Mejorar la seguridad vial es uno de los mayores desafíos que enfrentan los gobiernos de los países de medianos y bajos ingresos. Las consecuencias de los siniestros de tránsito no solo generan un enorme costo económico (daño de infraestructura, congestión, sistemas de emergencia, atención médica, incapacidad laboral post accidente), sino también uno social. Nadie puede devolverle a uno ese hijo, esposo, padre, tío, abuelo o amigo que ya no está. Según el último reporte de Organización Mundial de la Salud, las muertes en siniestros de tránsito cobran la vida de 1.2 millones de personas por año. De ellas el 90% ocurren en países de bajos y medianos ingresos donde solo transitan el 51% de los vehículos. Es decir que en los países desarrollados se encuentra el 49% de los vehículos pero solo representan el 10% del total de muertes a nivel mundial. Las razones de estas diferencias son múltiples y la solución no se puede atribuir a una sola medida pero sí a una forma de percibir y abordar el problema. ¿Se debe mejorar la seguridad vial de un sistema inseguro? ¿O se debe trabajar para crear un sistema seguro?
El concepto de Safe System implica un cambio en la forma de pensar la seguridad vial con el fin de obtener resultados muy ambiciosos en el largo plazo.
La política de “Visión Cero” es una de las formas de desarrollar este concepto. “Visión Cero” plantea una nueva concepción respecto de la responsabilidad de las muertes en el tránsito en la cual el usuario de la vía no es el único responsable sino que también lo es el propio sistema, quien lo construye y quien lo diseña. Al igual que cuando se construye una central nuclear el sistema viario debe prever el error humano y evitar que este sea fatal. No se trata de que haya cero siniestros sino de que haya cero muertes.
Esta visión resulta de un camino emprendido hace ya más de tres décadas, primero por Suecia, bajo la percepción de que ninguna muerte puede ser aceptada como un costo externo al transitar por las vías. Suecia, Inglaterra y Holanda han sido en las últimas décadas los tres países con el menor número de muertes por siniestros de tránsito. Estos tres países no han implementado exactamente las mismas acciones pero sí han trabajado en el marco de una misma visión en la gestión de la seguridad bajo un marco fuertemente enfocado en los resultados (Figura 1). Recientemente The Economist publicó un artículo sobre el éxito sueco y cómo aun este país puede seguir mejorando mediante la adopción de nuevas tecnologías en los vehículos.
¿Es posible pensar en la aplicación de esta política en la región de Latinoamérica y el Caribe?
Hasta fines del año 2015 ningún país ni centro urbano de la región Latinoamérica y Caribe (LAC) había decidido enfrentar el desafío que presenta implementar una política de “Visión Cero”. Si bien no hay una única receta para la implementación de acciones para crear un sistema seguro sí se pueden identificar una serie de requisitos básicos:
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Una fuerte decisión política del más alto nivel respecto de que no hay muertes aceptables por el simple hecho de circular por las vías
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Capacidad de coordinación entre autoridades públicas responsables de la planeación, la salud, la educación y el control
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Involucramiento de la sociedad civil y el sector privado
El pasado 17 de agosto de 2015, en el día internacional del Peatón, el Gobierno de la Ciudad de México, presentó cambios al Reglamento de Tránsito de la Ley de Movilidad incorporando aspectos de “Visón Cero”. Mediante esta iniciativa la Ciudad de México toma la delantera en la región en afrontar este desafío. Entre las medidas adoptadas se destacan la reducción de los límites de velocidad, adecuaciones en la infraestructura de la ciudad y en vehículos, prioridad al peatón por sobre los otros modos de transporte y mayor compromiso en la aplicación de sanciones.
La Ciudad de México se posiciona así como el primer escenario en la región buscando un sistema de movilidad más seguro y no el aumento de la seguridad en un sistema que es intrínsecamente inseguro. Desde aquí se ve con bueno ojos el cambio de un sistema de movilidad focalizado en los vehículos hacia un sistema de movilidad concentrado en la seguridad y en los ciudadanos.
* Pedro Scarpinello es Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Argentina de la Empresa y tiene una Maestría en Transporte Sustentable en la Universidad de Leeds, U.K.
ELENA DE LA PEÑA dice
Muy interesante!! Desde luego una fuerte implicación política al más alto nivel es fundamental. el camino no es fácil, pues habrá que emprender reformas que no contarán con el apoyo de algunos sectores o de parte de los ciudadanos. Pero para avanzar, como en todo, es preciso no resistirse a a los cambios. Compromiso y valentía son fundamentales a la hora de emprender una reforma de un sistema de transporte que claramente, a día de hoy, no es válido, al menos en parte, puesto que genera siniestros y víctimas. Ojalá esta filosofía de trabajo se extienda por toda la Región!