Se acerca una mujer a un campamento de obras en una carretera. Ella busca trabajo. La respuesta: no hay espacio en la cocina. El detalle que el encargado de obra no considera es que ella aprendió de su padre a manejar maquinaria pesada, y los operadores están muy escasos. Un par de días después la contratan para que se pare con esas banderitas que vemos en las construcciones. Un tiempo después, deciden darle una oportunidad y resulta que ahora opera maquinaria.
Esta historia verídica que nos contó esa valiente trabajadora, que tiene un hijo pequeño por el cual se esfuerza día a día, no le habría pasado a un hombre…
Es que si bien el último siglo ha estado marcado por el ingreso de la mujer al mercado laboral aún hay una imagen que tenemos de la mujer que no coincide con la realidad. Gracias a su aporte en las dos guerras mundiales, las mujeres se han abierto cada día más un espacio en el mundo del trabajo remunerado. Pero fue gracias a que los hombres no estaban y cuando volvieron esperaban que las mujeres se vayan de vuelta a la cocina. Me resulta raro ver que aunque todos hemos visto cómo las mujeres trabajaron construyendo aviones y armando buques aún nos cuesta pensar en mujeres haciendo justamente esos trabajos o cualquier labor con máquinas grandes.
Tenemos que recordar que el 25% del crecimiento de América Latina y el Caribe se explica por el ingreso de la mujer al mercado laboral. Ojo, no significa que el 75% restante sea fruto de nosotros, los hombres. Gran parte está asociada a productividad, la tecnología y los aumentos de precios de materiales, que están cayendo. A diferencia de los precios de los materiales el aporte de la participación de la mujer no se perderá por una crisis global. No es sólo un tema de equidad, es bueno para todos.
El mercado laboral no las ha recibido como debería. El desempleo femenino puede haber bajado en los últimos años pero esta tasa es un tercio mayor a la de los hombres (7% contra 5%), y eso afecta especialmente a las jóvenes. Además en promedio ganan 19% menos y su empleo es más inestable. ¿De dónde viene esa brecha? Buena parte del problema está asociado a ese sesgo. Si bien el 42% de las mujeres trabajan no han entrado en la misma proporción en todos los sectores.
Si vemos la infografía situada al inicio de este texto, sectores como construcción tienen muy pocas mujeres trabajando y muchas lo hacen en comercio y en servicios, sectores en los que tradicionalmente se paga menos. Y adivina qué: cuando están en construcción entran a la cocina o a levantar banderitas. ¡Ya basta, todos sabemos que por ser hombre no se es mejor ingeniero!
Recientemente miembros del BID se sentaron a pensar en alternativas para promover a las mujeres en empleos no tradicionales de infraestructura. Descubrimos casos de algunas mujeres que ya están en el sector.
Imagina a una mujer al lado de un tractor muy grande… e hidráulico, así que el hecho de que sea mujer no la va a detener. No necesitas fuerza bruta para operar maquinaria, es un trabajo altamente calificado. De hecho su motricidad fina será una ventaja a la hora de manejarlo y lograr realizar un trabajo estupendo.
Necesitamos cambiar ese sesgo. Desde niñas les compramos tienditas y cocinas… El tractor es para el hermanito. Hazles un favor a tus hijas, no sesgues su vida en base a la compra de cocinas, déjalas jugar con todo y que ellas definan su futuro en un mundo donde muchos de los mejores empleos no están en el área de servicios. Sé como el padre de la historia con la que partimos, que ayudó a su hija a tener una carrera por más que le haya costado entrar.
Nosotros por nuestra parte empezaremos a capacitar a algunas en varios países, las empresas nos han prometido probarlas y contratarlas si rinden (sabemos que lo harán). De tu parte queda ayudarnos a que cuando las vean, nadie lo considere extraño. Cambiemos juntos este sesgo, para mejorar vidas.
* Manuel Urquidi es especialista senior en la Unidad de Mercados Laborales y Seguridad Social del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde coordina la supervisión de las operaciones del Banco para promover la mejora de la calidad de empleo y el acceso a la seguridad social. Basado en Bolivia donde, antes de unirse al BID, ocupó cargos de asesoría en importantes agencias del gobierno boliviano. Asimismo, coordinó actividades académicas dentro del Programa de Especialización en Desarrollo Económico Comunitario en Bolivia de la Universidad Simon Fraser de Canadá. Manuel cuenta con una Maestría en Gerencia de Proyectos de Desarrollo en la Universidad Andina Simón Bolívar de Bolivia, además de Diplomados en Educación Superior, Gobierno y Gestión Pública.
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