La eficiencia energética es la forma de aumentar la asequibilidad de los servicios eléctricos y al mismo tiempo reducir las emisiones. Es por eso que ha ido ganando más atención mundialmente y está en el núcleo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ¿Por qué es importante entonces? Porque genera beneficios para los individuos y para la sociedad en diferentes dimensiones. Por un lado, contribuye a la seguridad energética; y por otro, es clave para la mitigación del cambio climático.
Asimismo, la eficiencia energética (EE) permite incrementar la productividad y la competitividad de los sectores productivos; ayuda a las finanzas públicas, especialmente en los países donde hay recursos asignados para cubrir subsidios en el sector energético; y genera empleos, de forma que se vuelve clave en el contexto de la actual pandemia. La eficiencia energética contribuye a mejorar la calidad de vida de la población.
La eficiencia energética es particularmente relevante en el caso de América Latina y el Caribe (ALC), región en la que se espera que la demanda de servicios energéticos se duplique para 2040. La región además se distingue por una considerable desigualdad en términos de asequibilidad de los servicios energéticos, además de que muchos países enfrentan desafíos financieros y económicos como resultados de sus políticas de subsidios.
Cambios simples de los equipos de iluminación en las viviendas puede generar ahorros relevantes en el sector residencial, y este impacto tiende a ser mayor para las poblaciones de bajo ingreso. Un buen ejemplo de este tipo de acciones son la aplicación de estándares obligatorios de eficiencia energética para equipos de iluminación de uso residencial. Este tipo de acciones, acompañadas de programas de incentivos financieros permiten que las familias de bajos ingresos puedan adquirir lámparas eficientes, hace posible el reemplazo de grandes volúmenes de equipos de alto consumo. Al mismo tiempo, contribuye a la sostenibilidad de las acciones por la implementación de los estándares.
Evolución de la Eficiencia Energética
La implementación de acciones de EE ha permitido el desacoplamiento del crecimiento económico, con respecto al del consumo de energía, y con ello la reducción de la intensidad energética y la disminución de la elasticidad producto del consumo de energía. Las acciones implementadas a nivel mundial propiciaron que el crecimiento de consumo de energía entre 2000 y 2017 fuera un 12% menor al proyectado, esto implica que las emisiones de GEI en 2017 alcanzaron 33 Gton de CO2. Esto es 13.2% menos que las 38 Gton de CO2 que se hubiera alcanzado sin acciones de EE. No obstante, este logro, el potencial de implementar medidas de EE es significativamente mayor.
Considerando la intensidad energética como el indicador más común para medir la eficiencia energética, en el periodo de 2010 a 2017 disminuyó a una tasa media anual de 2.1% a nivel mundial. América Latina y el Caribe (ALC) fue la región en la que se registró la menor reducción con 0.9%, por debajo de lo observado en la región de África Subsahariana que fue de 1.7%. Se espera que la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética avance hasta duplicarse para 2030.
Lo anterior permite plantear que en ALC existen amplios potenciales para mejorar la EE. Esto es particularmente relevante en el sector residencial cuya participación en el consumo total de energía eléctrica ha incrementado hasta alcanzar el 29% en 2018, con una tasa media de crecimiento anual que en el periodo 2010-2018 (2.2%), al pasar de 296,673 GWh a 374,323 GWh, por arriba del ritmo de crecimiento observado en el consumo total que fue de 1.98%.
Potenciales de ahorro de energía
Considerando la estructura del consumo de electricidad en los hogares de ALC, cuya participación depende, entre otros factores del clima y nivel de ingresos de las familias, en general, el principal destino de la energía eléctrica es la refrigeración de alimentos, seguida por la iluminación y en tercer lugar el acondicionamiento ambiental. En total se estima que en estos tres usos se consume el 75% de la electricidad en las viviendas de los países de la región.
Con base en lo anterior, las oportunidades de ahorro de energía eléctrica se localizan en el reemplazo de los refrigeradores y equipos de aire acondicionado antiguos (más de 10 años de haber sido fabricados), por equipos de alta eficiencia energética. Los ahorros por la sustitución de estos equipos electrodomésticos pueden alcanzar hasta un 40% en el consumo de cada equipo. Se estima que la inversión necesaria para reemplazar los refrigeradores de los principales mercados latinoamericanos asciende 7 billones de dólares. La figura abajo ilustra como se dividirá esta necesidad de inversión entre Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México.
Estimación preliminar de potenciales de reemplazo de refrigeradores,
ahorros e inversión necesaria [1]

La evaluación del reemplazo de refrigeradores muestra la necesidad de movilizar recursos que permitan superar la barrera de la alta inversión inicial, especialmente para familias de bajos ingresos y que no tienen acceso a crédito comercial. Esto implica avanzar en el diseño de mecanismos financieros que permitan ofrecer soluciones para que las familias puedan pagar, con los ahorros en su facturación eléctrica, el financiamiento para adquirir el refrigerador eficiente.
Adicionalmente a los equipos de refrigeración y climatización, el aislamiento térmico de techos y muros, así como el uso de ventanas térmicas, permiten reducir la ganancia de calor al interior de las viviendas y con ello reducir la potencia de los equipos de aire acondicionado. Esto propicia ahorros adicionales de alrededor de un 15%.
Además de los ahorros energéticos y económicos derivados del reemplazo de electrodomésticos, se generan beneficios adicionales para las familias. En cuanto a refrigeración, se logra una mejor conservación de los alimentos y mayor espacio interno de los refrigeradores, lo que permite conservar una mayor cantidad de alimentos y con ello menos traslados para compra de los mismos. En el caso de los equipos de aire acondicionado, las nuevas tecnologías mejoran la regulación de la temperatura, lo que genera espacios más confortables. Por su parte, en el caso de iluminación, las tecnologías actuales permiten elegir la temperatura de color, es decir la tonalidad de la luz que se recibe desde el blanco frío hasta el amarillo cálido, además del control de la operación de las lámparas tanto en sus niveles de intensidad, como en el apagado y encendido de los mismos, desde teléfonos móviles.
Adicional a lo anterior el reemplazo de refrigeradores y equipos de aire acondicionado, evita el venteo de los gases refrigerantes. De esta forma se evita la destrucción de la capa de ozono, así como la mitigación del cambio climático por el alto poder de calentamiento global de estos gases.
[1] Las estimaciones suponen: (i) en las viviendas el 35% de la electricidad es consumida por refrigeradores; (ii) el tamaño de los refrigeradores es de 15 p3; (iii) el porcentaje de refrigeradores a reemplazar es 30%; y (iv) precio de los refrigeradores nuevos USD $360.
Esta entrada forma parte de una serie sobre Eficiencia Energética.
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