El acceso a los servicios básicos de energía todavía es un enorme desafío en América Latina, especialmente en términos de energía moderna para cocción Además, el uso ineficiente de leña genera impactos en la salud, particularmente en mujeres y niños. El brote del COVID-19 exacerba los problemas respiratorios.
Según un estudio reciente de la escuela de salud pública T.H. Chan School of Public Health de la Universidad de Harvard, “la exposición a largo plazo a la contaminación del aire aumenta la vulnerabilidad a los resultados más graves de COVID-19”.
En países como Guatemala, este es un desafío central. El consumo per cápita de leña es el más alto de América Central (0.82 t/persona al año). Es la principal fuente de energía en el país, ya que , representa el 56 % de la matriz energética, seguido por los productos petroleros. La demanda anual de leña es de 16 millones de toneladas, equivalente a 40 millones de barriles de petróleo. El Censo Nacional de 2018 muestra que cerca de 1 800 000 hogares, o el 54.4 % de la población, usa leña como fuente principal para cocinar. Por el otro lado, el consumo de leña es mayor en los hogares rurales (87 % de la demanda total), área caracterizada por el aumento de la prevalencia de la pobreza y pobreza extrema, especialmente entre las poblaciones indígenas (73% comparado con la pobreza media nacional de 54 %, según datos del Instituto Nacional de Energía), lo que les impide tener acceso a otras fuentes de energía.
Altas emisiones de GEI en Guatemala
Un estudio elaborado por el BID- aún no publicado- muestra que el 74 % de la población utiliza leña para satisfacer al menos alguna de sus necesidades de energía. Adicionalmente, se estima que anualmente 65.000 nuevas familias comienzan a utilizar la leña como su principal fuente de energía. En el periodo 1990-2016, el consumo de leña per cápita ha crecido a una tasa superior al crecimiento poblacional: 7 % vs. 3.4 %. Dadas las limitaciones que enfrenta la población rural para acceder a combustibles alternativos para cocinar, sin una intervención masiva no sería posible disminuir el uso de leña en los próximos 30 años. Es decir, el porcentaje de hogares que dependen de métodos de cocción tradicionales se mantendría en los niveles de 2014, en un 85 % de los hogares rurales y en el 15 % de los hogares urbanos.
El sector energía de Guatemala, de acuerdo con el Plan Nacional de Energía 2017-2032, es el responsable por el 39 % de las emisiones totales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) totales a nivel nacional. En 2012 aportó con 12,17 millones de tCO2e (MMtCO2e), mientras en 2016 generó 18.44 MMtCO2e, o un crecimiento del 9.3 % anual. El sector residencial es el primer subsector de consumo de energía.
Por otro lado, el país presenta un déficit de leña significativo. En 2010, este déficit fue de 5 millones de toneladas, generando aproximadamente 8,7 millones de tCO2e / año (MMtCO2e / año) de emisiones de GEI, de acuerdo con el Climate Focus. Actualmente, estas emisiones no se contabilizan por considerarse biogénicas, pero si lo fueran, representarían un 20% de las GEI en el país. El sector energía contabilizaría entonces un total de 20,87 MMtC02e, o el 52% de las emisiones totales.
Alternativas para reducir las emisiones de CO2
A fin de reducir las emisiones provenientes de la cocción, existen dos alternativas fundamentales: (i) mejorar la eficiencia en el uso de la leña; y (ii) promover un cambio de combustible, incluyendo electricidad o Gas Licuado de Petróleo (GLP o gas en bombonas). Debido a las dificultades para introducir el cambio de combustible, la solución más rápida y factible es mejorar la eficiencia en el consumo de leña.
Existe una amplia oportunidad de ampliar el mercado de estufas mejoradas. En nuestro estudio, el 96 % de las personas entrevistadas reportaron que les gustaría tener una de las estufas mejoradas y el 94 % indicó que estaría dispuesta a comprarla a un precio menor de Q.1,000 (aproximadamente USD $130 a la tasa de cambio actual). La media de disposición de pago, sin embargo, fue de USD $65, monto muy inferior al costo promedio de la estufa de USD $170. De la población que no estaría dispuesta a comprar una estufa, el 20 % indicó que no lo podría pagar y el 4 % porque dichas estufas no se venden en su lugar de residencia. Esto quiere decir que al menos 19 de cada 20 personas comprarían las estufas si tuviesen un precio adecuado, pudieran adquirirlas a crédito, o tuviesen acceso a su compra.
Mejorar el acceso a estufas eficientes tiene el enorme potencial de reducir el consumo de leña, con todos los beneficios en términos de salud, de emisiones, de impacto en el presupuesto familiar y de la disponibilidad de tiempo libre que esto significa.
Cómo apoyar a las poblaciones más vulnerables: cocinas mejoradas
Se estima que la población alcanzó los 17,5 millones de habitantes en 2020 y llegará a los 22,5 millones en 2030. Estos elementos, combinados con las altas tasas de pobreza y pobreza extrema, seguirían agravando el problema. Bajo este escenario, podría haber una demanda de hasta 2.8 millones de estufas eficientes de leña -también llamadas estufas mejoradas (EM)- en todo el país para 2030, o 400 000 por año.
El financiamiento de las estufas en cuotas asequibles a la población rural puede mejorar el acceso a estufas eficientes. El 53% de los entrevistados manifestó que podría pagarla al contado si las estufas tuviesen costos reducidos, de acuerdo con los ingresos de la población. Esto solo es posible si se implementan subsidios al costo de las estufas, lo que requeriría aportes masivos por parte del gobierno. Sin embargo, esto genera desventajas significativas debido a las distorsiones provocadas por los subsidios, incluyendo las dificultades para su remoción en el largo plazo, impactos sobre la calidad de las estufas, y pérdida de orientación de los fabricantes hacia los usuarios.
Hacer más accesible el uso de cocinas mejoradas
En ausencia de subsidios, la venta de las estufas a crédito en cuotas adaptadas a la capacidad de pago de la población es una estrategia factible y eficiente, ya que alinea los incentivos de usuarios, fabricantes y el gobierno. El 47 % restante de los entrevistados en nuestra encuesta indicó que podría pagarla solamente si le dieran crédito. La intención de compra sube a 74 % si el cliente sabe que tiene la opción de pagos mensuales.
El 60 % de las personas encuestadas estarían dispuestas a pagar hasta un máximo de $13 al mes, destacándose que el 90% del total estaría dispuesto a pagar un máximo de USD $6.50 al mes en un crédito para estufa. La media de la disposición a pago mensual para un crédito de estufas fue de $6.70. El 52% de la población encuestada se sentiría a gusto trabajando su crédito potencial una cooperativa de ahorro y crédito y el 40% con algún banco cercano. Es factible desarrollar esquemas de microcréditos que cumplan con estos requerimientos, siempre que se ajusten las condiciones de elegibilidad para que las poblaciones del área rural puedan recibirlos. De lo anterior, podemos concluir que si es factible reemplazar estufas tradicionales por estufas eficientes de forma masiva. El esfuerzo debe orientarse hacia hacerlas más accesibles, tanto en disponibilidad física de las estufas en las poblaciones rurales como en el acceso al financiamiento para su compra.
Sergio Miguel Souroujon Quintos says
Buenas tardes, hay algún modelo o patente que pudiera replicar y escalar? me puedes mandar infromación? gracias de antemano.