Actualmente hay mucho debate sobre los impactos que ocasionan los modos emergentes de transporte basados en aplicaciones y la forma en la que se deben regular. El más antiguo y a la vez el más popular de esta ola de nuevos servicios es el de “ride-hailing”, también conocido por otros nombres como “taxi por aplicación” en México, “servicios por plataformas” en Colombia, o “ridesourcing” en literatura académica más especializada. Los viajes en ride-hailing son ofrecidos por empresas como DiDi, Uber, InDrive, Cabify o Lyft mediante una aplicación que conecta a usuarios con conductores y, dependiendo de la aplicación, la tarifa se puede conocer con anticipación, ser negociada y finalmente pagada de manera electrónica. Igualmente, algunas alternativas de ride-hailing permiten compartir el viaje (y la tarifa) con otros usuarios.
Investigaciones recientes en varias ciudades del mundo muestran consistentemente que los viajes en ride-hailing son atractivos cuando el propósito del viaje es ocio, recreación, visitar a alguien, o atender algún asunto médico. Así mismo, el principal segmento de usuarios son personas jóvenes con educación universitaria e ingresos superiores al promedio de la población. Una particularidad de Latinoamérica y el Caribe, y probablemente también de otras regiones en el Sur Global, es que las mujeres tienden a usar más estos servicios que los hombres. La explicación para este mayor uso incluye el poco acceso a vehículos privados por parte de las mujeres y que regularmente las mujeres tienen más responsabilidades de cuidado lo que ocasiona que tengan que hacer más viajes por asuntos médicos.
Otro factor que puede inducir a que las personas hagan más viajes de ride-hailing es el miedo al crimen en el transporte público, que contrasta con la tecnología incorporada en ride-hailing que puede ser percibida por los usuarios como una forma de mejorar su seguridad. En Latinoamérica y el Caribe las mujeres se ven afectadas de manera desproporcionada por la inseguridad, sobre todo en crímenes de acoso sexual y de violencia de género. Tomando las zonas metropolitanas de Bogotá, Medellín y Ciudad de México, en un estudio reciente validamos la hipótesis de que la vulnerabilidad que perciben las personas en el transporte público es un mediador para que se hagan más viajes de ride-hailing e incluso para que tengan mayor voluntad de pagar por estos servicios si la tarifa se reduce o si sus ingresos mejoran. Igualmente, comprobamos que las características en los servicios de ride-hailing (confianza en el tiempo de viaje, facilidad para transferir a otros modos, facilidad para acceder al servicio, profesionalismo del conductor, confort, limpieza y costo) y sus percepciones de seguridad (contra accidentes, robo y violencia o abuso sexual) también hacen que las personas se vean atraídas.
Estos resultados dejan varias reflexiones sobre los impactos de la movilidad basada en aplicaciones y su regulación. Por ejemplo, es claro que para algunos viajes el ride-hailing proporciona una alternativa de movilidad segura, llenando vacíos que deja el transporte público. Las más beneficiadas son las mujeres, principalmente las que tienen la capacidad económica para pagar una tarifa que es mucho más costosa que la del transporte público. Las mujeres que no pueden pagar dicha tarifa cuando se sientan vulnerables en el transporte público se verían obligadas a viajar con miedo o abstenerse de viajar, lo que las pondría en riesgo de quedar socialmente excluidas. Esto también llama a pensar en políticas públicas (y regulatorias) innovadoras. Por ejemplo, sería interesante que las aplicaciones de ride-hailing ofrecieran viajes a crédito para que sus usuarios con menos recursos los puedan usar en los momentos donde consideren que corren más riesgo.
Por otro lado, y tal vez aún más importante, la evidencia muestra que la tecnología es un mecanismo para que los ciudadanos se sientan más seguros y usen un determinado modo de transporte. Una parte de las percepciones de vulnerabilidad en el transporte público se puede mitigar con la incorporación de tecnología. Sistemas de información al viajero con rutas, horarios y tiempos de viaje, así como botones de emergencia que disparen una acción real por las autoridades son iniciativas que se han discutido mucho en los países de Latinoamérica pero que han fallado en su implementación.
Los resultados sirven como advertencia sobre el efecto de la disminución de la calidad del transporte público en aquellos que tienen la capacidad de pagar otras alternativas, como el transporte compartido en ciudades que aún dependen en gran medida del transporte público, y la necesidad de más acciones que mejoren la percepción, seguridad y protección en dichos servicios. Esto podría generar regulaciones en torno a la fijación de precios en servicios de ride-hailing que aumenten los ingresos estatales y así favorecer a usuarios que dependen del transporte público.
Futuros estudios pueden basarse en los hallazgos y métodos anteriores para explorar problemas similares en otras ciudades de la región, particularmente aquellas en las que los servicios de transporte compartido apenas están ingresando a los mercados. Una mayor investigación sobre los determinantes del uso de los servicios de transporte compartido y en particular el transporte público, puede contribuir a debatir el papel de dichos servicios en un sistema de movilidad urbana en constante cambio y los desafíos que implican para la política y la regulación.
Descarga la nota técnica Ready to Ride: security and transit-related determinants of ride-hailing adoption in Latin America para conocer los hallazgos de este estudio.
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