Compromiso internacional en la lucha contra el cambio climático
El reciente Acuerdo de París, alcanzado en la XXI Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, pretende mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 oC con respecto a los niveles preindustriales. Entre los aspectos positivos del acuerdo, destaca el compromiso, a partir de 2050 y hasta el final del presente siglo, de alcanzar la neutralidad de emisiones con origen en actividades humanas, así como los mecanismos de transparencia y seguimiento de emisiones.
Anteriormente, la Unión Europea ya había confirmado sus objetivos de reducción de emisiones GEI a 2050: entre un 80% y un 95% respecto al nivel de 1990. Este compromiso supondría para España que las emisiones se limitarían a un valor muy reducido de entre 14 y 88 MtCO2/año, lo que significaría, en la práctica, la imposibilidad de emitir por los usos de la energía y cambios estructurales y radicales de la economía. En este marco, Monitor Deloitte ha elaborado un estudio denominado “Un modelo energético sostenible para España en 2050. Recomendaciones de política energética para la transición”.
Implicaciones para España del cumplimiento de los objetivos medioambientales de la Unión Europea
Nuestro país emitió 322 MtCO2 equivalentes en el año 2013, con un peso cercano al 60% del transporte, que fundamentalmente consume productos petrolíferos, y la generación eléctrica. La descarbonización del modelo energético español, en base a las conclusiones de nuestro estudio, supondría la aplicación masiva e intensiva de tres tipos palancas para su consecución: cambio a vectores energético con menores emisiones en todos los sectores de actividad (industrial, doméstico y servicios), la generación eléctrica 100% libre de emisiones y la aplicación masiva de eficiencia energética y conservación.
En relación con el cambio de vectores energéticos , nuestro país tendrá que llegar a 2050 hasta un 60-70% como mínimo del consumo de energía final en forma de electricidad, desplazando prácticamente al producto petrolífero de las energías finales. Para ello, en 2050 deberemos tener una penetración cercana al 100% de vehículo eléctrico y haber realizado el cambio modal del transporte pesado de mercancías al ferrocarril y camión eléctrico. La generación eléctrica tendrá que alcanzar entre un 90-100% de origen renovable a 2050 y se tendrá que lograr una reducción de nuestra intensidad energética final del 50% respecto a los valores actuales, mediante inversiones y actuaciones significativas en eficiencia energética.
En total, este proceso implicaría invertir 330.000 y 385.000 millones de € (más de 10.000 millones de euros anuales) hasta 2050, con especial énfasis en las inversiones en energías renovables, almacenamiento, redes inteligentes y eficiencia energética. Este cambio de modelo energético podría suponer, adicionalmente, que el coste medio de suministro eléctrico se reduciría hasta un 40% (desde los actuales 120 €/MWh hasta los 65-75 €/MWh en 2050), si el cambio de modelo eléctrico se hace de forma inteligente, instalando tecnologías que alcancen la madurez y competitividad suficiente y se produce una electrificación masiva de la demanda de energía (duplicando su peso actual). También se reduciría la dependencia de las importaciones de energía y, por tanto, la factura energética del país.
Sobre la transición, nuestro estudio se ha centrado en analizar el detalle los cambios en los usos energéticos de los principales sectores emisores y en el sector eléctrico que se requeriría, para finalmente establecer recomendaciones para una transición eficiente e inteligente.
Para ello, en 2030 sería necesario alcanzar un nivel de electrificación de entre un 35 y 39% sobre el consumo total de energía final mediante el incremento de la electrificación de la demanda en todos los sectores. Como tecnología de transición en el cambio modal del transporte de mercancías, se plantea una penetración muy significativa del gas natural vehicular (GNV) a 2030.
Así mismo, hasta 2030 se necesitaría la instalación de entre 30 y 39 GW de nueva capacidad renovable. La elevada necesidad de nueva potencia renovable requiere, a su vez, de una capacidad relevante de respaldo, dado su carácter intermitente. Un sector eléctrico descarbonizado requeriría disponer de las nuevas tecnologías de almacenamiento, de muchas más interconexiones internacionales o mecanismos de gestión de la demanda muy superiores a los actuales. Dado que, a fecha actual, existen dudas muy razonables de que ninguna de las anteriores vayan a estar disponibles de forma masiva, o en funcionalidad para el respaldo o en coste competitivo, nuestro estudio recomienda aprovechar al máximo el parque nuclear y térmico convencional actual, extendiendo su vida útil todo lo necesario hasta disponer de alternativas realistas.
Finalmente, en eficiencia energética se requeriría una reducción de la intensidad energética final de entre el 1,4% y el 2% anual de forma continuada hasta el 2030. Las iniciativas a implantar serán muy numerosas, diversas y abarcarán prácticamente todos los sectores de actividad, con especial foco en el parque de edificios y el transporte por carretera (el vehículo eléctrico es casi cuatro veces más eficiente que el convencional).
Políticas transversales para una transición energética inteligente y eficiente
Dada la magnitud del cambio, las Administraciones y el sector privado españoles necesitan emprender acciones decididas para liderar el cambio de modelo energético. Serán necesarias políticas incentivadoras de estos cambios estructurales, con nuevos marcos legales y regulatorios.
Para poder realizar una transición inteligente y competitiva, nuestro informe propone un conjunto de recomendaciones para definir políticas de descarbonización que, manteniendo la seguridad y competitividad del modelo energético, faciliten la transición en los sectores difusos, incentiven la descarbonización por medio de señales económicas eficientes y soporten la definición de un sistema de objetivos vinculantes para todos los sectores.
Por último, dado que la electrificación será una pieza clave para cumplir los objetivos, será fundamental establecer políticas relativas al sector eléctrico, por ejemplo relativas a la planificación o incentivo de la potencia renovable o la estructura de la tarifa eléctrica. Lo anterior, ha de permitir seguir asumiendo el liderazgo en políticas medioambientales sin generar desequilibrios en nuestro sistema eléctrico o poner en riesgo su sostenibilidad técnica o económica.
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