La falta de seguridad vial es un problema de salud pública y de desarrollo, no solo generando pérdidas materiales y recursos, sino también pérdidas de vidas y lesiones permanentes, particularmente la de niños y jóvenes. Según el último Informe Global de la Seguridad Vial (2018) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las lesiones causadas en el tránsito son la primera causa de muerte de niños de 5 a 14 años y jóvenes entre los 15 y los 29 años de edad. ¿Tú crees que estos son “accidentes”? Actualmente se estima que en América Latina y el Caribe mueren cerca de 50 niños diariamente por lesiones causadas en el tránsito. ¡Esto es INDIGNANTE e INACEPTABLE! Debe de poderse prevenir y evitar.
Cuando se habla de seguridad vial hay que considerar que inciden una serie de factores diferentes y por lo tanto tiene que ser intervenida en múltiples dimensiones.
El enfoque tradicional es el que sugiere que los siniestros de transito/la seguridad vial son responsabilidad exclusiva de los usuarios individuales. Todavía hoy se suele escuchar “el error humano es un factor que incide en el 90% de los siniestros de tránsito”, por lo que la respuesta inmediata suele ser el persuadir a los usuarios para que adopten un comportamiento “libre de errores”. De acuerdo con esta lógica, la información, la publicidad, la “concientización” deben ser la columna vertebral de la prevención de las lesiones en el tránsito, en lugar de ser un elemento de un programa mucho más completo.
Sin embargo, en el comportamiento humano incide el contexto y el entorno. Las influencias indirectas como la oferta, el diseño y la distribución de la vía (de la ciudad misma), la naturaleza del vehículo y las leyes de tránsito y su aplicación (o falta de aplicación) afectan el comportamiento de manera importante. Por esta razón, el uso de la información y la publicidad por sí solas no tienen éxito en la reducción de las colisiones porque los errores pueden reducirse efectivamente cambiando el entorno inmediato.
¿El problema es que la gente camina por la calle? ¿O que no hay sendas peatonales?
En muchas ocasiones las personas, a falta de opciones de transporte más eficientes y convenientes, o vías adecuadas, optan por formas más inseguras de transporte. Por eso, tenemos que trabajar activamente sobre los factores de riesgo, para que las cosas cambien de verdad:
- Factores económicos que impiden acceder a un transporte seguro,
- Factores demográficos y prácticas de planificación que influyen en la duración o la elección del modo de viaje,
- Mezcla de tráfico motorizado de alta velocidad (de mayor peso y dimensiones) con usuarios vulnerables (peatones, ciclistas y motociclistas),
- Articulación de la función vial con la definición de los límites de velocidad,
- Diseño de vías según tipo de usuarios.
Recientemente el Área Estratégica de Seguridad Vial del BID lanzó un kit de herramientas sobre “Caminos Seguros a la Escuela” elaborado en colaboración con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), World Resources Institute (WRI) México y cuatro países de la región (Chile, Argentina, Ecuador y Panamá). Si bien este trabajo fue desarrollado y dirigido específicamente para escuelas, buscando mejorar los trayectos de los niños y por lo tanto su seguridad en las vías; sus principios y metodología son aplicables a otras edificaciones, como los centros de salud, hospitales, terminales de buses, entre otros.
Dentro de la estrategia propuesta por la iniciativa, se incluye la realización de un diagnóstico de la situación y del entorno de las escuelas, con el fin de estudiar las variables y definir las líneas de acción más convenientes con enfoque comunitario y local. Esto es una tarea de escala urbana o territorial, que involucra diferentes actores, los gobiernos locales, las escuelas, los padres y las madres, los y las maestras, los vecinos, y a ti como ciudadano y parte de esa comunidad.
El kit incluye también una serie de medidas de diseño de espacios, que, dependiendo del análisis previo, pueden ser necesarias, y las ordena en cinco grupos:
- Medidas para calmar el tráfico, entre ellas el estrechamiento de carril, reductores de velocidad, las calles peatonales y las chicanas.
- Medidas para cruces, como las intersecciones y pasos elevados, las mini glorietas, las medianas y los refugios peatonales.
- Aceras, incluyendo extensiones de acera, rampas, paradas de autobús.
- Instalaciones para bicicletas, como ciclovías, senderos de uso compartido o redes para bicicletas.
- Señalización y otros elementos, como los esténciles, las líneas de detención y la iluminación.
El kit “Caminos Seguros a la Escuela” ha sido publicado en dos versiones, buscando ser accesible a un público más amplio. Te invitamos a revisarlo y a usarlo:
- Kit de herramientas educativas para fomentar rutas seguras en centros educativos.
- Plataforma en línea de acceso público.
¿Qué más podemos hacer?
No es necesario esperar a tener la escuela o el centro de salud funcionando para empezar a pensar en la seguridad vial. Existen varias cosas que podemos hacer desde el momento de pensar el proyecto. Aquí algunos ejemplos concretos:
Elegir una localización segura:
En 2018, la Unidad de Infraestructura Social (UIS) publicó Dónde Sí, Dónde No, Guía para la selección de terrenos para construir proyectos de infraestructura social, en donde propone una metodología para la la selección de terrenos que incluye un enfoque territorial y multidisciplinario. En ella se identifican tres aspectos claves a considerar en la etapa de planificación, dirigidos a elegir la localización del proyecto:
- Demanda o necesidad
- Accesibilidad
- Amenazas y riesgos
Como los proyectos de infraestructura social implican el traslado de un gran volumen de personas, el análisis de la accesibilidad, incluyendo cercanía con los beneficiarios, cobertura del transporte público, accesos vehiculares y peatonales es sumamente relevante. Para desarrollar este análisis en la etapa de planificación se puede considerar el estudio de diagnóstico de seguridad vial que propone el kit Caminos Seguros a la Escuela.
Buscar apoyo de la comunidad:
Un diagnóstico de seguridad vial puede ser útil para los gerentes de proyecto de infraestructura social, porque les permite conocer cómo se comportará el entorno de la escuela, y definir el alcance de obras necesarias para que los usuarios puedan acceder en condiciones seguras.
Probablemente la mayoría de estas obras excedan el alcance de sus propios proyectos, y deban recurrir a otros actores clave o interesados en aportar y dotar de condiciones seguras al entorno. Indudablemente el abordaje de la seguridad vial tiene una escala territorial, por lo cual el principal socio podría ser la municipalidad. Aunque el diagnóstico le permitiría también tener elementos sólidos para convencer a la comunidad y al sector privado de aportar en el esfuerzo conjunto de hacer que los caminos sean más seguros para todos. Aquí un TIP: Si las calles son accesibles y seguras para los niños, éstas son seguras para todos y benefician a toda la gente.
Poner un granito de arena:
Es posible aportar a la seguridad vial si al momento de realizar los diseños del edificio y del espacio exterior incorporamos algunas obras menores que con un costo relativamente mínimo, pueden generar un gran aporte al proyecto.
Si vamos a licitar la construcción de una escuela o un centro de salud, ¿por qué no incluir que el contratista pinte los cruces peatonales o construya la parada del bus? Y si somos más ambiciosos, ¿por qué no incluir la construcción de algunos tramos de ciclovía, de la extensión de la acera o la colocación de reductores de velocidad y deseñales luminosas?
Por lo tanto, la instancia de realización del diseño previo a la construcción es otro momento de oportunidad, ya que podemos incorporar al alcance algunos elementos básicos, aun cuando estén por fuera del terreno específico del edificio.
Esta estrategia de incorporar en los proyectos de infraestructura social elementos que tradicionalmente no se consideraban o no estaban incluidos, fue desarrollada por la UIS en la Guía Incorporación de servicios públicos en proyectos de infraestructura social. Ahí se propone incorporar, en los casos que sea necesario, el suministro de agua, saneamiento, energía, internet, tratamiento de residuos y accesos a los proyectos, garantizando la integración y la coordinación de las acciones.
Concebir los proyectos de infraestructura social con un enfoque multisectorial, de integralidad y prevención, brinda muchas oportunidades de maximizar esfuerzos y evitar descoordinaciones con intervenciones aisladas posteriores. La posibilidad de incorporar la seguridad vial desde el inicio del proyecto es algo simple y posible y, con pequeños actos, podemos dar grandes pasos, y SEGUROS!
Sí tú crees que realizar estos cambios es posible y quieres ser parte de esta transformación en tu comunidad o tienes alguna idea innovadora de cómo podemos expandir e IMPLEMENTAR este conocimiento y herramientas ¡Escríbenos a BIDtransporte@iadb.org y comparte esta información!
¡Recordemos que acceder a una infraestructura de forma segura es un derecho de todos!
Sigue la conversación en Twitter @BIDtransporte.
Excelente referencia y aporte, muchas gracias!.
En nuestras experiencias de diseño y construcción de parques en Colombia (y espacios públicos en general), hemos involucrado a población de la zona en actividades de Codiseño (desde infantes a adultos mayores), y en fase de obra conjuntamente con los contratistas, invitamos a las personas de las mismas comunidades a que participen en las construcciones de los espacios.
Quisiera saber si cuentan y pueden referir ejemplos similares realizados en Latinoamérica, o nuevas metodologías de trabajo cocreativo para el diseño urbano.
Un saludo!