El blog es resultado de la percepción de las autoras de la discusión en el 28 Congreso Andesco, Medellín, Colombia.
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La trasformación tecnológica llegó. Este es un movimiento global liderado no solo por los países desarrollados, sino también por países con economías emergentes como China e India. Ignorar estos cambios en los países en LAC no frenará el cambio tecnológico de la industria. Estos cambios vendrán, y la forma como los gobiernos y empresas de la región los incorporen se verá reflejada en tres dimensiones: (1) estructura institucional (regulación, diseño de mercado e incentivos de política), (2) el comportamiento de los consumidores (de los grandes y de los pequeños) y (3) adaptación de la infraestructura existente y de las nuevas inversiones.
La tecnología se desarrollará independiente de las elecciones individuales de los países en LAC. La incorporación de estas tecnologías para beneficio de los países donde los agentes privados tienen el liderazgo del sector depende de la viabilidad de nuevos modelos de negocios. Y esta viabilidad, en energía, depende del diseño del mercado mayorista, de la regulación tarifaria y de las políticas de incentivos para evitar efectos negativos de externalidades o generar efectos positivos. Para que las señales económicas sean efectivas, es importante que exista coherencia entre los elementos de la estructura institucional. La variación en el mercado mayorista tiene que ser transferible a las tarifas, para que la respuesta de los consumidores a las señales de tarifa llegue de forma eficiente a los generadores eléctricos. Además, las políticas deben ser adecuadas al diseño de mercado y al esquema tarifario, por ejemplo, tarifas subsidiadas y/o planas pueden generar retos para políticas de respuesta de la demanda.
El gran reto de la estructura institucional para el sector está en buscar mecanismos que sean capaces de adaptarse a las innovaciones, y que permitan la inversión necesaria. La repartición de riesgo entre los consumidores y los proveedores de servicios en los escenarios de incertidumbre tecnológica no tienen una solución única y fácil. Esta repartición deberá estar relacionada con las rentabilidades permitidas a las empresas. Menores riegos para las empresas, como las garantías de largo plazo, significarán menores costos, pero significarán también una asignación de riesgos que vaya de la mano de los consumidores regulados. Si los consumidores regulados no tienen capacidad de elección (compra de energía del mismo mercado), esta asignación de riesgo es apenas una transferencia intertemporal, porque todos los consumidores tendrán que pagar por este compromiso. Esta es la lógica de la regulación eléctrica que ha prevalecido hasta hoy. Por ejemplo, en las subastas con contratos de hasta 30 años con las distribuidoras de energía, en la inserción en las tarifas de consumidor final de tasas asociadas a demandas sociales (como subsidio cruzado para acceso en comunidades aisladas) y tecnológica (como obligaciones de los prestadores en inversión en innovación y/o eficiencia energética).
No obstante, las innovaciones tecnológicas en los próximos 15 años deberán permitir que los consumidores (principalmente los grandes consumidores) puedan elegir entre consumir energía del mercado regulado (asociado a las obligaciones de PPAs y las diferentes tasas asociadas al mercado centralizado) o buscar otras tecnologías (como energía descentralizada, baterías, micro-redes). Así puede ser que una parte de los consumidores (principalmente los grandes) elijan otros métodos de acceso a los servicios de energía y, como resultado, parte de las obligaciones asumidas hoy sean pagadas apenas por una parte de los consumidores.
Pensar hoy en la estructura institucional del futuro no solo se debe hacer desde una perspectiva “top-down” y de los incentivos que estas reglas generan en los agentes, sino también se debe considerar la fuerza “bottom-up” de los movimientos de cambios tecnológicos a nivel mundial y de los cambios del comportamiento de los consumidores.
Los cambios y las lecciones regulatorias de la industria de las telecomunicaciones pueden ser un elemento importante de análisis. Es cierto que las dos industrias poseen características muy diferentes, pero entender la dinámica del sector de telecomunicaciones puede ser muy útil para el sector de energía porque (1) la industria de la infraestructura regulada será transformada constantemente por innovaciones tecnológicas, (2) el rol del consumidor como productor de contenido y la infraestructura que conectará agentes pequeños y grandes es una realidad, (3) con la digitalización gran parte de los cambios en energía llegará por la interacción de las dos industrias.
En el diseño de mercado las innovaciones tecnológicas adicionan una nueva capa de complejidad a la industria de energía. Hay mucha incertidumbre, pero de una cosa estamos seguros, la industria cambiará y la estructura institucional y regulatoria del sector tendrá un rol central para determinar los beneficios del cambio.
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