¡Bien, te quedaste interesado en el tema! Pues entonces sigamos con las historias de América Latina sobre movilidad en tiempos de COVID-19. Veamos que han hecho otros países, desde el Caribe hasta el Cono Sur.
República Dominicana
Reapertura hace un par de semanas tras 2.5 meses de cierre completo del sistema metro/teleférico. Proceso en el cual podemos destacar como buenas medidas: la señalización, el distanciamiento y la reducción en el contacto con el personal, así como la limpieza y desinfección continúa. Los transportistas y pasajeros además usan mascarillas como medida de prevención.
Sin embargo, se enfrentan a otros importantes desafíos, como, por ejemplo: Masificación en horas pico, nerviosismo y en muchas ocasiones la falta del respeto al distanciamiento entre pasajeros en vagones, estaciones, o autobuses públicos. Así como la falta de respecto a la ocupación máxima en el transporte informal, por ejemplo, en los vehículos conocidos como “conchos”.
Panamá
Se reforzaron los protocolos de limpieza, distanciamiento social y protocolos de protección; haciéndose uso de tecnología de bio seguridad y de una amplia estrategia comunicacional. La limpieza ha sido un factor para todos los vehículos públicos a la hora de transportar y los asientos se utilizan de manera intercalada, y no se pueden utilizar los puestos marcados. Mientras que se exige el uso de mascarillas para los conductores.
Se ha trabajado sobre una reapertura progresiva luego de la cuarentena, donde, por ejemplo, los conductores de taxis de todo el territorio nacional solo podrán circular de 5:00am a 8:00pm cumpliendo con las medidas de prevención y mitigación ante el COVID19. En terminales de buses, se realizan tomas de temperatura y se suspenden algunas rutas, reduciendo el número de buses. .
El país ha decretado cuarentena total que implica una reducción del 90% en el uso del metro. Se conceden prorrogas para la renovación de licencias de vencimiento en los meses de marzo y hasta el 30 de junio. Se aumentaron multas para todos los conductores que violen las disposiciones de circulación establecidos.
El Salvador
El 11 de marzo se realizaron los cierres de fronteras aéreas y terrestres y se impuso por orden presidencial una cuarentena en todo el territorio por 30 días. Se suspendió el transporte público a excepción de los trabajadores del sector salud, policía y funcionarios públicos que trabajan en los centros de contención.
Las restricciones se ampliaron hasta el 16 de junio, cuando se podrá dar una reapertura si existe una tendencia decreciente de contagios; aunque existe la posibilidad de extenderlas.
La circulación de personas particulares se hace a través del último número del Documento Único de Identidad (DUI). Y de acuerdo con datos del Viceministerio de transporte, se ha registrado una reducción del 30% de fallecidos por lesiones causadas en el tránsito comparando el mismo periodo del 2019 con el del 2020 (del 01 de enero al 26 de mayo), así como una reducción del 22.8% en la incidencia de los siniestros de tránsito.
Paraguay
Ha implementado lo que ha denominado como “Cuarentena inteligente”, la cual consiste en 4 fases, que de acuerdo con el número de contagios y fallecidos se determina el momento de avanzar entre dichas fases. Sus medidas han mostrado tener éxito en contener el contagio por COVID19, reportando (hasta el 24 de mayo) 11 fallecidos y 865 casos confirmados.
Y aunque, durante las medidas de confinamiento, se ha registrado una reducción del 22% en siniestros de tránsito, comparado marzo 2019 con marzo 2020, del total de los 8,275 pacientes registrados desde el inicio de la cuarentena (09 de marzo al 24 de mayo), 1,294 pacientes fueron víctimas de siniestros viales, de los cuales 933 fueron víctimas de siniestros en motocicletas.
Cabe destacar que Paraguay no ha planteado medidas sobre cómo proteger a los peatones o ciclistas, ni políticas que promuevan la movilidad activa y esto en parte responde al desatado uso de la motocicleta y el vehículo privado.
Después de brevemente revisar la situación en algunos países de la región, así como parte de las medidas que han implementado y los retos a los que se enfrentan, me atrevo a compartir con ustedes algunas reflexiones que considero nos debemos de hacer mientras nos vamos preparando a la reapertura de nuestras vidas bajo una nueva realidad que ha puesto en jaque al estatus quo de nuestra sociedad y nuestros sistemas.
¿Cómo se están preparando los sistemas? ¿Lo están haciendo considerando a las poblaciones más vulnerables? (ej. personas con discapacidad, niños peatones en condiciones de pobreza), por ejemplo, para reabrir las escuelas de forma segura (tanto por parte de contagios como por lesiones de transito) –sería un error retornar a la escuela como la conocíamos- sin aprender de las lecciones que esta pandemia nos ha estado enseñando. Por ejemplo, en cuanto a políticas púbicas, la importancia de la educación virtual -y por lo tanto reducción de viajes y marcos adecuados-, pero la necesidad y el reto que implica para las poblaciones más vulnerables; la relevancia de la intersectorialidad, y de considerar la seguridad en y hacia las escuelas.
Como la movilidad y las ciudades cambiarán después del COVID19: Ya tendremos experiencia y evidencia en carne propia de cómo se ven y se sienten las ciudades sin tanta congestión, tanta contaminación, con menos ruido y menos exposición al riesgo de lesiones de tránsito. Habremos quizás entendido el concepto de la densidad urbana, y el cómo afecta al riesgo y por lo tanto la importancia de la planeación adecuada. Muchos de nosotros hemos experimentado las oportunidades que da el teletrabajo y cómo estas también nos pueden ayudar a reducir viajes innecesarios y aumentar la productividad y nuestra calidad de vida.
A menor tráfico, aumenta la velocidad (hasta en un 50% de aumento en velocidades promedio) como sucedió durante el confinamiento por COVID19.
Aún cuando se cuenta con normativa y leyes de velocidades urbanas máximas, muchas personas las ignoran y realizan comportamientos irresponsables; como compartido por la Ministra de Transporte de Chile. Si bien se han registrado menos incidentes y muertes por tránsito (de 16 a 30% menos), ¡en proporción resultan ser más muertes!
Tenemos que trabajar en incentivos para usar menos los vehículos privados y mantener el uso del transporte público.
En Chile, se redujo la demanda hasta en un 80-85% pero la oferta se mantiene. Esto permite a las personas viajar seguras con espacio y manteniendo la confianza de los usuarios en el transporte masivo. La ministra Gloria Hutt ha afirmado que “tenemos que asegurar que la gente que no tiene otra opción de transporte y aquella que lo tiene -que no lo cambie- asegurándoles oferta y seguridad en el transporte público”.
Sigamos el ejemplo de ciudades que aprovecharon este tiempo del COVID-19 para ganar espacio a la calles dedicadas a vehículos motorizados y reasignarlas a los peatones y ciclistas (como Buenos Aires o Bogotá). Estas medidas desincentivan el uso del vehículo privado (cuyo espacio es ineficiente -sea eléctrico, autónomo o compartido) y recuperan el espacio público para las personas, así como para el transporte público sustentable, seguro y más eficiente.
¿Podremos mejorar nuestros sistemas de movilidad basándonos en lo que hemos aprendido durante esta crisis por una movilidad mejor, más limpia y segura?
¡Yo creo que sí! Pero, ¿así lo haremos? Eso depende de las autoridades, los tomadores de decisión y nosotros como sociedad informada y organizada. Por suerte, el COVID19 nos ha enseñado -y comprobado- que nuestros sistemas tienen todavía mucho que mejorar; que cuándo algo se convierte en prioridad compartida se movilizan voluntades y recursos; y que la seguridad y la prevención nos interesa e importa a tod@s. Y tú, ¿qué opinas?
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