Un año atrás no se habría pensado en el gran desafío que tendrían los países en vacunar a la población mundial contra el COVID-19. En aquel momento, el virus recién empezaba a posicionarse en los titulares de prensa. Fue hasta el 11 de marzo de 2020 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la COVID-19 como una pandemia. La industria ha trabajado contrarreloj para desarrollar una vacuna que permita contener de manera efectiva el brote de coronavirus y/o responder mejor a nuevos brotes. Al día de hoy, existen 240 vacunas candidatas (177 en fase pre-clínica y 63 en fase clínica) y al menos 10 vacunas han sido aprobadas por alguna agencia regulatoria nacional .
¿Cómo logramos vacunar a miles de millones de personas, llegando hasta los lugares más remotos y de difícil acceso (por ejemplo, puestos de salud rurales sin acceso a engería eléctrica o inestable y vías de acceso terrestre en mal estado), con una vacuna que tiene una corta vida útil y preservando la cadena de frío?
Además de las políticas lideradas por el sector salud, esta vacunación masiva y expedita involucra a otros sectores como transporte, logística y sector energético. En efecto, las vacunas que se están desarrollando tienen diferentes requisitos de almacenamiento y por tanto demandan soluciones logísticas distintas. De acuerdo con información de la OMS (2020), éstas se pueden agrupar en 3 categorías de almacenamiento de vacunas y sus temperaturas:
- entre 2°C y 8°C (no se deben congelar).
- a -20°C.
- a Ultra-Baja Temperatura (UBT) entre -60°C y -90°C.
La cadena de frío de nuestros países está preparada para manejar eficientemente vacunas que requieren temperaturas de almacenamiento entre dos rangos:
- de 2°C y 8°C, como la vacuna de la influenza estacional, DPT, Pentavalente entre otras
- el rango de-15°C a -25°C para almacenar vacunas como la fiebre amarilla, sarampión, BCG y la OPV.
El verdadero reto logístico es almacenar y distribuir las vacunas que requieran una cadena de frío a UBT (Ultra Bajas Temperaturas –60°C a -80°C). La infraestructura de una cadena de frio a UBT es prácticamente inexistente en todos los países del mundo. Excepto aquellos países con experiencia en el uso y la distribución de la vacuna contra el ébola. Por otro lado, la mayoría de los trabajadores de la salud no están familiarizados con el manejo de las vacunas en este rango de temperatura.
Requerimientos para el almacenamiento y transporte de vacuna a UBT en el nivel nacional
Hay dos opciones principales para el almacenamiento de la vacuna contra la COVID-19 a UBT.
- Uso de congeladores de ultra-baja temperatura, que pueden almacenar grandes volúmenes de vacunas (40K a 320K dosis, de acuerdo con el tamaño del equipo). Estos congeladores tienen requisitos de funcionalidad extremadamente estrictos. Necesitan una fuente de energía eléctrica altamente estable, con un generador de respaldo, instalados en un cuarto con temperatura controlada (inferior a 27°C y una humedad del 50%). También el uso de Equipo de Protección Personal (EPP) para manipular los productos que entran y salen del congelador a UBT.
- Uso de contenedores térmicos que pueden ser utilizados con hielo seco[1] o paquetes de cambio de fase (PCM por sus siglas en inglés) que son utilizados para el almacenamiento temporal y/o para la distribución de las vacunas.
Los contenedores térmicos desarrollados recientemente por el fabricante de la vacuna a UBT, se pueden utilizar para almacenamiento temporal hasta por 30 días bajo la condición que se recarguen con hielo seco cada cinco días. Cada contenedor térmico puede almacenar aproximadamente 5.900 dosis de vacuna. Para la manipulación del hielo seco se requiere EPP básico (guantes criogénicos, gafas, protector facial) para evitar quemaduras por contacto. Adicional a lo anterior, transportar vacunas a ultra-bajas temperaturas demanda el uso de paquetes fríos específicos que usan material de cambio de fase[2] (o refrigerante), o bien contenedores con aislante de nueva generación (embalajes isotérmicos, contenedores para almacenamiento en frío a largo plazo Arktek) (OMS, 2020).
¿Cuáles son las opciones para la implementación de una cadena de frío con temperaturas entre -60°C a -80°C en América Latina y Caribe?
Un modelo de entrega de vacunas centralizado sería un único sitio que sirve como lugar de almacenamiento y punto de inmunización principal. Otro modelo, es la entrega de vacunas en múltiples centros de almacenamiento que sirvan como puntos de administración de la vacuna. Esto permitiría entregar un volumen importante de la vacuna con una cadena de frío a UBT. La administración de la vacuna en ubicaciones secundarias adicionales al centro principal de vacunación, puede aumentar la escala en la implementación de equipo de UBT y la gestión de inmunización. Esta estrategia descentralizada, demanda una gerencia de operaciones casi perfecta para la implementación de las actividades indicadas en cada plan nacional de despliegue de la vacuna por región o distrito. La ocurrencia de una excursión de temperatura (temperaturas de almacenamiento fuera de los rangos recomendados por el fabricante), puede afectar la vacuna y perder su potencia, y el posible riesgo de inutilizar cientos de dosis y entorpecer los objetivos del programa de inmunización.
Los países de América Latina y Caribe tienen una amplia experiencia en la implementación de campañas de vacunación.
Se citan algunas de ellas exitosas como las campañas de vacunación logradas para la erradicación de la poliomielitis, eliminación del sarampión. Hoy día, los países cuentan con diferentes herramientas desarrolladas por la OMS que facilitan una gestión eficiente de la cadena de frío y suministro ganar la carrera logística hacia la vacunación masiva de su población: análisis de brechas en la cadena de frío, estimación de las capacidades para el almacenamiento y distribución de la vacunas, mapeo de la oferta disponible público y privada, adquisición o arrendamiento de equipamiento (congeladores, portadores de vacunas), capacidad de producción nacional de hielo seco, son solo algunos ejemplos de las actividades realizadas en preparación a la llegada de las vacunas.
[1] El hielo seco, también conocido como hielo carbónico, es la forma sólida del dióxido de carbono (CO2).Se utiliza como refrigerante para artículos que deben permanecer fríos o congelados durante el transporte. Como muestras biológicas, vacunas o alimentos.
[2] Los materiales de cambio de fase se conocen por su capacidad para almacenar o liberar energía en la transición del estado sólido (congelado) al estado líquido (derretido). Para el enfriamiento de contenedores pasivos a ultrabaja temperatura, se usa un material especial de cambio de fase.
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