A diferencia de muchos otros países de América Latina, un porcentaje significativo de la población de Paraguay aún vive en el entorno rural. Y son estas mismas zonas rurales las que albergan a una mayor proporción de la población pobre del país y donde existen mayores índices de desigualdad no solo económica, sino también de acceso a servicios básicos. Aunque el porcentaje de población que vive en extrema pobreza en Paraguay ha venido disminuyendo desde un 24% en 2006 hasta situarse en un 9,97% en 2015, la extrema pobreza sigue siendo especialmente significativa en zonas rurales y aún afecta al 17,93% de la gente viviendo en sus localidades -es decir el doble que el nivel nacional-, sobre todo en departamentos como San Pedro y Cordillera.
El aislamiento y la mala accesibilidad física es uno de los factores que más influye en la persistencia de esta pobreza rural, por lo que la expansión de la infraestructura y los servicios de transporte en las áreas rurales es clave para mejorar las condiciones de vida de la población rural y para crear oportunidades de desarrollo económico sustentable.
En estas zonas, contar o no con un camino rural transitable es casi una cuestión de supervivencia. Sin vías adecuadas no es posible exportar productos agrícolas o ganaderos, ni tampoco desplazarse hasta los centros urbanos donde acceder a servicios básicos como escuelas u hospitales. Sin embargo, como la mayor parte de los caminos vecinales de la región oriental del Paraguay (donde habita el 97% de la población) fueron construidos de forma precaria, sin diseño previo ni sistemas de drenaje y empleando suelos del lugar, estos no son transitables todo el año. Esta falta de accesibilidad y transitabilidad permanente impacta negativamente a la competitividad del país y a la producción agropecuaria, perpetuando la pobreza y reduciendo las posibilidades de crecimiento económico.
Con el objetivo de contribuir a revertir esta situación, el BID apoya la rehabilitación de más de 1.150 kilómetros de caminos rurales de Paraguay, contribuyendo al aumento de la competitividad de la producción nacional y a elevar las condiciones de vida de la población rural.
Desde el punto de vista de ingeniería, se trata de obras relativamente simples: se mejora el firme de los caminos, se crean sistemas de drenaje para asegurar que los caminos sean transitables en época de lluvias y se implementan estándares de seguridad vial y de mitigación medioambiental. Además, como parte de este esfuerzo también se persigue pavimentar 500 calles urbanas o semiurbanas de comunidades locales con empedrados de fácil construcción y bajo impacto ambiental y que fomentan el trabajo comunitario. Sin embargo, estas medidas aparentemente sencillas de rehabilitación de caminos traen consigo otro beneficio adicional para las comunidades, más allá de mejorar la conectividad. Desde su inicio, este proyecto incluyó hla implementación de nuevas modalidades para el país de mantenimiento rutinario para asegurar la conservación de más de 4.800 kilómetros de estas vías, como el mantenimiento por niveles de servicio con empresas contratistas, o a través de convenios de mantenimiento con gobiernos locales en un esquema de cofinanciamiento entre el gobierno central y municipios.
Desde la perspectiva de la vida en las ciudades, a veces resulta difícil imaginar no contar con acceso físico a los servicios más básicos, pero gracias a estos programas de rehabilitación de caminos rurales, miles de paraguayos pueden ahora conectarse con el exterior y buscar un camino que los saque de la pobreza.
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