Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Classrooms_in_Haiti#/media/File:Defense.gov_photo_essay_110616-D-BC253-003.jpg
La inscripción de un niño en la escuela pública es muchas veces un proceso engorroso, que requiere mucho tiempo y paciencia y cuyo resultado tiene un alto grado de incertidumbre. En algunos países, la inscripción se hace un día específico y por orden de llegada, lo cual se traduce en padres haciendo colas en la madrugada para contar con mayores posibilidades de que sus niños puedan asistir a la escuela de su preferencia, siendo una situación que se presta para la falta de transparencia.
La inscripción de un niño en la escuela, más allá de ser un deber y un derecho, es un proceso administrativo clave para la buena gestión de la información del sistema educativo. La información recogida en el mismo no solo contribuye una mejor planificación y ejecución de las políticas educativas, sino que es el punto de partida del seguimiento que se debe hacer de cada estudiante hasta que egrese del sistema.
Este trámite forma parte de los analizados por el proyecto Simplificando Vidas en seis países de América Latina y el Caribe[1]. Esta inciativa tiene como objetivo contribuir a la mejora de servicios públicos transaccionales (trámites) mediante la medición de la calidad con que son prestados y la satisfacción experimentada por los ciudadanos con los mismos. En anteriores blog posts les hemos presentado los casos de los trámites obtención de un beneficio por discapacidad y denuncia de un hurto[2].
Tal como se puede observar en el siguiente gráfico, la calidad con la que se presta la inscripción en la escuela pública (es decir, qué tan cercano está el proceso a las buenas prácticas de gestión de trámites) no está entre las mejores, pero tampoco, en el promedio regional, es baja (5,9, por encima de 5,5, que es el punto medio de una escala que va de 1 a 10).
Sin embargo, debe considerarse que se detectó una diversidad muy grande entre los países, siendo la inscripción en la escuela en uno de los países el servicio de menor calidad en toda la región, con una puntuación de 3,5 en la escala de 1 a 10.
Los casos de bajo puntaje se deben principalmente a un procesamiento basado totalmente en papel y planillas, o a que se requiere realizar el trámite todos los años y no solo en el primero, o a que se obliga a que los padres hagan fila desde tempranas horas de la madrugada, en algún caso teniendo que participar distintos miembros de una misma familia en diferentes filas al mismo tiempo.
En cuanto a la satisfacción (la experiencia que tuvieron los ciudadanos), tal como se puede apreciar en el siguiente gráfico, habría, en el promedio regional, un leve grado de insatisfacción (por debajo de 5,5 pero muy cercano). Y a pesar de las diferencias de calidad recién mencionadas, la satisfacción estuvo en niveles similares en los distintos países.
El estudio menciona algunas buenas prácticas que pueden tenerse en cuenta a la hora de implementar mejoras al servicio. La primera de ellas es definir criterios claros y transparentes de asignación de niños a las escuelas, de manera de evitar largas colas o discrecionalidades en el enrolamiento. Complementario a lo anterior es la automatización de los procesos de inscripción. Uruguay tiene un caso exitoso de preinscripción de niños a través de la vinculación entre el sistema informático del sector educativo (GURÍ) y la base de datos de la Dirección Nacional de Identificación Civil. Por este mecanismo, el órgano rector va siendo informado en tiempo real de los niños que van naciendo, lo cual le permite planificar con varios años de anticipación los recursos con los que satisfará la demanda y detectar a tiempo niños que no hayan sido inscritos oportunamente.
[1] Chile, Ecuador, Panamá, Paraguay, Trinidad y Tobago y Uruguay.
[2] Además de estos 2 servicios, el proyecto Simplificando Vidas analizó también el registro de un recién nacido, la solicitud de hora con médico en hospital público y la renovación de un documento de identidad.
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