La interconexión eléctrica regional representa una oportunidad para nuestros países. En la gran mayoría de los casos, estudios previos concluyen que los potenciales beneficios justifican los costos, que las inversiones son rentables, y que la integración energética se puede convertir en un elemento dinamizador de la economía cuando estos intercambios responden a la racionalidad económica.
Se observa, sin embargo, que los niveles de integración energética actuales son muy inferiores a los que podrían lograrse. Un nuevo estudio del BID identifica cuáles son los beneficios que puede generar la integración entre nuestros países, pero también presenta los desafíos y las condiciones para que puedan materializarse a nivel regional.
La integración eléctrica de países vecinos o de un conjunto de países surge como posibilidad cuando sus sistemas de transmisión se van acercando a la frontera de tal forma que su interconexión permitiría, en principio, consumir energía en un país cuando sea generada a menor costo en otro país o por falta de capacidad de generación en uno y excedentes en el otro.
¿Qué podemos ganar con la integración?
Podemos mencionar algunos de estos beneficios. Por ejemplo, se puede evitar o postergar inversiones en reservas. También se genera una mayor eficiencia en el uso de la infraestructura de generación y transmisión, así como un mayor aprovechamiento de economías de escala y la diversidad de las fuentes y patrones de oferta y demanda.
Otras de las oportunidades es que se crean mercados más competitivos y se produce una menor posibilidad de que las empresas puedan ejercer poder de mercado.
Existen argumentos adicionales para justificar económicamente una línea de interconexión sin que necesariamente se requieran de intercambios que respondan a señales de precio, y esos son los intercambios durante emergencias. En este caso, podría verse la interconexión como un seguro ante un colapso de la generación o transmisión en un país, siendo atendido por las reservas de generación del otro. En este caso, el costo de la energía no servida, o la pérdida económica por no disponer de la energía durante un cierto período de tiempo, junto con la probabilidad de falla sistémica, dictan las bases sobre las cuales se hace el cálculo de la viabilidad económica.
Por el otro lado, existen riesgos en la integración de mercados como la dependencia de otro país del suministro de un insumo crítico de la economía; la transferencia de divisas del país importador hacia el exportador que podría tener impactos macroeconómicos importantes; y finalmente, de que se puedan producir efectos en cascada que podría conducir a apagones regionales, etc.
¿Cuáles son las condiciones para se produzca la integración eléctrica?
Para que el intercambio sea realmente factible, existen una serie de condiciones que deben cumplirse para que los flujos ocurran. En primer lugar, están los aspectos técnicos. Es absolutamente necesario que la red de transmisión nacional, además de la interconexión, esté preparada para soportar estos nuevos flujos de intercambio de potencia sin afectar el normal funcionamiento del abastecimiento nacional de energía, incluso en casos de contingencia (fallo en alguno de sus tramos).
Dado que las cargas en las fronteras son generalmente periféricas en los sistemas nacionales, las redes tienden a ser relativamente débiles. Con la interconexión, los flujos se incrementan de manera notable por lo que estas redes periféricas deben reforzarse.
En segundo lugar, debe existir cierta diversidad de oferta y demanda entre los países para que existan costos o precios diferenciados, o la necesidad de respaldo de generación ante eventuales situaciones de riesgo de racionamiento, a fin de que la vinculación sea económicamente viable.
Por otro lado, los acuerdos regionales deben reconocer las diferencias en los marcos normativos, legales, regulatorios y hasta políticos entre los países. Las reglas de intercambio deberán ser estables, brindando previsibilidad, pero a la vez, tener el margen de flexibilidad necesario para ser adaptadas a circunstancias cambiantes en virtud que las estrategias nacionales responden a objetivos que no son necesariamente coincidentes y que pueden modificarse en el tiempo. El diseño de estas reglas, incluso deberán reconocer posibles acuerdos binacionales preexistentes, y otorgarán seguridad jurídica a las partes, previendo además los mecanismos arbitrales apropiados para la solución de controversias.
¿Qué limita la interconexión en la región?
Existen una serie de barreras que limitan los procesos de integración eléctrica entre países o a nivel regional. En primer lugar, los países consideran a la seguridad energética como un objetivo estratégico del Estado. La incertidumbre asociada con inestabilidad política, desastres naturales, dependencia de pocas fuentes de suministro, o el impacto del cambio climático, así como la preferencia que el exportador le dará a su propia demanda antes de suministrar al país importador, incluso a menores precios, reduce los incentivos a importar energía de terceros países, privilegiando las fuentes domésticas.
En segundo lugar, la economía política de los países tiende a intervenir. Los activos en generación y transmisión son especializados, con costos hundidos muy importantes, muy intensivos en capital y su propiedad tiende a estar concentrada, mientras que la demanda es mucho más dispersa. La oferta, por lo tanto, tendrá mayores incentivos a proteger la producción a precios más elevados, antes de permitir las importaciones a precios menores.
En tercer lugar, los esquemas regionales tienden a ser débiles. La debilidad o falta de mecanismos de resolución de controversias u tribunales con suficiente jurisdicción para aplicar sanciones por falta de cumplimiento de normas y acuerdos dificulta las inversiones de empresas extranjeras. Los tratados acerca de la protección de inversiones precisamente buscan resolver estas dificultades.
En todos los esquemas de integración existentes o potenciales, se ha determinado que existe viabilidad técnica y en la gran mayoría de los casos existe la viabilidad económica a las conexiones existentes y nuevas conexiones, pero es requerido armonizar las reglas para permitir mayores intercambios; remover las barreras tanto físicas (por ejemplo el uso de las líneas de interconexión para transportar energía que se produce y consume dentro de un mismo país), como económicas (por ejemplo favoreciendo generación doméstica a pesar de su costo superior a la energía importada); y finalmente, crear los instrumentos e instituciones necesarias para generar una mayor certidumbre a las inversiones.
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