia, Banco Santander Puerto Rico, Banco Santander Perú y Banco Venezuela. El Sr. Ruiz también ha ocupado diversos cargos gubernamentales en los Ministerios de Economía, Hacienda y Comercio. Fue Secretario General de Economía Internacional y Competencia y Presidente del Comité de Política Económica de la Unión Europea desde 1991 a 1993. Fue el responsable de las relaciones de España con la OCDE, el FMI y el Banco Mundial, donde también se desempeñó como consultor. De 1993 a 1996 fue el Economista Jefe de Argentaria. Él es columnista habitual del diario El País y durante 1996 y 2001 escribió la columna "Butaca de Patio" en el diario económico español, Expansión. El Sr. Ruiz es licenciado en Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma, y es funcionario del Estado español perteneciendo al Cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado.

Reader Interactions

Comments

  1. Michael McCarthy dice

    February 10, 2015 at 12:09 am

    Hola, Esta interesante la pieza. Se puede subscribir al blog por correo–para que llegue directamente al inbox cuando publican posts? Gracias!

    Reply
    • ynavarro dice

      February 10, 2015 at 10:47 pm

      Reply
    • ynavarro dice

      February 10, 2015 at 10:50 pm

      Hola! Claro te puedes suscribir en la columna que aparece debajo de lado derecho en gris.
      Un placer agregarte a nuestra lista.

      Reply
  2. Marcelo Paredes Iturri dice

    February 10, 2015 at 3:44 pm

    Soy Boliviano, economista de profesión y tengo 47 años.
    Muy interesante el artículo. Sin embargo considerando la experiencia de trabajo que tengo en mi país y también experiencia de vida cada día con mi familia, considero que existen muchos sesgos en los estudios que se realiza con relación a la pobreza. Por ahora deseo opinar sobre la pobreza real en mi país y lo que el actual gobierno hace.
    La pobreza en Bolivia si bien es cierto que esta asociada a la falta de acceso a recursos básicos o bien a los niveles de ingreso salarial, también esta asociada en gran parte a la cultura de la población que discurre en costumbres denominadas “ancestrales” que afectan la vida diaria y en las que prima por ejemplo en el área rural, el excesivo machismo que considera a la mujer inferior para tomar decisiones o que los esquemas de desarrollo actual, incluyendo la tecnología, no son buenos y que atentan a su forma de vida. En resumen, parte de la pobreza se debe a que los afectados desean ser “pobres” en sentido de que desean seguir viviendo como hace 200 o 500 años, no desean trabajar y mas bien consideran que por razones históricas de explotación o colonización, hoy se merecen todo lo que el gobierno les pueda dar, lo que ha motivado a que el Gobierno actual haya establecido mas que políticas, medidas coyunturales de corto plazo de carácter demasiado rentista puesto que existen muchos “bonos” en dinero que pretenden favorecer a esa población con argumentos subjetivos nada técnicos. Ahora esa gente solamente espera esos bonos alejando la conciencia de trabajo que caracteriza un crecimiento o desarrollo de una nación.
    Otro aspecto que requiere ser analizado con cuidado es que mucha gente supuestamente pobre, tiene mas dinero que muchos. Hoy en día es fácil ver gente que recibe bonos, sus hijos estudian en escuelas fiscales gratis, tienen acceso a salud gratuita, ahora están recibiendo viviendas sociales del gobierno, pero son propietarios de edificios, cadenas de taxis, múltiples puestos de mercado en las calles (no pagan impuestos) y otros beneficios. Por supuesto se visten como pobres y tienen costumbres carentes de educación, higiene, igualdad y sobretodo respeto hacia otros estratos sociales como lo son los profesionales e incluso autoridades. En conclusión, existe una falsa pobreza exhibida en los estudios que es además alentada por el gobierno con sus medidas rentistas que, dicho sea de paso, no alcanzan al total de la población, sino a los que el gobierno decide. El hecho es que existen familias pobres que requieren ayuda, pero esas no son visibles en la política gubernamental. Gracias por la oportunidad de opinar.

    Reply
    • ynavarro dice

      February 12, 2015 at 7:25 pm

      Gracias por tu opinion Marcelo. Te invitamos a suscribirte a nuestro blog y seguir participando.

      Reply
  3. LINDA JAZMIN SUSANA MONTESINOS APOLINAR dice

    May 10, 2015 at 12:59 am

    Hola, soy Jazmin madre de familia, vivo en el df. Mèxico.
    Me parece de sumo ìnteres el analisis realizado más sin embargó, a que le estamos llamando pobreza, recuerdo una frase que decía mi abuela ya fallecida, “la pobreza no está peleada con la limpieza” muchas veces pensamos que al ver a alguien sucio o con ropa vieja es pobre, mas sin embargo puede ser una careta, abecés esas personas recaudan mucho más dinero que alguien que tiene una jornada laboral de 8 horas; realmente estamos realizando un analisis de que es la pobreza? hemos escudriñado a conciencia donde se encuentra la verdadera pobreza? desgraciadamente buscamos en gente que nos cauce lastima, y de ello se aprovechan muchos núcleos de nuestra sociedad, será que nuestros gobiernos tienen miedo de llegar a esos lugares recónditos donde realmente está la gente pobre, será que no nos hemos dado a la tarea de indagar será que solo somos pantalla, es muy triste leer y leer artículos con estadísticas y no con verdaderas realidades, es triste solo cumplir con expectativas y los que vivimos en el mundo real lo que menos necesitamos es solo artículos si no vivir en carne propia la experiencia de ver gente con carencias reales, me parece importante el articulo más me gustaría se acercaran a esos núcleos realmente olvidados…
    Digo es mi percepción y respeto sus puntos de vista pero ojala entendieran de lo que hablo…
    Respetuosamente…

    Reply

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