Flor de María Úbeda Rivas no sabe montar en bicicleta pero ha iniciado una pequeña revolución energética a punta de pedal. Ella y una decena más de mujeres nicaragüenses construyeron bici-máquinas que potencian su poder y producen energía limpia en su comunidad. “Me siento emocionada y orgullosa de ver el fruto de nuestro trabajo: máquinas hechas por mí y mis compañeras, apoyándonos, creyendo en nosotras, dándonos lo que podíamos y lo que sabíamos. Nadie nos preguntó nuestra edad, qué sabíamos o que no. Sólo importó nuestro deseo de aprender y crear”, cuenta Úbeda Rivas.
La historia de Flor de María y sus máquinas empezó hace poco más de un año, cuando Hivos y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) decidieron llevar el tema de mujeres y energía aún más lejos. Queríamos proyectar a la mujer más allá de la cocina, no porque su relación con las tecnologías de cocción no fuera importante, sino porque queríamos desarrollar una iniciativa donde las mujeres fueran las líderes del cambio energético.
Así nació “Ingeniosas”, un concurso solo para mujeres sobre el tema energía. El objetivo era presentar proyectos innovadores en el campo social o tecnológico, que pudieran implementarse en seis meses con un presupuesto de seis mil euros. No sabíamos muy bien qué iba a pasar, pero de alguna forma teníamos la certeza que lo que encontraríamos en el camino sería interesante y muy poderoso. Y tuvimos razón. Recibimos unas 42 aplicaciones y premiamos dos iniciativas.
El premio en la categoría de innovación social fue para un proyecto que solo con su nombre capturó nuestra atención: Mujer al Pedal. Buscaba poner en marcha un taller para que un grupo de mujeres del Macizo de Peñas Blancas, al norte de Nicaragua, aprendieran a construir y usar bici-máquinas.
Las bici-máquinas son una tecnología que aprovecha la energía generada por el pedaleo de las bicicletas para llevar a cabo distintas actividades cotidianas. Su propósito es simplificar las tareas que la sociedad ha encargado a las mujeres, como moler café, desgranar maíz o lavar ropa. Pero el poder de Mujer al Pedal no radicaba en lo que se podía hacer con las máquinas, sino en la educación y empoderamiento que podían ganar las mujeres al construirlas.
Conocí a Flor de María durante una lluviosa tarde en su comunidad. Nos esperaba junto con Inés García, una joven de 19 años recién egresada de la secundaria. Ambas -desde distintos lugares y momentos de su vida- habían tomado la decisión de participar en el taller.
Nos contaron su experiencia, cómo aprovecharon el taller para conocerse y aprender cosas nuevas, cómo disfrutaron organizándose y viendo sus esfuerzos materializados en tres máquinas: una bici-moledora, una bici-licuadora y una bici-lavadora.
“El bici-molino es una máquina que usa energía limpia, no gastamos electricidad, la producimos. Sirve para moler maíz, café, pinol (un mezcla de maíz con azúcar) y lo que necesitemos a diario”, nos contó Flor de María. “¡También nos sirve para hacer ejercicio y sacar músculo! Pueden usarla los niños, las niñas, los esposos y hacer así más justo y divertido el trabajo doméstico”, explicó. “También hacemos reciclaje porque usamos parte de una bicicleta que estaba ya fuera de funcionamiento”, agregó la nicaragüense.
Lo que más me impresionó fue cómo por medio del aprendizaje y la fabricación de estas tecnologías estas mujeres superaron sus miedos y rompieron estereotipos de género. “Lo más difícil fue soldar, nos decían que eso era de hombres. ¡Le tenía pánico al soldador! Sufrimos pero todas superamos los prejuicios y el miedo y logramos soldar muy bien”, recordó Flor de María. Ellas soldaron, construyeron sus máquinas y hoy se sienten más empoderadas para seguir dándole forma a sus sueños.
Esa tarde acabamos en el restaurante del abuelo de Inés, tomando café y comiendo un delicioso pan casero, horneado -paradójicamente- en un horno de leña, una de las fuentes más comunes pero menos eficientes y ecológicas de energía. Con el café, las dos mujeres y yo discutimos sobre lo realmente valioso detrás del concurso Ingeniosas y las bici-máquinas: mujeres empoderadas a través del aprendizaje, el trabajo en equipo y la emoción de vencer miedos y preceptos.
El empoderamiento es aún más importante que el uso que se les pueda dar a las máquinas para simplificar las labores productivas de las mujeres, un asunto clave y que no podemos dejar de trabajar. Esperamos visitar de nuevo la comunidad y conocer más mujeres. Quizá esa próxima vez el pan será horneado de forma más eficiente y ecológica, gracias la transformación energética iniciada por las mujeres nicaragüenses del Macizo de Peñas Blancas.
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