Atravesado por la Cordillera de los Andes y la llanura amazónica, Colombia fue caso de estudio. ¿El objetivo? Determinar de qué modo la distribución de los recursos eólicos y solares puede complementar a los hídricos en la generación de energía. En esta nota, las principales conclusiones.
Como en la mayoría de los países de la región, la matriz energética de Colombia también depende fuertemente de la energía hidroeléctrica. En su estudio Energías renovables variables y su contribución a la seguridad energética, Juan Roberto Paredes y John J. Ramírez exploran la posibilidad real de mitigar esa dependencia, introduciendo el uso complementario de fuentes solares y eólicas, a fin de garantizar la seguridad energética.
La matriz actual
Como se dijo anteriormente, la mayor parte de la capacidad instalada total corresponde a centrales hidroeléctricas (aproximadamente un 70%), y en segundo lugar, a grandes centrales térmicas, que representan un 18%.
Si bien el gobierno ha asumido entre sus metas la introducción de energías renovables variables, lo cierto es que los incentivos implementados no han logrado superar las tres principales barreras existentes:
- altos costos iniciales de inversión;
- marcada concentración en el mercado de la electricidad junto con una estructura basada en la energía hidroeléctrica;
- falta de infraestructura de transmisión e interconexión.
Un Niño amenazante
El cambio climático representa una amenaza para el desarrollo de fuentes de energía basadas en recursos de la naturaleza, ya que no es posible predecir su comportamiento en el futuro. Aunque también podría ser una oportunidad.
En el caso concreto de Colombia, la información recogida por Paredes y Ramírez advierte que las fluctuaciones ocasionadas por el patrón climático de El Niño (técnicamente llamado ENOS, EL Niño Oscilación Sur), ha impactado de manera extrema la disponibilidad de agua en las cuencas más importantes del país. Como es de esperar en un país con una matriz energética como la que describimos más arriba, estas sequías impactaron negativamente sobre el sistema eléctrico nacional. En detalle:
- 1992-1993: se registraron cortes en el suministro eléctrico que dieron lugar a programas de racionalización energética.
- 2009-2010/2013-2014: se incrementaron los precios de bolsa de energía.
- 2015-2016: la severidad de El Niño dejó algunos embalses a su capacidad mínima mientras que las centrales térmicas tuvieron que funcionar como respaldo. Esto unido a otros incidentes que se presentaron en la operación de algunas centrales hidroeléctricas se tradujeron en un controvertido aumento temporal de los precios para los usuarios finales. Recordemos que las centrales térmicas se operan principalmente con gas natural, y existe preocupación en el país por un abastecimiento suficiente de este combustible en los años venideros, a pesar de los recientes descubrimientos que tardarán en ser explotados efectivamente.
En este escenario, y dada la oposición social para el desarrollo de centrales energéticas convencionales, resulta imperativo estudiar las interacciones existentes entre las energías renovables variables en las diferentes zonas del país. Estos recursos podrían proporcionar energía de respaldo y complementar la generación hidráulica durante las temporadas de bajas lluvias, incrementando la seguridad energética en el largo plazo.
Complementariedad: primeras conclusiones
El estudio –cuyas primeras conclusiones se expresan en el trabajo de Juan Roberto Paredes y John J. Ramírez– analiza los recursos eólicos y solares en su relación con la hidrología. Las metodologías para calcular su producción de energía fueron confirmadas mediante herramientas de ingeniería en línea. Para la evaluación se utilizaron datos satelitales sobre recursos eólicos y solares procedentes de la base MERRA (por las siglas en inglés de Análisis Retrospectivo de la Era Moderna para Investigación y Aplicación de la NASA).
Para el estudio se seleccionaron trece sitios con potencial para el desarrollo de energía eólica, y catorce para el de energía fotovoltaica.
Los cálculos –presentados en detalle en el trabajo impulsado por el BID, Energías renovables variables y su contribución a la seguridad energética– avalan efectivamente la idea de que el desarrollo de parques eólicos y solares situados en los sitios seleccionados podría servir de respaldo para las centrales hidroeléctricas durante períodos estacionales e interanuales de baja hidrología. Sin embargo, debido a que el marco regulatorio actual no incentiva la complementariedad de los activos de generación basados en energías limpias, las ventajas de esta estrategia de diversificación no son aún valoradas por el mercado energético colombiano.
La publicación también cuantifica por primera vez la variabilidad de estas tres fuentes de energía a través de indicadores como la variabilidad interanual y el índice de recurso, mostrando que la energía solar y eólica presentan una menor variación desde el punto de vista anual que la energía hidroeléctrica lo cual podría tener consecuencias muy positivas en la seguridad energética del país. También esta información puede ser de gran ayuda para el sector privado y la financiación de proyectos de generación solares o eólicos ya que la variabilidad del recurso determina los ingresos de los proyectos a lo largo de su vida útil.
En Colombia, el fenómeno del Niño, exacerbado por el cambio climático, está poniendo a prueba el marco regulatorio del sector eléctrico, lo que representa una oportunidad para analizar regulaciones que abran el juego a los recursos naturales.
Muy interesante e importante. Es igualmente oportuna la evaluación del potencial de la bioelectricidad, por ejemplo producida en sistemas de cogeneración utilizando bagazo en los ingenios azucareros, como un recurso complementario y parcialmente despachable, capaz de reducir la demanda de respaldo térmico basado en fuentes fósiles.