Imagina que tu empresa pierde el 20% de sus ingresos. Imagina que un 14% de esas pérdidas se deben a factores tales como robo, no pago, o a registros deficientes para efectuar los cobros. Con estos niveles de pérdidas ¿Cómo pagas sueldos? ¿Cómo inviertes en tu empresa? ¿Cómo continuarías trabajando? Esta era la situación y estos eran los desafíos que enfrentaban las empresas de distribución de electricidad del Ecuador a mediados de los 2000s.
En un estudio reciente presentamos la experiencia de cinco empresas eléctricas ecuatorianas en reducir y controlar sus pérdidas de electricidad. Como resultado de un conjunto consistente de medidas, dichas pérdidas se redujeron en 10 puntos porcentuales, lo que equivale a US$200 millones anuales en ingresos para las empresas. Ello ciertamente representa un logro notable, sobre todo si consideramos que nuestra región ha tenido pocos avances en la materia. Por ejemplo, durante las últimas dos décadas los niveles de pérdidas en América Latina y el caribe se han encontrado en el orden del 17%.
Pérdidas Eléctricas en Transmisión y Distribución |
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¿Cómo lo lograron? Se adoptaron múltiples acciones en tres frentes: (i) Adecuación del marco legal y regulatorio del sector eléctrico, (ii) fortalecimiento del gobierno corporativo de las empresas de distribución eléctrica, y (iii) reforzamiento de la infraestructura del sistema nacional de distribución. Ejemplo de acciones son la habilitación de procesos judiciales coactivos a clientes deudores, la creación de unidades autónomas de control de pérdidas en las empresas, así como la normalización de consumidores informales e instalación de medidores. El conjunto de medidas representó US$256 millones de inversión entre 2007 y 2014.
Un elemento central que permitió una ejecución armonizada y de mayor efectividad fue sin duda el compromiso político de largo plazo. Ello se ve reflejado en el Plan de Reducción de las Pérdidas Eléctricas (PlanREP) facilitó el establecimiento de un monitoreo continuo con metas transparentes y cuantificables. Asimismo, su estrategia reconoce la complejidad social del problema de robo de energía, y la necesidad de medidas diferenciadas, basadas en un profundo entendimiento de las particularidades de cada área de atención, o grupo de usuarios. Un ejemplo en este sentido es la aplicación de la denominada tarifa dignidad a clientes cuyo consumo mensual sea inferior a 110kWh/mes en la Sierra, e inferiores a 130kWh/mes en la costa, en el Oriente y en la región Insular.
Sin atajos. La experiencia del Ecuador muestra que la problemática de las pérdidas eléctricas requiere de medidas graduales y consistentes que pueden tomar tiempo. Los logros obtenidos han tomado casi una década, proceso en el cual el BID ha acompañado al País en todas las etapas. Estos esfuerzos han pagado, literalmente. El índice de recuperación de efectivo se incrementó de 0.67 en 2002 ha 0.87 en el 2014. Mas aún, las inversiones se ven reflejadas en una mayor confiabilidad del servicio eléctrico y en una mejor gestión y salud financiera de las empresas.
Continuar mejorando es parte esencial de mantener los logros alcanzados. Hacia el 2022 se plantea como meta reducir los niveles de pérdidas comerciales al 7.6%. De forma complementaria, se viene fortaleciendo los sistemas de medición inteligente, así como softwares de administración de datos, y de monitoreo de demanda. Estas acciones permitirán consolidar las buenas prácticas, y optimar la gestión de las empresas.
Vale enfatizar que no existen recetas comunes. Cada caso presenta retos específicos que requieren estrategias a la medida. Lo que es claro, es que superar esos retos tiene un resultado neto muy positivo en los distintos contextos (Véase por ejemplo el caso de CEEE en Brasil).
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