Aunque expertos y autoridades promuevan alternativas de transporte diferentes al automóvil, los resultados no son fáciles de obtener. Está claro que comprando más y más automóviles no vamos a llegar a ninguna parte. Sin embargo, en comunidades donde el automóvil es sinónimo de status es muy difícil preguntarnos sobre las consecuencias de la congestión vial sin perder la atención de nuestras audiencias con el último modelo de Mercedes Benz. ¿Será que si ponemos la salud y la obesidad en la ecuación podemos disminuir el uso del automóvil y empezar a utilizar formas de transporte más limpias como las bicicletas y el transporte público?
Hay una cantidad de estudios que demuestran los beneficios para la salud de la movilidad limpia. El uso del transporte público está relacionado con mayores niveles de actividad física y menores tasas de obesidad. Aunque se recomienda que el adulto promedio haga al menos 30 minutos diarios de actividad física moderada, en Estados Unidos menos del 10% de los adultos lo cumplen. Diversos estudios muestran que los usuarios de transporte público dan en promedio 30% más de pasos y pueden llegar a ahorrar hasta US$5.500 en gastos médicos a lo largo de su vida.
Y ¿qué rol cumple la infraestructura en hacernos más o menos activos físicamente? La presencia de andenes y ciclo-rutas está asociada con mayores tasas de ejercicio y menor incidencia de obesidad. Una encuesta con más de 11.500 participantes en 11 países encontró que los residentes de urbanizaciones con andenes tienen una mayor probabilidad de ser físicamente activos. Las bici-rutas también son efectivas para inducir el ejercicio. Un estudio en varias ciudades de Estados Unidos mostró que por cada 1% en el incremento en la longitud de bici-rutas hay un aumento del 0,31% en el número de usuarios de bicicletas.
¿Podríamos entonces pensar en el diseño urbano como una herramienta para estimular la actividad física? Eso sugieren los datos. Los diseños urbanos amables con presencia de andenes, bici-rutas, usos mixtos y acceso al transporte público pueden tener un impacto en la disminución de los efectos negativos del sedentarismo y la falta de actividad. En el Banco Interamericano de Desarrollo promovemos el transporte activo dentro de las iniciativas de transporte sostenible las cuales buscan, entre otros objetivos, minimizar el número de viajes motorizados en las ciudades de la región.
Para acceder a mayor información recomiendo la lectura de Active Transportation: Making the Link from Transportation to Physical Activity and Obesiy de Daniel A. Rodriguez.
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Carlos, El artículo tiene muchas cosas ciertas pero muchas NO aplican a nuestra realidad en Bogotá, probablemente por que se sigue pensando que tener vehículo es cuestión de estatus, realmente es una necesidad para movilizarnos en ésta gran ciudad, para poder trabajar, para cuidarnos del clima, para proteger nuestra seguridad, ya que los otros medios de transporte mencionados mas las motos son los que mayor indice de muertos dejan en nuestra querida Bogotá.
Hay que pensar en decisiones de fondo y tomarlas ya, dejar de pensar en pequeño, aqui necesitamos es grandes autopistas, incentivar el uso del vehículo compartido, quitar restricciones que impiden un mejor crecimiento económico como el pico el placa, pero con obras, hace cuanto no se inauguran nuevas avenidas en las ciudades?.
Esta es otra óptica de la situación, queda el debate.
Gracias por el comentario. Las grandes ciudades están apostando por disminuir el uso del auto particular. Mira por ejemplo Madrid, que por muchos años construyó autopistas y ahora están promoviendo un plan orientado hacia transporte público, peatones y bicicletas (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/05/08/madrid/1399580941_227589.html) . En Bogotá están proponiendo soluciones grandes y estructurales como el SITP y el Metro. Todavía hay mucho que mejorar en cobertura, seguridad y confiabilidad. Pero en un futuro cercano podrán ser una buena alternativa al carro particular.
Firmado: Carlos Mojica.