La igualdad de género es un principio fundamental para el desarrollo humano y el progreso social. Sin embargo, en el ámbito laboral, las mujeres siguen enfrentando múltiples barreras y desigualdades que limitan su participación, el acceso a posiciones de liderazgo, su remuneración y por ende su empoderamiento económico. Estas brechas de género tienen consecuencias negativas tanto para las mujeres como para la sociedad en su conjunto, ya que afectan al bienestar, al crecimiento y a la diversidad de las expresiones culturales y creativas. Datos muy impactantes que sustentan esto son:
- En el sector gastronómico, de los cientos de restaurantes premiados con la estrella Michelín que se otorgan desde 1931, sólo el 9,2% de las cocinas están dirigidas por mujeres, según datos de la Guía Michelin.
- Todos los estudios sobre resiliencia ante las crisis resaltan la necesidad de diversidad en los cargos directivos. Las empresas que cuentan con al menos un 30% de mujeres en sus directorios aumentan su rentabilidad en hasta un promedio de 40% más que en aquellas integradas solo por hombres.
- Según un estudio de Género, gamers y videojuegos, 7 de cada 10 mujeres afirma conocer videos sexistas (73.8%) donde la mujer tiene un rol cosificado y sexualizado como forma de discriminación.
A nivel global, existe una brecha de 26 puntos porcentuales entre la participación de las mujeres y los hombres en la población activa, que se aproxima al 49 % y al 75 % respectivamente (OIT, 2018). Además, las mujeres tienen más dificultades para encontrar empleo que los hombres, y cuando lo consiguen, suelen hacerlo en puestos de baja categoría y en condiciones de vulnerabilidad. En 86 países, las mujeres enfrentan algún tipo de restricción laboral, y 95 países no garantizan la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor (Banco Mundial, 2022).
Estas brechas varían notablemente entre las diferentes regiones del mundo, siendo más pronunciadas en aquellas con menor nivel de desarrollo económico y social. Por ejemplo, en África del Norte y los Estados Árabes, el índice de desempleo femenino supera el 16 %, mientras que en América Latina y el Caribe es del 10 % (OIT, 2018).
También existen diferencias significativas entre los países dentro de cada región. Por ejemplo, en América del Sur, la participación laboral femenina varía desde el 65,6 % en Ecuador hasta el 83 % en Bolivia (BID, 2021).
En América Latina y el Caribe, la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto desproporcionado sobre el empleo femenino. Según la OIT (2022), más de 4 millones de mujeres no han logrado retornar al trabajo tras la crisis sanitaria. Además, se estima que la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 17 % en promedio regional (OIT, 2019). Estas cifras reflejan las persistentes desigualdades estructurales que afectan a las mujeres en el mercado laboral latinoamericano.
En algunos sectores existe alta representación femenina pero no tienen tanta visibilidad. El Instituto Nacional de Cine y Audiovisual de Argentina (INCAA) compartió que de 238 películas que se estrenaron en Argentina en 2018, sólo el 19 % fueron dirigidas por mujeres y el 27 % tenían directoras de fotografía. Y, acentuando los prejuicios, las mujeres representan el 85 % de la industria en maquillaje y peluquería, con un 78 % en gestión de vestuario. (IFACCA, 2022)
A pesar de que la economía creativa ha tenido un activo rol en la visibilizarían de las brechas de género, la disponibilidad de información y análisis sobre cómo se materializan específicamente en el mercado laboral latinoamericano aún es limitada. Por este motivo, el año pasado, junto a la investigadora chilena Sofía Lobos, el BID trabajó en un primer informe titulado: Brechas de Género: trabajo femenino en sectores culturales y creativos, con el objetivo de plantear un marco y antecedentes que permitan indagar en los condicionantes del trabajo femenino, específicamente en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Uruguay, en las artes escénicas, artes visuales, sector audiovisual, música y videojuegos. Como era de esperarse, el informe revela que las mujeres tienen una menor participación laboral que los hombres en todos los sectores analizados. Asimismo, muestra que las mujeres enfrentan barreras para acceder a puestos de liderazgo y decisión creativa, así como para obtener una remuneración justa y equitativa por su trabajo.
Todo esto era esperable, pero aún hacen falta datos concretos y relevamiento sistemático del sector. Por tal motivo, actualmente se está trabajando en una segunda investigación a fin de aportar evidencia empírica y recomendaciones que puedan contribuir a mejorar las políticas de género en el sector cultural en la región, en otras palabras, contribuir al diálogo y al desarrollo de estrategias que fomenten una mayor inclusión y equidad en el ámbito cultural y creativo, en cuatro países: Argentina, Colombia, México y Perú. La investigación contempla dos enfoques fundamentales: el de los derechos culturales y el de la economía creativa. El enfoque de los derechos culturales resalta el derecho fundamental de todas las personas a participar en la vida cultural, a expresar su identidad y creatividad. Bajo este eje, se enfatiza que las mujeres deben tener igualdad de acceso, producción y difusión de la cultura. Por otro lado, el enfoque de la economía creativa subraya el valor económico de las actividades culturales y creativas y el papel crucial de las mujeres en la dinamización de este sector, a pesar de enfrentar brechas en términos de acceso al mercado, ingresos, propiedad intelectual y financiamiento.
En conclusión, la reducción de las brechas de género en las industrias creativas y culturales es esencial para promover la igualdad de oportunidades, la diversidad y el enriquecimiento del panorama cultural global.
A medida que nos esforzamos por crear sociedades más justas e inclusivas, debemos reconocer y abordar las disparidades de género que persisten en estos sectores. La participación equitativa de hombres y mujeres en roles creativos y de liderazgo no solo fortalece la representación y la autenticidad de las narrativas culturales, sino que también fomenta la innovación y el desarrollo de nuevas perspectivas.
Para lograrlo, se requiere un compromiso de instituciones, empresas y sociedad civil organizada para implementar políticas y prácticas que fomenten la igualdad de género, la inclusión y el empoderamiento de las personas involucradas en las industrias creativas y culturales. Solo así podremos aprovechar plenamente el potencial creativo y humano de nuestras comunidades y construir un futuro más equitativo y pleno de oportunidades.
Si quieres conocer más sobre este tema en nuestro sector, descarga nuestra última publicación sobre Brechas.
Leave a Reply