La economía mundial atraviesa una gran crisis causada por la pandemia de COVID-19.
Esta emergencia de salud, que se expande constantemente, está teniendo un impacto en todos los sectores económicos, incluida la industria de la construcción. Durante la crisis financiera de 2008, que provocó el declive de muchas economías desarrolladas, así como la pérdida de millones de empleos en todo el mundo, el sector de la construcción se vio muy afectado.
Entre 2006 y 2009, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la crisis financiera mundial trajo como consecuencia, la desaparición de más de 5 millones de empleos solo en el sector de la construcción[1] y en todos los sectores en general, esta cifra fue de 22 millones de personas. El 18 de marzo de 2020, esta misma organización manifestó que el COVID-19 tendrá una amplia repercusión en el mercado laboral en tres aspectos fundamentales: i) la cantidad de empleo, ii) la calidad del trabajo y iii) los efectos en los grupos específicos más vulnerables frente a las consecuencias adversas del mercado laboral.
¿Es probable que suframos otra crisis como la de 2008, o peor?
El Fondo Monetario Internacional señaló que la crisis podría ser peor pues prevé un decrecimiento de la economía global en el 2020 de -3%. El decrecimiento después de la crisis financiera del 2008 fue de -0,1%. Sin embargo, podemos usar las lecciones aprendidas de estas experiencias pasadas para ayudar a restaurar la economía y mitigar el impacto negativo de esta pandemia. Los efectos de COVID-19 se están empezando a sentir en diferentes países, sin embargo, ya estamos pensando sobre qué sucederá en el mundo una vez que las cosas finalmente vuelvan a la “normalidad”.
¿Cómo superó la industria de la construcción las crisis anteriores a COVID-19?
Durante la Gran Depresión que empezó en 1929 con el desplome de la bolsa de Wall Street, empezó también una profunda crisis de la economía mundial que duró años. Cuando Franklin Delano Roosevelt llegó al poder, aplicó un paquete de medidas para enfrentar la crisis conocido como New Deal. Este programa puso al estado en el centro de la recuperación, se concentró en el gasto público para recuperar el sistema financiero, promulgó leyes para reactivar la industria y creó un gran plan de empleo. Una importante porción del plan se enfocó en la construcción de grandes obras públicas para dar trabajo a parte de la población desempleada. El plan del presidente Roosevelt funcionó, los índices económicos mejoraron y la empresa privada se fortaleció. En países como Francia, Alemania y Reino Unido se implementaron programas de gasto público similares con buenos resultados.
Luego de la segunda guerra mundial, la infraestructura de transporte resultó seriamente afectada, los ferrocarriles, puentes y muelles habían sido atacados y destruidos desde el aire. Aunque la mayoría de las ciudades y pueblos pequeños no habían sufrido tanto daño, la destrucción de la infraestructura los dejó económicamente aislados.
En 1948, el Congreso estadounidense aprobó un plan de cooperación en el que destinó USD$12 billones de ayuda económica para la reconstrucción del continente, conocido como el Plan Marshall. El historiador económico belga Herman Van der Wee concluyó que el Plan Marshall fue un “gran éxito”: Dió un nuevo impulso a la reconstrucción en Europa occidental y contribuyó decisivamente a la renovación del sistema de transporte, la modernización de los equipos industriales y agrícolas, la reanudación de la producción normal, el aumento de la productividad y la facilitación del comercio intraeuropeo.
En 2008, la burbuja inmobiliaria y de crédito que venía inflándose en Estados Unidos, explotó y afectó la economía global. Los índices bursátiles se derrumbaron y el sistema financiero colapsó, muchos bancos se declararon en bancarrota, otros fueron intervenidos por los gobiernos o terminaron absorbidos por otras entidades. Cuando el efecto del colapso llegó a Europa, se produjo una grave crisis de deuda que llevó a implementar planes de rescate en Irlanda, Portugal, Grecia y España. Los gobiernos tomaron la decisión de proteger y estabilizar el sistema financiero. En Europa, el BCE ejecutó un programa ambicioso de compra de deuda pública para aliviar a los gobiernos e incentivar el crecimiento. En Estados Unidos, el presidente Barack Obama promulgó en febrero de 2009, entre otras, la Ley de Recuperación y Reinversión (ARRA) la cual, era un paquete de estímulos para crear y salvar empleos existentes, proporcionar programas de ayuda temporal para los más afectados e invertir en infraestructura, educación, salud y energía renovable.
La infraestructura ha estado siempre dentro de los planes de los gobiernos para superar las crisis, y la región de América Latina y El Caribe (ALC) no fue la excepción.
En febrero de 2009, las principales economías de ALC anunciaron paquetes de estímulo para aumentar el gasto en obras públicas (transporte, energía, agua y saneamiento)[2]. El potencial de estas iniciativas fue principalmente la creación de empleo. Un análisis del Banco Mundial del 2009[3] señaló que los proyectos de inversión de capital en infraestructura anunciados por los gobiernos de ALC, tendrían el enorme potencial de generación de empleos directos e indirectos y a corto plazo, con un promedio anual de 40.000 empleos por cada US$1.000 millones invertidos. Los proyectos de mantenimiento de caminos rurales realizados a través de microempresas podrían crear entre 200.000 y 500.000 empleos directos por cada US$1.000 millones.
El economista John Maynard Keynes, durante la Gran Depresión compareció ante un comité del gobierno británico y señaló: “Entramos en un círculo vicioso: no hacemos nada porque no tenemos dinero, pero es precisamente porque no hacemos nada que no tenemos dinero”. Keynes quería salvar la economía y le atemorizaban las consecuencias políticas de no hacerlo. La inversión en infraestructura promueve el crecimiento y la industria de la construcción genera fuentes de empleo importantes incluso con mano de obra no calificada lo que da lugar a más oportunidades de trabajo a quienes más lo necesitan.
El tiempo de planear la recuperación comienza cuando comienza la crisis. Enfrentar la crisis y prepararse para la recuperación —que no son lo mismo— debe ocurrir simultáneamente.
Euribiades Morales dice
Que atinado artículo para esta situación, en mi país Panamá hay suficiente potencial para el tema de los mantenimientos locales, incluso más allá de los caminos, se pueden incluir proyectos de mantenimiento para acueductos, sistemas sanitarios, viviendas entre otros, varias pequeñas empresas con personal acatando las normas de higiene definitivamente genera empleo a nivel local, necesario en la recuperación económica, gracias por la oportunidad de leer el artículo, saludos
Fernando Pacurucu dice
Buen análisis, desde Cuenca Ecuador, veo como mucha preocupación la rehabilitacion económica, el gobierno local y nacional no tienen dinero para invertir, deberán recurrir a créditos internacionales para poder financiar programas como el que se menciona, y cuando suceda estaremos expuestos a la corrupcion de turno.
Como arquitecto he trabajado para el sector público y conozco de programas y proyectos financiados por el BID, sin embargo sugiero que se dé seguimiento al crédito porque el uso del dinero siempre a sido sujeto de las necesidades del momento
Daniel Rincón dice
Hola, buen post, saludos a Paula Cruz. Los leo siempre y nos gustaría participar activamente con el BID. Somos una empresa de transporte que tiene el propósito de impactar positivamente el medio ambiente y el urbanismo a través de la movilidad.
Estamos seguros de que con la orientación de profesionales como ustedes podemos alimentar la transformación del concepto del transporte terrestre.
Sería muy grato nos contactaran y nos puedan indicar el camino para trabajar de la mano con ustedes.