Una definición simple de central hidroeléctrica, indica que se trata de una instalación que permite aprovechar la caída del agua para la generación de electricidad y, ese el caso de la central hidroeléctrica Misicuni, recientemente inaugurada en el departamento central de Cochabamba en Bolivia, que con sus 120 MW permite incrementar la potencia instalada en el país en cerca del 9%.
La hidroelectricidad como fuente de abastecimiento de energía tomó fuerza en el siglo XIX, y Bolivia no fue la excepción, ya que precisamente en la región de Cochabamba, muy cerca de Misicuni, fue donde se instalaron las primeras centrales hidroeléctricas que iluminaron en principio la región y posteriormente el país, dándole además fuerza para su desarrollo. Por mucho tiempo, la región de Cochabamba concentró la generación hidroeléctrica del país y fue la base del Sistema Interconectado Nacional (SIN).
Es importante que además de la definición anterior se mencionen una serie de cualidades de esta forma de generación, por ejemplo, el hecho de ser una fuente renovable y limpia, que dependiendo del tipo de embalse puede ser regulado mediante el ajuste del flujo de agua.
Por tratarse de un central ubicada en zona montañosa y tener gran caída (más de 1000 metros) el volumen de agua requerido, para una capacidad de generación dada, es menor que el que requeriría una hidroeléctrica de baja caída ubicada en los llanos, de la misma potencia instalada. Por otro lado, la topografía de la cuenca de Misicuni, determina que el embalse requiera una menor superficie por MW, y por tanto el impacto sobre el medio ambiente y las poblaciones se reduzca.
Desde el punto de vista del desplazamiento de población humana, durante la construcción, principalmente de la presa, se realizaron las acciones para garantizar el traslado de 176 familias de la población de Misicuni a zonas aledañas, en la construcción de la tubería forzada y la casa de máquinas no hubo afectación significativa a las personas.
Desde el punto de vista ambiental, en la construcción de la central hidroeléctrica, los impactos fueron mínimos, habiéndose implementado acciones como: obras de conservación y protección de la cuenca, proyectos de conservación de suelos y aguas, proyecto piloto de pesca y piscicultura y acciones de protección de la vegetación nativa como es el caso de los bosques de kewiñas en la ladera sur de la cordillera del Tunari.
En Misicuni, el agua luego de pasar por las turbinas y generar electricidad, sirve tanto para el consumo humano como para el riego del valle de Cochabamba, siendo un proyecto multipropósito.
El proyecto ha incrementado la capacidad instalada de generación al SIN para hacer frente a la creciente necesidad de electricidad de Bolivia, especialmente en las horas de mayor demanda, de esta manera se ha logrado mejorar la matriz energética incrementando la participación de energías renovables, revirtiendo la tendencia de los últimos años de tener mayor generación termoeléctrica. Por otro lado, la construcción de la central de Misicuni requirió de la participación de personal local, el proyecto contempló la participación de mano de obra de la región y la participación de empresas locales en la construcción de componentes de la central, como es el caso de la tubería forzada metálica (2.2 metros de diámetro y 5 kilómetros de longitud) que fue totalmente fabricada en el país.
Finalmente, la generación proveniente de Misicuni permitirá liberar gas natural, de las actuales centrales termoeléctricas (o de las nuevas) que dejaran de funcionar en los horarios de punta, para exportación o para otros usos.
Como hemos podido ver en este rápido recorrido de los aspectos positivos de Misicuni, una central hidroeléctrica no sólo es generación de electricidad, una obra de este tipo es desarrollo integral y básicamente un factor importante para cambiar la vida de la gente.
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