¿Crees que Hollywood es exitoso? ¿Qué pensarías si te dijéramos que un país africano es el segundo productor de películas del mundo? Se trata de Nigeria y su industria cinematográfica, más popularmente conocida como Nollywood. El crecimiento en el número de producciones ha sido tal, que para 2014 llegó a generar alrededor de 50 películas por semana, colocándose apenas debajo de India (Bollywood), pero por encima de Hollywood.
El cine es más que entretenimiento, también es desarrollo. Hoy en día, más de un millón de personas tienen trabajo gracias a esta industria. Esto la hace la segunda fuente más importante de generación de empleo en Nigeria, sólo detrás de la agricultura. Tan importante se ha vuelto el cine, que ya representa el 1.42 % del Producto Interno Bruto del país.
Nigeria es un país con una historia muy reciente como nación independiente (apenas en 1960), y que ha tenido que enfrentar luchas civiles y crisis económicas. Aunque la industria petrolera es uno de los motores del país, pues genera alrededor del 90 % de sus ingresos, ese país “africano no solo es petróleo”. Nigeria hoy en día, también es economía creativa.
Así que nos preguntamos, ¿Esto puede suceder en América Latina y el Caribe? Para saber si Nollywood es replicable, es necesario analizar el secreto de su éxito y su historia.
En 1990 la Autoridad Nigeriana Televisiva, el único productor del país, dejó de generar contenido poniendo en la calle a muchos talentos. De esta crisis, algunos vieron una oportunidad y encontraron en la industria cinematográfica, una opción para generar nuevos trabajos en medio de los retos políticos, sociales y económicos. Su prioridad no era volverse ricos, pero si, tener trabajo y dinero suficiente para sobrevivir.
Además del desempleo, había un problema muy grave de inseguridad en las calles, por el que muchos habitantes dejaron de salir por la noche. Sin embargo, la necesidad social de diversión persistía. Es ahí, donde las películas en video fueron la solución, ofreciendo entretenimiento sin tener que alejarse de casa. Para hacerlas atractivas, los productores buscaron exhibir temas muy cercanos a la vida diaria de la población. Incluso, algunas se produjeron en el idioma de comunidades locales, lo que atrajo audiencias completamente nuevas, ya que el idioma era una barrera de acceso a otros mercados dentro de Nigeria.
El conocimiento del mercado fue clave. Los iniciadores de Nollywood sabían que, en la búsqueda del entretenimiento, las películas tenían que ser económicamente accesibles al bolsillo de los nigerianos. En la década de 1990, dos terceras partes de su población (118 millones de personas), vivían por debajo de la línea de pobreza, y una tercera parte sobrevivía con menos de un dólar al día.
En 1992 se produjo la que se considera como la primera producción del exitoso “home video” Nollywoodense: Living in Bondage (viviendo en esclavitud). Esta fue realizada con apenas unos cientos de dólares y además se filmó en lengua Igbo, lo que fue clave para poder alcanzar nuevas audiencias. El siguiente paso fue la película Glamour Girls, la primera producción en inglés, y que abrió el camino para ampliar todavía más su alcance.
¿Y los retos?
Estos no han sido menores, el éxito implicó muchos sacrificios, y una combinación de habilidades, conocimientos e innovaciones. Por ejemplo, Okechukwu Ogunjiofor, co-escritor, productor y actor en Living in Bondage, antes de la película se vio obligado a vender productos de belleza en la calle.
Hoy día la piratería es su archienemigo. Muy útil al inicio para copiar y distribuir las películas, pero actualmente ésta provoca la pérdida de casi un millón de trabajos según estimaciones. Es por ello que resulta necesario la intervención pública, como una reciente publicación del BID propone. Esta destaca la importancia, políticas hechas a la medida para la economía creativa, las cuales pueden ser horizontales (por ejemplo, a través de marcos regulatorios) o verticales (por ejemplo, con la creación de programas de capacitación).
El caso de Nigeria muestra que las industrias creativas pueden florecer aun en las condiciones más precarias. La clave fue recurrir a historias propias, utilizar el lenguaje cotidiano, incluir a nuevas audiencias y aprovechar las ventajas de la economía digital. La próxima vez que te sientes a entretenerte con una película y disfrutar tus palomitas, recuerda que el cine además, es desarrollo.
Una versión similar de este artículo apareció en El Pais
Helga Flores Trejo, Especialista industrias creativas, Banco Inter Americano de Desarrollo
Esteban Santamaria, Consultor industrias creativas, Banco Inter Americano de Desarrollo
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