El segundo post sobre cómo Escocia logró disminuir la violencia con un modelo basado en salud pública. El primer blog fue publicado el pasado 7 de noviembre
Por John Carnochan
En Escocia teníamos una ola de violencia producida por pandillas que luchaban entre sí. En seis años reducimos a la mitad la tasa de homicidios utilizando un modelo de salud pública (cuyos elementos básicos los expliqué en el primer post). ¿Cómo lo hicimos?
Es esencial realizar un claro “diagnóstico” del problema. Utilizamos datos de delincuencia, de incidentes, de las ambulancias y también de trabajos de inteligencia para identificar dónde y cuándo ocurrían los enfrentamientos, para generar un perfil de la violencia.
Luego identificamos las pandillas y sus miembros, sus territorios y dónde se enfrentaban y si utilizaban armas. Utilizamos datos proporcionados por la policía, incluyendo la inteligencia criminal, grupos locales de la comunidad y trabajadores sociales especializados en jóvenes, para formarnos una idea lo más clara posible de lo que estaba ocurriendo. También hablamos con los integrantes de las pandillas.
Descubrimos que muchos jóvenes se sumaban a las pandillas y luchaban como una manera de divertirse. Los muchachos eran muy territoriales y los cuchillos eran utilizados en muchos actos de violencia, con lo cual un asalto menor podía convertirse en algo potencialmente mucho más serio, y hasta fatal.
También identificamos cuáles eran las instalaciones que ofrecían actividades recreativas en el área, como partidos de fútbol y boxeo. Conversamos con los líderes comunitarios y los organizadores de dichas actividades. Al parecer algunos chicos que peleaban lo hacían porque no tenían nada más con que entretenerse y no asistían a los clubes organizados porque temían cruzar los territorios de otra pandilla.
La operación enfocada
El resultado del diagnóstico fue enfocar nuestras operaciones policiales en áreas específicas. Aumentamos el número de revisiones físicas que realizábamos a los jóvenes en las zonas dónde ocurrían los asaltos con los cuchillos, y en los grupos de edad que sabíamos, de acuerdo al diagnóstico, que tenían mayores probabilidades de llevar un arma.
También educamos a los policías para asegurarnos que las revisiones fueran realizadas de manera efectiva, de una forma respetuosa. Durante estos operativos, el personal de policía conversaba con los muchachos sobre su comportamiento, enfatizando que las peleas eran inaceptables, que eran rechazadas por la comunidad y que existían otras cosas que podían hacer. Los policías tenían la obligación de anotar los detalles de todos los que eran parados y revisados.
Nuestros policías llevaban, donde fuera apropiado, mini detectores de metales y máquinas móviles para escanear a los jóvenes en riesgo, similares a los que se usan en los aeropuertos. Los utilizamos en las estaciones de trenes y buses, en los lugares dónde había mucha gente transitando y que sabíamos eran frecuentados por los muchachos violentos. También fueron desplegados en las rutas que llevan al centro de la ciudad, lo que tuvo un efecto disuasivo muy fuerte.
Coordinación con otros actores
Parar y revisar a un sujeto es una táctica policial muy efectiva. Tiene un efecto disuasivo en el porte de armas y provee una oportunidad para conversar con jóvenes en riesgo y comunicarles un mensaje preciso y claro. La táctica debe ser implementada como parte de una estrategia más comprensiva de reducción de violencia, incluyendo los elementos sociales y comunitarios que he mencionado. De no ser así, solamente alienará a los jóvenes y hará más difícil el trabajo policial, creando una situación de conflicto de “nosotros contra ellos”.
Trabajamos con las autoridades locales del sector vivienda para llegar a los padres de los pandilleros, persuadiéndoles a que animaran a sus hijos a sumarse a un club de fútbol u otra actividad en vez de pelear.
También coordinamos con los fiscales y los tribunales, informándoles de nuestra estrategia y las razones detrás de ella. Les pedimos que priorizaran los casos que involucraban hechos de violencia y el uso de las armas.
Seguimiento, evaluación y más seguimiento
Le dimos seguimiento a todos los casos que fueron reportados y pudimos obtener un cuadro preciso de cuándo una persona era arrestada, cuándo el caso era puesto en manos de un fiscal, cuándo éste lo procesaba, cuándo pasaba al tribunal y cuál era la sentencia. Esto nos permitió identificar los cuellos de botella en los procesos para darle la debida prioridad a los casos.
Contar con las cifras y los hechos nos proporcionó los argumentos necesarios para cambiar la legislación y los protocolos que regían las fuerzas policiales, de manera que cualquier persona que fuera descubierta con un arma era arrestada y mantenida en custodia hasta que apareciera ante un tribunal. A esas personas les tomábamos las huellas digitales, el ADN y fotografías Los fiscales argumentaban en contra de la libertad bajo fianza ante los tribunales, , y en caso de que se concediera, los fiscales solicitaban que fuera condicionada, con toques de queda y exclusiones de ir a determinados barrios.
Hicimos una campaña mediática de alto perfil sobre los crímenes con cuchillos, con mensajes que incluían “Verdaderos Hombres No Llevan Cuchillos” y “Salve una Vida, Tire el Cuchillo”. El mensaje a los medios es que las comunidades estaban cansadas de las peleas de los jóvenes y con el porte de cuchillos.
Fuimos a las escuelas en las zonas definidas y hablamos sobre los peligros de los crímenes con cuchillos, acompañados por profesionales de la salud. La policía comunitaria también reforzó el mensaje.
Nos aseguramos que alternativas recreacionales estuvieran disponibles en los días y en las horas en que los chicos tenían más posibilidad de pelear con cuchillos. Apoyamos actividades como clubes de fútbol, basquetbol y de otras actividades. El personal social que organizaba esas actividades tuvo un entrenamiento para conectar con los jóvenes y ayudarles a identificar oportunidades, ya sean educacionales, o de asesoramiento en contra del alcoholismo o las drogas.
Estas tácticas reducen la violencia, particularmente en lo que se refiere al uso de las armas, incluyendo las pistolas y otras armas letales que son comunes en América Latina. En sí mismas no detiene toda la violencia. Es esencial que lo que haga la policía sea en colaboración amplia con los servicios sociales, y que éstos deben ser cuidadosamente y efectivamente coordinados.
John Carnochan es el ex Jefe Detective Superintendente en la Unidad de Reducción de Violencia escocés. Actualmente forma parte del equipo de la Medicina y Salud Pública en la Universidad de St. Andrews, en Escocia. Sigue desarrollando labores con la VRU
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