Si bien la preocupación por el ahorro de energía y un consumo más consciente no es una novedad en muchos países del mundo, lo cierto es que el tema fue abordado con medidas cortoplacistas que no alcanzaron para brindar soluciones de fondo.
Desde la primera crisis del petróleo en la década del setenta, los gobiernos han llevado a cabo distintas intervenciones en sus mercados orientadas al ahorro energético. Como respuesta a escenarios de posibles crisis económicas, políticas o ambientales en sus territorios, implementaron de manera esporádica estrategias para reducir el consumo. Estos esfuerzos –enfocados en la coyuntura más acuciante– se abandonaron una vez que la situación dejó de percibirse como amenazante, y los mercados volvieron a comportarse como lo hacían anteriormente.
Sin embargo, en la actualidad la opinión pública en general manifiesta una nueva sensibilidad respecto del cambio climático, la diversificación de las fuentes de energía y la vinculación de estos temas con a la eficiencia energética. Estas expectativas renovadas son una inmejorable plataforma para lograr la sostenibilidad de las políticas públicas diseñadas para acelerar la transición de los mercados hacia una matriz energética más eficiente.
Atentos a estos cambios, los gobiernos han expresado un sólido compromiso con la profundización de medidas de eficiencia energética en sus economías. La región de América Latina y el Caribe (ALC) recién está dando sus primeros pasos en este campo, de ahí su necesidad de estudiar y entender las buenas prácticas desarrolladas en el ámbito mundial para aumentar el impacto esperado.
Eficiencia versus conservación
El objetivo último de un programa de eficiencia energética es logar en el mercado ahorros de energía sostenibles y adicionales (es decir, aquellos que no se producirían si no se hubiera hecho nada al respecto).
Pero mientras la eficiencia energética intenta la utilización de menos energía (aunque económicamente más eficiente) para producir el mismo nivel de servicio o incluso mejor para los consumidores, la conservación promueve el menor consumo, lo que implica prescindir de algunos usos, o utilizar menos cantidad para realizar las mismas funciones. Si bien ambos enfoques fueron objeto de un intenso debate por más de treinta años, hoy la mayoría de los ejecutores de este tipo de iniciativas coincide en que deben diseñarse sobre la base del concepto de eficiencia energética, a fin de preservar la salud y el bienestar de las personas, en primer lugar, y en última instancia la productividad.
En la región de ALC se ha registrado una tendencia a intentar apresurar la obtención de resultados de ahorro por medio de un determinado programa. Sin embargo, la experiencia en varios países demuestra que por este camino es más fácil obtener una disminución del confort de los consumidores y no inversiones en los sistemas energéticos adecuados, de manera que el público difícilmente apoya las intervenciones gubernamentales en esta materia.
Los evaluadores de programas reconocen que la mayoría de las medidas de conservación basadas en la modificación de conductas o cambios operativos tienen una vida útil más corta (aproximadamente un año) que las basadas en inversiones en eficiencia energética. Es decir, si bien la eficiencia energética requiere una mayor inversión inicial, puede conducir a un mayor ahorro sostenible que las medidas de conservación.
Tipos de programas de eficiencia energética
Como todo cambio, la puesta en marcha de un programa de eficiencia energética puede encontrar diversas barreras institucionales, culturales, financieras, técnicas y de mercado. Será la atenta mirada del analista la que mensure cada una estas trabas y vislumbre las oportunidades que se le presentan en cada caso. Son muchos los tipos de programas de eficiencia energética que se pueden aplicar, a saber:
- Programas de retiro: buscan desmantelar o reciclar equipos ineficientes del mercado.
- Códigos, estándares y programas de etiquetado: se trata de hacer cumplir los niveles obligatorios de eficiencia en edificaciones y productos, al tiempo que se informa a los consumidores acerca de la huella energética de los bienes y servicios que consumen.
- Programas de educación, capacitación y concientización: el objetivo es brindar información y formación a los consumidores.
- Programas de incentivos / subsidios: la idea es proporcionar incentivos a los usuarios finales para que puedan adoptar tecnologías más eficientes.
- Programas de transformación de mercado: son medidas que intentan cambiar el funcionamiento del mercado en materia de energía.
- Programas de financiamiento: mediante el acceso a capital de riesgo se busca incentivar cambios profundos en la matriz energética.
- Programas de cambio de combustible: por esta vía se persigue el incremento del uso de una fuente de energía que sea más deseable desde el punto de vista de la estrategia nacional.
Estos son, a grandes rasgos, los temas abordados de la Guía C de la Serie sobre Eficiencia Energética editada por el BID. Con un tratamiento técnico y exhaustivo, el trabajo Diseño de Programas de Eficiencia Energética está dirigido a ejecutores de este tipo de medidas en instituciones locales, en particular a funcionarios gubernamentales, funcionarios de empresas de energía y todos aquellos profesionales de áreas afines interesados en familiarizarse plenamente con el diseño (o reforma) del marco institucional, jurídico y regulatorio de la eficiencia energética.
Como todas las guías de esta serie, se trata de un estudio profesional, realizado sobre la base de las enseñanzas surgidas de las buenas prácticas acumuladas durante más de treinta años de implementación de este tipo de programas en distintos países del mundo.
Acerca de la Guía C: Diseño de programas de eficiencia energética.
Autores: Dufresne, Vincent; Langlois, Pierre; Couture-Roy, Marie; Flamand, Sébastien.
El presente volumen hace parte de la Serie de Guías de Eficiencia Energética de la División de Energía del Banco Interamericano de Desarrollo, cuya publicación responde a la carencia de información de fácil acceso y en castellano sobre temas relativos a la eficiencia energética en los países de América Latina y el Caribe. Esta guía contiene ejemplos concretos de proyectos realizados en el ámbito regional y mundial. Cada volumen trata de aspectos específicos de la eficiencia energética, como por ejemplo las formas de financiamiento y el diseño de programas, las justificaciones que subyacen a la intervención gubernamental en este campo, los marcos institucionales necesarios, iniciativas de estándares y etiquetado, compañías de servicios energéticos y contratos de servicios energéticos por desempeño. La Guía C: Diseño de programas de eficiencia energética está dirigida a ejecutores de medidas de eficiencia energética en instituciones locales, y en particular a aquellos funcionarios de gobiernos locales que vayan a emprender programas de eficiencia energética, o que deseen mejorar y/o transformar sus prácticas en dichos programas. Adicionalmente, se quiere llegar a aquellos funcionarios de empresas de energía que se propongan a implementar medidas de eficiencia energética –bien sea en el área de gestión de demanda (DSM, por sus siglas en inglés) o en respuesta a la existencia de una nueva norma–, y a quienes se desempeñan en instituciones locales (secretarías de gobierno, departamentos, ministerios y entes reguladores) y quieran familiarizarse plenamente con el diseño (o reforma) del marco institucional, jurídico y regulatorio de la eficiencia energética.
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