Todos tenemos propósitos que se nos resisten. Sabemos que los beneficios compensarían el esfuerzo, pero cuando llega el momento, sucumbimos a la tentación o surge algo más urgente.
El “homo economicus” de la teoría económica tradicional sopesa costos y beneficios, y actúa en consecuencia: si valora más la salud que el coste de madrugar, madruga; si valora tener una vejez cómoda, ahorra. La realidad es que no somos ni máquinas perfectas de calcular ni óptimos planificadores a prueba de tentaciones. Factores sociales, cognitivos y emocionales, como nuestra tendencia a procrastinar, influyen en nuestras decisiones. Estos “sesgos de racionalidad” precisamente son los que estudia la economía del comportamiento.
Como nosotros, Rosamunda y Olegario también procrastinan…
Rosamunda: la madre trabajadora sin tiempo
Rosamunda vive con sus tres niños en un pequeño pueblo de la cordillera de Los Andes. Trabaja 14 horas diarias y cada día hace equilibrios para llevar a sus hijos a la escuela y atenderlos. Sus ingresos apenas alcanzan un salario mínimo y podría solicitar el Bono Escolar patrocinado por el gobierno, que supondría un tercio de sus ingresos actuales, pero aunque ha recibido los formularios e instrucciones para cumplimentarlos, no lo ha solicitado.
Esta conducta, paradójica desde la teoría económica tradicional, no lo es desde la economía del comportamiento.¿Sabía usted que somos mucho más propensos a dejar una tarea para luego, cuando no vamos a ser capaces de completarla de una sola vez? Si rellenar los formularios le va a llevar 7 horas, pero sólo tiene 1, lo más probable es que continuamente la posponga.
Medidas de bajo coste como ofrecer asistencia para completar la solicitud del bono en la escuela, podrían incrementar significativamente su acceso a la población más vulnerable como Rosamunda. Esfuerzos similares han probado superar barreras para solicitar ayuda económica en el caso de estudiantes universitarios. A un grupo aleatorio de padres de estudiantes de bajos recursos, se le brindó asistencia para completar una solicitud de ayuda financiera federal: con la información de su declaración de renta se autocompletaban unos dos tercios del formulario y luego un asistente, en un promedio de 8 minutos, les ayudaba a completar el resto. Los resultados fueron espectaculares: las familias que recibieron asistencia tuvieron una probabilidad 16% mayor de solicitar la ayuda que aquellas que no la recibieron. Lo que es más, sus hijos tuvieron probabilidades 7% y 8% mayores de matricularse en la universidad y de completar al menos 2 años de estudios.
De la misma manera, la asistencia en los procesos de solicitud de programas de protección social no sólo podría mejorar la focalización de los mismos, sino además incentivar el acceso a servicios básicos como la educación.
Olegario: joven preocupado por el futuro pero que no ahorra suficiente
Olegario es un costeño de 30 años de clase media. Si le preguntas, te dirá que le gustaría vivir una vejez sin preocupaciones (¿y a quién no?). Alguna vez se ha planteado inscribirse en un plan voluntario de pensiones, pero por una parte, el futuro está muy lejos y ahora tiene otras preocupaciones como pagar su hipoteca. Por otro lado, cuánto ahorrar exactamente, o en qué fondo invertir, le resulta complejo y confuso. Si Olegario continúa como hasta ahora, cuando se jubile cobrará una pensión de aproximadamente la mitad de su sueldo. Entonces, deseará haber ahorrado más.
Como para Olegario, la mayor parte de latinos y caribeños, no ahorran suficiente para la vejez. Una gran parte tendrá que recurrir a fuentes alternativas de ingresos como transferencias, pensiones sociales (con las consecuentes presiones sobre las cuentas fiscales) y ayuda de familiares. Si bien en la mayoría de los países existe la posibilidad de hacer aportaciones voluntarias o a cuentas de ahorro individual, pocos optan por las mismas.
Economía del comportamiento: opciones por defecto
La experiencia de una compañía estadounidense muestra el impacto que las “opciones por defecto” pueden tener en las decisiones de ahorro. Sus trabajadores podían participar en el plan de pensiones corporativo, optando activamente marcando una casilla. Cuando la compañía cambió el esquema, inscribiéndolos automáticamente, salvo que indicaran lo contrario, la tasa de participación aumentó de manera espectacular: 35 puntos porcentuales para los empleados con 3 meses de antigüedad y 25 para aquellos con 2 años.
Las “opciones por defecto” pueden ser un instrumento poderoso para facilitar el proceso de decisión de aquellos con problemas de procrastinación (¿por qué empezar hoy si lo puedo hacer mañana?) o de aquellos paralizados ante la pluralidad de opciones: elegir una tasa de ahorro y fondo de inversión ya predeterminados es más sencillo que decidir activamente entre multitud de alternativas.
Otro estudio reciente demostró que la posibilidad de inscribirse en un plan de ahorro que empezara en una fecha futura, aumentó sus índices de demanda. Y es que comprometerse a hacer algo “mañana” duele menos que hacerlo ahora.
Una pequeña ayuda para completar un formulario puede mejorar la focalización de subsidios e incluso fomentar el acceso de la población más vulnerable a los servicios públicos; la forma de presentar las alternativas en un plan de ahorro, puede llevar a tomar decisiones más alineadas con nuestras verdaderas preferencias: éstas son algunas de las aplicaciones de la economía del comportamiento a la política fiscal, pero existen muchas otras.
En próximas ediciones del blog hablaré sobre la aversión a las pérdidas y de cómo ésta puede utilizarse para mejorar la eficiencia del gasto.
Nathalie Picarelli says
Muchas gracias por este blog post! Es realmente una perspectiva muy interesante de la que no se habla lo suficiente!
Vivi Gubinelli says
Nuria y equipo, realmente una perspectiva de anàlisis muy interesante , para aprovechar, felicitaciones!
Stella Guillen says
Felicitaciones, realmente muy interesante. Los aliento a seguir promoviendo la difusión de este tipo de hallazgos que pueden ser de mucha utilidad a la hora de diseñar medidas de política.
Nuria Tolsá says
Nathalie, Vivi, Stella: muchas gracias por compartir sus impresiones. Me alegra saber que las lecciones de la Economía del Comportamiento les resultan de utilidad. Publicaremos más posts de este tipo. Un saludo cordial.
Enrique Cabrera says
Excelente información.
Saludos.
Walter Chinchilla Sánchez says
Buenos días Nuria.
Cuando he dado charlas de actualización económica, en algún punto de la misma suelo preguntar “¿recuerdan el supuesto de la racionalidad del mercado, del productor y del consumidor?, pues olvidemos ese supuesto, la realidad es completamente otra”, y paso a explicar por qué a veces las teorías del libro de texto no se cumplen tan automáticamente.
Gracias, me has incentivado la curiosidad por investigar más sobre la economía del comportamiento, tiene implicaciones éticas sumamente importantes.
Dios te bendiga.
Nuria says
Apreciado Walter,
Disculpe la tardanza en responder. Ya no trabajo en el BID y entonces no me llegan las notificaciones a mi correo.
Me alegro mucho de que este post le haya animado a investigar más sobre la Economía del Comportamiento. Efectivamente, es un campo que tiene implicaciones interesantísimas. Hay muchísimos recursos disponibles, pero si está empezando a familiarizarse con este campo, le animo a leer “Un pequeño empujón” de Cass Susnstein y Richard Thaler, y “(Más) Simple” de Cass Sunstein. Este último habla específicamente de aplicaciones de Economía del Comportamiento en Políticas Públicas.
Un saludo y cuídese,
Nuria