Los compromisos globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) impulsan una transformación en los procesos de producción hacia tecnologías más limpias y sostenibles, desplazando los combustibles fósiles por energías renovables. La reducción del uso de fuentes de energía como el carbón, petróleo y gas, y la adopción de tecnologías limpias y sostenibles, como la energía solar, eólica, hidráulica y geotérmica, son fundamentales para alcanzar los objetivos de descarbonización y evitar que la temperatura mundial continúe aumentando.
Los países andinos forman parte de esta tendencia. Aun cuando son ricos en hidrocarburos, estos países consumen per cápita, en promedio, la mitad de la energía que la media mundial, y se han ido plegando a los objetivos propuestos por la agenda internacional y han decidido apostar por la descarbonización a distintas velocidades. Colombia y Ecuador han manifestado su intención de alcanzar la carbono-neutralidad para el 2050. Mientras que en Perú la adopción de estos compromisos forma parte de la discusión nacional.
Entendiendo la transición energética
La transición energética implica un cambio profundo en el modelo energético actual de los países andinos y presenta una serie de desafíos para una región con alrededor de 160 millones de personas viviendo en condiciones de pobreza. Por un lado, una menor demanda global de hidrocarburos implicaría una caída del principal producto exportable de la región y, por lo tanto, un duro golpe para su economía. A esto se suma la marcada dependencia que tienen los sistemas energéticos de los países andinos de los combustibles fósiles: dos terceras partes de la energía final consumida en la región provienen del gas, el carbón y el petróleo.
La adopción de metas comunes para la reducción de emisiones de GEI exige la implementación de políticas articuladas que permitan a la región afrontar los desafíos y capitalizar las oportunidades en conjunto. Por lo tanto, es clave explorar las consecuencias que tendría la transición energética, sus posibles costos y los efectos a nivel macroeconómico. Prever cómo responderá una economía ante esto es un reto complejo pero necesario, ya que ayudará a los países a preparar políticas públicas apropiadas ante los diferentes escenarios.
A través de una serie de simulaciones usando ejercicios matemáticos nos hemos planteado responder a las preguntas: ¿cómo la potencial caída de la demanda del petróleo y, por tanto, de su precio, puede afectar a la región Andina? ¿qué efectos tiene la introducción de un impuesto al uso de combustibles fósiles sobre las economías andinas? ¿qué sectores pueden apuntalarse para revertir los efectos negativos que tendría la caída del precio del petróleo y la reducción de las emisiones de GEI?
Las respuestas son clave para acompañar a los países en el diseño de hojas de ruta en este proceso de transición energética:
- La región Andina se encuentra ante un panorama complicado ya que la reducción de la demanda y caída del precio de energías fósiles afectará directamente los ingresos gubernamentales, el empleo y la inversión.
- La implementación de un impuesto a los combustibles fósiles no solo desincentivaría su consumo, sino que también proporcionaría a los gobiernos recursos adicionales para invertir en otras áreas de la economía como, por ejemplo, la infraestructura. A su vez, este recaudo adicional permitiría compensar parcialmente la caída en el ingreso fiscal por hidrocarburos.
- La descarbonización presenta una oportunidad sustancial para los países andinos: la diversificación de la economía hacia sectores no relacionados con los hidrocarburos puede fortalecer a la región y reducir la volatilidad asociada con los precios internacionales del petróleo. El impulso hacia industrias como el turismo, la agricultura y los servicios modernos puede generar nuevas fuentes de empleo y contribuir a un crecimiento económico más equilibrado y sostenible.
¿Cómo hacer frente a los desafíos de la descarbonización?
Las brechas sociales, la dependencia energética y fiscal a los combustibles fósiles, y el bajo consumo de energía son algunos de los grandes retos que enfrentan los países andinos de cara a la descarbonización. Por un lado, la región debe generar la energía necesaria para no frenar su desarrollo y garantizar que ésta provenga de fuentes de bajas emisiones, además debe lograrlo sin sacrificar ni la asequibilidad ni la seguridad en el suministro. Los cambios en la matriz energética requeridos para la carbono-neutralidad son tan profundos que van a tener consecuencias sobre la estructura general de la economía.
Sin embargo, la implementación de políticas fiscales adecuadas, la inversión en infraestructura y la adopción de tecnologías limpias son propuestas clave que pueden contribuir a abordar estos retos y aprovechar las oportunidades para construir un futuro más sostenible y próspero.
Avanzar hacia un sector energético de muy bajas emisiones implica cambios estructurales. No es posible alcanzar disminuciones significativas en los niveles de emisión sin el desarrollo de nuevas tecnologías o combustibles con masificación acelerada. Para conseguirlo, es necesario formular e implementar una estrategia de desarrollo industrial que incluya el fortalecimiento y la financiación adecuada de políticas en ciencia, tecnología e innovación.
Al mismo tiempo, la transición requiere de marcos regulatorios que inviten a la inversión en un sector altamente regulado. Además, se necesitan marcos financieros que garanticen la disponibilidad de recursos para las inversiones que deben hacerse tanto en la oferta como en la demanda de energía. Si los países andinos quieren alcanzar la carbono-neutralidad para 2050, deben aumentar considerablemente la producción y el consumo de electricidad de bajas emisiones.
Es fundamental que los países lleven a cabo procesos participativos con líderes y expertos sectoriales para explorar, analizar y definir las mejores opciones que permitan lograr el desarrollo bajo en carbono. También es necesario impulsar conversaciones nacionales que promuevan la pedagogía, fomenten la cooperación y permitan afinar las políticas públicas. La transición energética requiere de estrategias productivas, industriales, técnicas y científicas articuladas hacia un objetivo común. El acceso a la información es clave, mantener a los ciudadanos y a las empresas informados a través de anuncios concretos, continuos y coherentes de políticas les permitirá tomar decisiones acertadas y oportunas. Por último, la región Andina debe abordar el proceso de descarbonización con objetivos comunes y de manera integral.
Para saber más sobre este tema, te invitamos a descargar nuestra publicación Desafíos globales, soluciones locales. Modelando el proceso de descarbonización en la Región Andina
Esta entrada fue elaborada en co-autoría con Leandro Andrián, Fernanda Espinasa y Carlos M. Álvarez.

Leandro Andrián
Leandro Andrián tiene un doctorado en Economía de la Universidad Estatal de Iowa. Actualmente es Economista Regional Líder del Departamento de Países del Grupo Andino del Banco Interamericano de Desarrollo, previo a sus estudios doctorales trabajó en el Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires en Argentina, fue profesor de la Universidad Católica de La Plata (Argentina) en macroeconomía y asistente de investigación de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). Se incorporó al BID en 2009, trabajó en el sector fiscal, fue economista de país para Bolivia y economista senior del BID para Colombia. Ha publicado varios artículos sobre macroeconomía, fiscal, crecimiento, desarrollo económico, cambio climático y pobreza.

Fernanda Espinasa
Fernanda Espinasa es periodista, con una especialización en comunicación para el desarrollo de la Universidad Autónoma de Barcelona, y politóloga por la Universidad Metropolitana (Caracas, Venezuela). Lidera la firma de comunicaciones especializada EnPlural y tiene más de 10 años de experiencia trabajando en prensa y televisión en Estados Unidos y Latinoamérica. Además, ha colaborado con organizaciones no gubernamentales y organismos multilaterales, incluyendo el Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización de Estados Americanos. En 2019, Fernanda recibió un premio Emmy, reconociendo su excelencia como periodista en el Grupo RCN.

Carlos Miguel Álvarez tiene un M.S. Doctor en Economía y Finanzas por la Barcelona School of Economics de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Actualmente consultor económico del Banco Interamericano de Desarrollo, su investigación y análisis se centran en crisis y estabilidad macroeconómicas, transición energética, migración, dinámica de empresas y estados frágiles. Anteriormente, fue jefe de economía y política energética de la Embajada Británica en Caracas, Venezuela, donde dirigió la agenda de investigación sobre recuperación económica, subsidios energéticos, reglas fiscales y diversificación económica. También es autor de varios libros blancos sobre desarrollo económico y brindó conocimientos sobre economía y finanzas para empresas, entidades multilaterales, bancos de inversión y el cuerpo diplomático.
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