Muchas personas naturalmente infieren que, gracias al confinamiento y las restricciones de movilidad en las ciudades, esto se ha convertido en una reducción de los riesgos y por lo tanto de las lesiones causadas en el tránsito. Pero ¿es esto cierto? ¿Con base en qué se hace esta aseveración o suposición?
Parte de esta primera reacción se puede justificar con la idea de que al reducir la movilidad te hace pensar en supuestos como, que hay menos peatones expuestos al tráfico, menos vehículos motorizados y por lo tanto menos tráfico y se reduce la exposición al riesgo; menos razones “esenciales” para movilizarse y por lo tanto la mayoría de la gente está guardada y a salvo en casa; o que la gente que está en la calle movilizándose, al estar precavida con temas del COVID19, seguro también estará conduciendo o caminando con más precaución.
Sin embargo, aunque esto pueda ser cierto en algunos lugares, hay otros elementos que tenemos que considerar antes de atrevernos a hacer dichas suposiciones. Pero antes de entrar de lleno con ese análisis, revisemos cual es la situación en la región y veamos qué es lo que ha estado pasando en algunos países de América Latina y el Caribe (ALC) en estos tiempos, que medidas se han estado implementando y cuáles son los retos a los que se han enfrentado, así como algunos de los éxitos logrados hasta el momento.
Las muertes por siniestros de tránsito son una pandemia que a menudo se pasa por alto.
El COVID19 ha matado a más de 350.000 personas en todo el mundo según las cifras oficiales (hasta el 26 de mayo 2020), y esa cifra podría aumentar rápidamente a medida que el virus llega a los países de ingresos bajos y medianos con una capacidad reducida para controlarlo. Por otro lado, y con ánimos únicamente de ilustrarlo -y no compararlo-, ¡los siniestros de tráfico matan a 1,35 millones de personas y lesionan a otros 50 millones de personas CADA AÑO!
En América Latina y el Caribe, hasta la fecha (25 de mayo 2020) más de 40.000 personas han muerto debido a la pandemia del COVID19. Cada año en la región, las lesiones causadas en el tránsito cobran la vida de 109.000 personas, dejando a otros 5 millones de personas gravemente heridas.

El COVID19 ciertamente hoy día representa una incertidumbre, pues aún no hay cura, no hay vacuna. Pero para las lesiones de tránsito ¡no tenemos pretexto!
Tenemos la receta y conocemos las medidas preventivas, que van desde la implementación de la normativa y gobiernos siendo más drásticos -como sí lo han sido con el COVID19- así como infraestructura segura, reducción de la motorización y de trayectos innecesarios y sobre todo reducir la velocidad. Acaso, ¿será que éste es parte del problema? El hecho de que la gente está acostumbrada al riesgo y que se sabe que de querer se puede prevenir. Pero… y esto último ¿por qué no lo hacemos con seriedad y suele siempre depender de la voluntad y del esfuerzo de unos cuantos?
Hoy, cuando los servicios y recursos de salud tienen una demanda tan aguda, es sumamente importante observar cómo estos dos problemas de salud pública interactúan y se afectan mutuamente.
Por otro lado, ahora que las ciudades están reactivando sus economías, estamos viendo grandes esfuerzos para reducir la propagación del virus en el transporte público. Muchas de las familias de la región no tienen acceso a un automóvil privado, y nuestros trenes y autobuses transportan más de la mitad de todos los viajes motorizados. El transporte público además nos ayuda a distribuir el riesgo y reducir la motorización de vehículos privados. ¿Cuáles serán entonces las consecuencias de esta reducción en la capacidad del transporte público para nuestra sociedad?
De la noche a la mañana hemos tenido que dejar de salir de casa, y así deberíamos de poder hacer lo mismo para dejar de usar el vehículo privado.
Porque no olvidemos que el transporte motorizado es responsable del 37% de todas las emisiones de CO2 y en ese sentido, lamentablemente, es el sector de mayor crecimiento en ALC. Y, como mencionado anteriormente, más vehículos significa más exposición al riesgo de lesiones por tráfico, así como de contraer enfermedades respiratorias.
Por lo tanto, las autoridades de transporte necesitarán la orientación de las autoridades sanitarias y del liderazgo de los funcionarios electos comprometidos y que comparten la misma prioridad. Así, nuevamente esta crisis, nos está probando que tenemos que trabajar de forma integral, inter y multisectorial.
Aunque se pide a los ciudadanos que eviten el transporte masivo en este momento debido a la preocupación de contraer el virus, no queremos encontrarnos en una situación en la que las ciudades ¡estén saturadas con más vehículos privados!
Y ¡los sistemas de transporte en quiebra! Además, hay un gran número de personas que no tienen otra opción para movilizarse que en transporte público; sin embargo, nosotros sí tenemos la posibilidad de mejorar el transporte público, haciéndolo más atractivo, accesible, asequible y sostenible para todos, tal y como lo plantea la meta 11.2 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).
En resumen, debemos aprovechar este momento como una oportunidad para redirigir la evolución del transporte en la mejor dirección posible. Por fortuna, la actual crisis nos está llevando a considerar políticas de movilidad que pudieron haberse visto como radicales en el pasado: por ejemplo, más de 120 ciudades de todo el mundo han cerrado las carreteras a los coches para permitir un entorno seguro para las bicicletas y los peatones. Además, numerosas ciudades están limitando el número de pasajeros en el transporte público para reducir el hacinamiento.
Así que, con todas estas ideas sobre la mesa, y la necesidad de buscar y compartir soluciones rápidas y eficientes. Veamos ahora solo algunos de los retos y experiencias concretas de países de la región.
Brasil
Ha implementado protocolos para todo el país sobre el uso de los tapabocas e higiene de terminales. En algunas regiones hay confinamientos y se ha reducido la gente circulando. Pero en otras regiones con menos contagios, como el sur, se han estado reabriendo servicios sin importar mucho la cantidad de gente que se moviliza.
En Sao Paulo, aunque continua con sus sistemas abiertos, se ha presentado una reducción de la movilidad entre 50-55% y esto significó una reducción de un 31% en muertes por lesiones de tránsito. Aunque esto no se vio reflejado en siniestros que involucran a motocicletas. Hubo un aumento en la demanda de servicios de entrega y por lo tanto de motociclistas en circulación. De hecho, en comparación con marzo 2019 hubo un aumento de más del 90% en la ocurrencia de siniestros de motos. Igual aumentaron las muertes de 21 a 39 (comparando entre marzo 2019 y marzo 2020). Por eso, la municipalidad de Sao Paulo firmó un acuerdo con las compañías de entrega rápida para aumentar la seguridad de los motociclistas. Y al hacerlo, resultó que muchos de ellos son independientes, o informales y no tienen seguro.
Se ha implementado como una alternativa el incentivar el viaje al trabajo en bicicleta para viajes esenciales durante la cuarentena. Además, se ha permitido el funcionamiento de los servicios de mantenimiento de bicis, reconociendo así su importancia. Además, start-ups de micro movilidad como Scoo, ofrece 500 bicicletas eléctricas y convencionales que pueden usarse a través de una aplicación móvil. Por otro lado, en el estado de Rio de Janeiro, se ha presentado una disminución del 40% en el número de muertes por siniestros respecto al mismo periodo en el 2019.
Ecuador
Desde el inicio de la emergencia sanitaria, se suspendió el transporte de pasajeros urbano, intra e interprovincial. En el caso de Quito, el servicio se encuentra disponible y de manera gratuita para los trabajadores de sectores esenciales.
Hoy día se encuentra en un proceso de reapertura progresiva de algunos sectores productivos, a través de un sistema de semaforización. Guayaquil, en color amarillo, se encuentra en el proceso de reactivación del transporte público, con protocolos de desinfección de unidades y distanciamiento de pasajeros, permitiendo un 30% de ocupación por unidad. La ciudad de Cuenca, se encuentra en una situación parecida, donde se ha reiniciado la operación del tranvía.
El uso de mascarilla es obligatorio, así como el practicar el distanciamiento social. En el transporte público se realiza una medición de temperatura antes de ingresar a las paradas y estaciones; y aquellos usuarios con síntomas no podrán usar el servicio. El uso de la bicicleta también se ha promovido como alternativa de movilización, y esto se ha puesto en marcha al adecuar 25km de ciclovías en 18 ejes transversales. Se ha llevado a cabo una desinfección de lugares públicos, como mercados y calles relevantes, así como de estaciones y unidades de transporte municipal.
Colombia
Bogotá le ha apostado a la bicicleta como el medio de transporte durante la pandemia, por lo que crearon 80km de ciclovías temporales, las cuales casi 1 millón de ciclistas han usado han utilizado desde el inicio de la cuarentena. Estimándose que se realizan 900,000 viajes en bicicleta a diario en tiempo normal.
Por otro lado, se cuenta con el Sistema Único Administrativo Voluntario de bicicletas, en el que se están registrando 52,000 usuarios. Estas medidas de bicicletas buscan mantener al Sistema de Transmilenio y al Sistema integrado de Transporte público activo, pero por debajo del 35% de su ocupación.
Leave a Reply