Hace una década, el futurólogo Daniel Pink resaltaba el paso de una edad industrial a una edad del conocimiento, adelantando ya una siguiente, la que llamó edad conceptual. Esta última ponderaría la creatividad, el diseño, la capacidad de síntesis y la empatía como fuentes de riqueza y desarrollo económico.
Hoy constatamos la llegada de esa edad conceptual con la creatividad ejerciendo papel central como motor de desarrollo, lo que ha resultado en un cambio de paradigmas.
Los bienes y servicios creativos emanados del talento, la propiedad intelectual y el patrimonio cultural hoy son relevantes no sólo como insumos para la industria del entretenimiento, sino también como fuentes para incrementar la productividad, la atracción de talento y el dinamismo de las ciudades.
Este universo que en el BID hemos llamado Economía Naranja, tradicionalmente representado en subsectores clásicos como el cine o la artesanía, hoy se ve enriquecido por aquellos subsectores emergentes como la industria de la moda, el diseño gráfico e industrial , los videojuegos o el software.
Las exportaciones culturales a nivel global se han duplicado en la última década, alcanzando en 2013 la cifra de 212.800 millones de dólares, algo así como todas las exportaciones de Argentina, Chile y Colombia juntas. Hoy los commodities tradicionales fluctúan de forma incierta, pero en América Latina y el Caribe tenemos la gran oportunidad en seguir invirtiendo en nuestros talentos para lograr que la creatividad sea el commodity más importante y así ser más competitivos en los mercados internacionales.
América Latina y el Caribe tiene el reto de insertarse plenamente en esta carrera, pues aun cuando en la región se produce el 6,12% de las exportaciones totales de bienes a nivel mundial, la industria cultural regional apenas contribuye con el 1,22%, lo que demuestra que aun existiendo talento, éste tiene todavía un enorme potencial por desarrollar.
La buena noticia es que las soluciones están más cerca de lo que pensábamos. Por eso apostamos por el concepto de las Kreatópolis, aquellos espacios que permiten a ciudadanos y empresas trabajar juntos para innovar y prosperar, situando la creatividad y las industrias culturales en el centro del desarrollo económico.
Las Kreatópolis son espacios que conectan ideas y personas, en los que se combinan e iteran miles de posibilidades, gracias a la densidad y a las economías de escala, potenciando y ensanchando los límites de la mente. Esos son los brotes naranjas que queremos sembrar y esos son los ecosistemas que debemos alimentar.
Alcanzar esta idea no es una utopía. Ya existen ciudades en la región concebidas como centros de innovación en los que las nuevas empresas, los innovadores y artistas quieran vivir y trabajar. Buenos Aires con sus Distritos Económicos, Recife con Porto Digital y Guadalajara con la Ciudad Creativa Digital, son ejemplos a seguir.
Debemos adaptarnos a este nuevo paradigma fomentando una cultura basada en la curiosidad, la innovación, el espíritu empresarial y el respeto por la propiedad intelectual en las primeras etapas de la educación. Ya estamos plenamente en la era del conocimiento, y cuando menos lo pensemos, estaremos en la siguiente.
Ven y explora estas posibilidades en la sesión Kreatópolis: La revolución que está cambiando nuestra manera de vivir —esta es mi intervención—, parte de los seminarios que tuvieron lugar durante la Reunión Anual de Gobernadores del BID, desde Nassau, Bahamas. El evento tuvo lugar el 8 de abril. Pásanos tus comentarios por twitter en @BID_Idear y únete a la conversación naranja.
Lida María Roldan dice
Muy interesada y actuante en la promoción y futuro de la #economianaranja #foronaranjabogota 13de abril Corferias, genial Kreatopolis