Investigaciones recientes sobre las narrativas relacionadas a la migración en los países de acogida, a nivel global, indican que no existe una opinión pública sobre el tema de carácter monolítico. Es decir, muchas veces, coexisten temores y ansiedades con mensajes de solidaridad y generosidad hacia las comunidades de migrantes y refugiados. Este hallazgo es significativo pues indica que las y los formuladores de políticas no pueden impulsar la solidaridad hacia la inmigración sólo mediante las narrativas positivas. También es necesaria la implementación de intervenciones, basadas en datos empíricos, que manejen las ansiedades de las poblaciones de acogida, realzando los beneficios que trae la migración para el desarrollo integral de los países.
Aunque es difícil describir un escenario único sobre la opinión pública a nivel mundial, en los últimos años han surgido cinco tendencias clave de opinión pública:
Las actitudes públicas no se están volviendo necesariamente más negativas, pero las tensiones se están agrupando en ciertas partes del mundo
En muchos países, la COVID-19 despertó sentimientos de solidaridad y unidad –especialmente justo después de la crisis. Sin embargo, en otros lugares, la pandemia también contribuyó a erosionar el apoyo hacia las comunidades de migrantes y refugiados.
Las encuestas globales de Ipsos de 2019-2021 muestran que, en los países que ya se oponían firmemente a recibir más refugiados (por ejemplo, aquellos que querían cerrar sus fronteras por completo), las actitudes negativas parecen haber cobrado fuerza durante el transcurso de la pandemia de la COVID-19.
La mala gestión, o los sentimientos de “pérdida de control”, pueden aumentar la ansiedad, incluso cuando los números absolutos son bajos
Dos de los aspectos más desestabilizadores de cualquier crisis migratoria son cuando las expectativas públicas de la inmigración –específicamente en cuanto a la cantidad y al tipo de migrante – difieren drásticamente de la realidad, y cuando las poblaciones de acogida creen que no se está respetando el estado de derecho. Estos factores pueden llevar a la percepción de que el sistema está “fuera de control”.
En lugares donde los riesgos y las cargas han disminuido de manera desigual, o los flujos parecen ser caóticos y estar mal administrados, es más probable que la población se sienta aprovechada y diga que las y los migrantes y refugiados están tomando más de lo que contribuyen.
Las percepciones de justicia y merecimiento son un factor importante de las tensiones en torno a la migración.
Las preocupaciones sobre las y los migrantes y refugiados que abusan de los beneficios públicos han tomado relevancia en muchas sociedades de acogida. Una encuesta de Ipsos de junio de 2021 encontró que el 62% de las personas encuestadas piensa que la mayoría de la población extranjera que ingresa a su país como refugiados no son “auténticos refugiados”.
Las diferencias geográficas dentro de los países pueden ser significativas, y rara vez son detectadas por las encuestas de opinión pública
Es posible que las encuestas nacionales no sean lo suficientemente sensibles como para detectar focos de preocupación en áreas locales. Por ejemplo, una encuesta nacional puede mostrar que las preocupaciones sobre la competencia laboral, o el crimen, disminuyen en un país en particular, pero pasarían por alto, por ejemplo, los sentimientos de un subconjunto de trabajadores con bajos salarios en pueblos industriales que pueden sentirse desplazados o focos de preocupación sobre el crimen en pueblos fronterizos.
Es decir, los promedios pueden allanar artificialmente picos significativos de preocupación. Los desafíos pueden diferir dramáticamente en áreas rurales versus urbanas, regiones fronterizas que experimentan flujos repentinos versus capitales, o lugares con alto versus bajo desempleo o infraestructura. Las soluciones que pueden funcionar en algunas áreas (e.g. invertir en la integración a largo plazo) pueden provocar ansiedad en las regiones de “primera línea” que viven tensiones más agudas entre las y los refugiados recién llegados y las comunidades de acogida.
La solidaridad no dura para siempre, y el apoyo a las poblaciones desplazadas tiende a disminuir con el tiempo, especialmente a medida que avanzan las crisis
Los sentimientos de solidaridad no pueden sostenerse a largo plazo; en la mayoría de los países de acogida de refugiados, la fatiga de la generosidad se establece a medida que las crisis se vuelven intratables y los recursos se reducen.
En 2016, en medio del flujo histórico de solicitantes de asilo hacia una Europa dividida, hubo una caída abrupta en el número de personas que dijeron que sus gobiernos deberían ser generosos al evaluar las solicitudes de asilo: esta cifra se redujo en más de 12 puntos porcentuales en 12 de 19 países. Los principales países de acogida de refugiados en países de ingreso bajo y medio también están mostrando signos de fatiga en su hospitalidad hacia estas poblaciones.
Al igual que con todos los análisis de opinión pública, no existe una línea de tendencia que explique circunstancias y contextos locales muy específicos. Sin embargo, una conclusión que se puede sacar es que, si bien el sentimiento anti-inmigración no es un resultado automático o duradero de un cambio rápido, la solidaridad que vemos en el período inmediatamente posterior a las crisis puede ser fugaz frente a las dificultades prolongadas. Si la opinión pública es o no en su mayoría positiva o negativa, puede que no sea el punto. La verdadera historia es que fluctúa constantemente y cambia con rapidez; en lugar de tratar de discernir patrones durante períodos de tiempo específicos, podría ser más productivo comprender mejor las condiciones bajo las cuales florecen los sentimientos negativos.
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