Después de décadas de profundizar la integración regional en Europa, en el 2016 los votantes británicos optaron por abandonar la Unión Europea (UE). Como resultado, el Reino Unido está poniendo en marcha el mecanismo del Artículo 50 para poner fin a sus cinco décadas de membresía en el bloque. Por otra parte, en enero de 2017, el presidente de Estados Unidos (EE.UU.) anunció el retiro de su país del Acuerdo Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), generando incertidumbre para los 11 signatarios restantes. Estos acontecimientos se dan luego de debates arduos y polarizados acerca de los costos, beneficios y efectos distributivos del comercio y de los acuerdos comerciales.
Los desarrollos políticos recientes parecen haber centrado la atención en el modo en que el comercio está afectando nuestras vidas, y han planteado nuevas interrogantes como, por ejemplo, si estamos o no ante el fin de la era de los acuerdos comerciales.
En la actualidad, hay en vigor más de 270 acuerdos comerciales entre dos o más países. Este complejo sistema de acuerdos múltiples y superpuestos fue bautizado por Jagdish Bhagwati como el spaghetti bowl (1995). El siguiente gráfico muestra cómo estos acuerdos se han expandido a lo largo y ancho de América Latina y el Caribe desde 1994. En vista de estos hechos, se puede considerar que –más que el fin de la era de los acuerdos comerciales– el mundo verá más acuerdos que darán lugar a un Spaghetti bowl más complejo, representado por acuerdos comerciales bilaterales con normas que no estarían armonizadas y que podrían incrementar los costos de hacer negocios que actualmente enfrentan las empresas. Esto puede acarrear complicaciones, especialmente para aquellas compañías que participan en las cadenas de valor globales o regionales.

Los acuerdos comerciales megarregionales
Si hubiera más acuerdos comerciales, ¿cuál sería el destino de los acuerdos comerciales megarregionales? Los «megarregionales», como se los llama habitualmente, reciben este nombre debido al tamaño de las economías que los están negociando o ya los han concluido. Antes de los acontecimientos políticos que mencionamos anteriormente, los «megarregionales» fueron la última tendencia en materia acuerdos comerciales. Los mismos habían sido bienvenidos por muchos analistas, empresas participantes y operadores de comercio porque simplificaban el intrincado paisaje de la red existente de acuerdos comerciales bilaterales superpuestos que muestra el gráfico anterior, y habían desarrollado normas y reglamentaciones coherentes que reducían los costos de transacción y contribuían a las economías de escala.
Los ejemplos más destacados de acuerdos megarregionales son el TPP, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión entre EE. UU. y la Unión Europea (TTIP, por sus siglas en inglés) ambos promovidos por EE. UU. hasta fecha reciente; y la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés) entre Australia, China, India, Japón, Corea, Nueva Zelanda y los 10 países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.
Cabe destacar que, el TPP y del TTIP son ejemplos de cómo algunos «megarregionales» están introduciendo aspectos innovadores que reflejan los intercambios comerciales y económicos del siglo xxi. Sin embargo, ambos han sido sujetos al escrutinio por parte tanto de la sociedad civil como de los grupos de interés, debido a su enfoque en asuntos en los que la política comercial internacional se solapa con la forma tradicional de hacer política a nivel nacional. Estos asuntos que están «detrás de la frontera» incluyen estándares laborales transfronterizos, contrataciones públicas, políticas de competencia, temas relacionados con el comercio y el medio ambiente, comercio de servicios, comercio electrónico, derechos de propiedad intelectual y el rol de las empresas de propiedad estatal. Estados Unidos tendió a abogar por estas cuestiones en la mayor parte de los tratados de libre comercio(TLC) bilaterales firmados a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Pero más recientemente, Estados Unidos ha señalado un cambio en su política comercial, llamado América Primero, cuyo objetivo es crear trabajos en el país, especialmente en la industria manufacturera; y asegurar que los trabajadores estadounidenses sean competitivos en los mercados internacionales. A pesar de estar en sus primeras etapas, la nueva política comercial estadounidense implica un enfoque en las negociaciones comerciales bilaterales –en vez de perseguir acuerdos megarregionales– lo cual contribuiría a generar más acuerdos comerciales.
¿Todavía tiene ímpetu el libre comercio?
Mientras algunos acuerdos megarregionales se enfrentan a un fuerte viento, otras negociaciones comerciales bilaterales siguen avanzando.
La Primera Ministra del Reino Unido, en su discurso del 17 de enero de 2017 —en el que anunció la intención de su país que retirarse de la Unión Europea— se refirió varias veces a una «gran nación global comerciante» que en vez de mirar hacia adentro, buscaría «un nuevo acuerdo de libre comercio que sea exhaustivo, audaz y ambicioso» con la UE, así como acuerdos comerciales con otros socios (Embajada Británica en Bogotá, 2017). Por ejemplo, se han puesto sobre la mesa varias posibilidades de nuevos TLC entre Reino Unido y países como Australia, Brasil, China, EE. UU., India y Nueva Zelanda.
Si bien la concreción de la TTIP –al menos en el corto plazo– parece poco probable, las negociaciones por un acuerdo trans-Atlántico todavía cuentan con un gran impulso. Por su parte, México y la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC) ya han empezado a renegociar un acuerdo comercial de 15 años de vigencia, para ampliar su alcance y grado de apertura. El objetivo de la actualización es mejorar el acceso a los mercados para los productos agrícolas sensibles, aumentar la flexibilidad de las reglas de origen y asumir compromisos más profundos en materia de aprovisionamiento gubernamental, propiedad intelectual, y pequeñas y medianas empresas. Chile ha expresado su interés por emprender algo similar.
Los países de América Latina persisten en su búsqueda de oportunidades en el Pacífico. Chile y Perú ya cuentan con acuerdos de libre comercio vigentes con varios miembros asiáticos del TPP. México tiene un acuerdo comercial vigente con Japón y muestra intenciones de concluir acuerdos comerciales bilaterales con aquellos miembros del TPP con los que todavía no ha suscripto ningún tratado. Recientemente, Chile convocó a una reunión con los signatarios del TPP e incluyó a países que no habían estado involucrados antes, como China, Corea y Colombia.
¿Qué ocurrirá ahora?
Debido a la situación actual, es difícil hacer predicciones certeras sobre las negociaciones comerciales. No obstante, en este contexto, es posible anticipar que habrá más y no menos acuerdos comerciales, porque el Reino Unido y Estados Unidos perseguirán acuerdos de libre comercio bilaterales. Si los megarregionales quedan en suspenso, los TLC, que éstos últimos pretendían armonizar y simplificar, se mantendrán en su estado actual.
A pesar de los desafíos que hoy enfrenta, el TPP es ambicioso por su alcance económico y el abanico de temas que cubre. Cabe destacar, en particular, sus disposiciones de compromiso ambiental, las cuales no solo requieren que los miembros cumplan con las obligaciones de ciertos Acuerdos Multilaterales sobre el Medio Ambiente (AMUMA) que han suscrito, sino que también superan las obligaciones de los AMUMA en ciertas áreas de compromisos vinculantes en el tráfico ilegal de flora y fauna silvestres y la prevención de la sobrepesca. La naturaleza aspiracional de estas disposiciones ambientales puede servir como modelo para negociaciones comerciales futuras.
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El artículo es claro en describir la situación actual del comercio exterior. Países de gran influencia económica y comercial, como el Reino Unido y Estados Unidos de América, han decidido cambiar su política y relaciones comerciales con el resto del mundo.
Y es que en el caso de Estados Unidos, las acciones en esta dirección han sido contundentes: primero, tomó la decisión de retirarse del TPP; luego, inició la renegociación del TLCAN. Tal como explicamos en nuestra página web denominada NAFTA Watch (https://sites.google.com/view/nafta-watch/home), la renegociación no sólo implica temas políticos, sino que se están buscando modificar temas técnicos, como reglas de origen, que podrían afectar a las empresas (incluyendo las estadounidenses) que se han valido del texto del NAFTA para crear cadenas globales de valor y generar mayor eficiencia.
A pesar de que la negociación o renegociación de acuerdos comerciales parece ser un tema de debate actualmente por algunos de sus efectos secundarios (a pesar de sus indudables beneficios tangibles), se deberá tomar en consideración el impacto que tendría el retiro, negociación o renegociación de un tratado de libre comercio en las cadenas globales de valor que ya existen y han prosperado.