¿Sabías que el patrimonio total en activos privados en el mundo en 2015 alcanzó la impresionante cifra de US$250 trillones? Es difícil imaginar tales cantidades sin, literalmente, perder la cuenta. Para que eso no suceda es de capital importancia tener un sistema de contabilidad pública capaz de mantener esas cantidades de forma ordenada y transparente.
Se estima que el patrimonio promedio para cada adulto en este planeta sea de unos US$ 52.000, una cifra que como se podrán imaginar varía mucho, dependiendo de la región, entre US$4.500 y US$342.000 per cápita, en el caso de las regiones más ricas del planeta.
La primera pregunta que se me ocurre al ver estas cifras es: ¿y el patrimonio público, cuánto es? La realidad es que todavía no existe una respuesta para esta pregunta, debido a que la mayoría de los países cuenta con una contabilidad pública incompleta, que está aún en proceso de transición hacia una contabilidad patrimonial que incorpore de manera fiable los valores actuales de todos los activos y pasivos del sector público.
En el caso de los activos públicos, conocer el valor actual de este patrimonio – tanto financiero, como en inmuebles, tierras, reservas naturales, infraestructura y otros bienes públicos – es muy importante para poder conocer el nivel real de riqueza de un país. El Producto Interno Bruto con sus variaciones en el tiempo, el flujo de ingresos y gastos del gobierno y sus resultados fiscales anuales, no son suficientes para medir la riqueza y el nivel de la calidad de vida de sus ciudadanos, ya que disfrutar del uso de este patrimonio acumulado es parte de lo que uno consume a lo largo de la vida, por ejemplo, con una buena infraestructura pública y servicios públicos de calidad.
Esto también ocurre cuando hablamos de los pasivos u obligaciones del sector público de un país. Tener todos los pasivos calculados correctamente y registrados es fundamental, sean los compromisos futuros con la seguridad social, la salud pública, acciones judiciales, los contratos de largo plazo con el sector privado u otros pasivos contingentes. Considerando que muchos países enfrentarán en los próximos años un envejecimiento acelerado de la población y consecuentemente una mayor demanda de servicios de salud – y al mismo tiempo, una mayor presión fiscal para atender los gastos con la seguridad social – es muy importante disponer de proyecciones a largo plazo sobre el impacto de estas tendencias en las finanzas públicas, reconociendo estos pasivos en la contabilidad pública.
La importancia de la contabilidad pública
La diferencia entre los activos y pasivos públicos es la riqueza pública neta de un país, y conocer estos datos no es solamente importante porque incide directamente en la calidad de vida de sus ciudadanos; es igualmente importante para mantener la estabilidad macroeconómica y para asegurar una división justa del uso de esta riqueza entre generaciones.
En el corto plazo no es difícil maquillar las cuentas públicas, creando una ilusión fiscal momentánea cuando no se tiene contabilizado correctamente y de forma transparente todas las obligaciones del sector público, las cuales muchas veces son escondidas para que un gobierno “parezca” fiscalmente responsable en el corto plazo y disfrute de un posible mayor acceso al crédito y de resultados electorales positivos. Sin embargo, es común que los pasivos escondidos sean sobre-estimados por el mercado y la falta de sinceridad fiscal termine siendo menos provechosa de lo que podría parecer inicialmente.
En cuanto a la división de la riqueza entre generaciones, la realidad es que cuando en el usufructo del patrimonio público no se consideran su depreciación y gastos de mantenimiento, cuando se da un progresivo agotamiento de las reservas naturales en el corto y medio pazo, o cuando existen pasivos y obligaciones públicas sin la correspondiente provisión de fondos, pueden darse situaciones que no serían justas para nuestros hijos y nietos, dejando una deuda futura y no transparente para que ellos paguen.
Fomentar una nueva contabilidad pública, patrimonial y alineada con los estándares internacionales, es un componente esencial de la transparencia y conforma un nuevo paradigma para las cuentas públicas en el cual la información no debe limitarse solamente al control presupuestario y financiero del flujo de recursos, sino también promover una gestión responsable del patrimonio público neto acumulado, con credibilidad fiscal y justicia intergeneracional.
Es por eso que modernizar la contabilidad pública y conocer el patrimonio y los pasivos de nuestros sectores públicos son temas tan importantes.
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