Por Carolina Piedrafita*
Surinam encuentra una solución de vivienda por menos de 15 mil dólares.
La señora Urmie Elisabeth Wijnstein es madre soltera, y viven en Paramaribo, la capital de Surinam. Tiene un trabajo estable limpiando oficinas del gobierno, pero con su salario de 260 dólares al mes nunca fue capaz de acceder a una vivienda propia, ni siquiera a alquilarla. Vivió toda su vida con su madre, y compartía el cuarto con sus dos hijos.
Tener un trabajo formal y estable no la calificaba para obtener un crédito hipotecario en un banco comercial, ya que la mayoría de los bancos en Suriname atienden a los sectores de ingreso medio y alto. Pero aún si hubiera encontrado un banco que le otorgase una hipoteca, con su ingreso no hubiera podido comprar ninguna de las casas que se producían en el mercado. Como los bancos, la industria de la construcción en Suriname está orientada a atender a los clientes de clase media y alta, quienes representan el 20% de la población.
Los precios de las viviendas son elevados debido a la escasez de suelo urbanizado y a los altos costos de financiación para desarrolladores. Las familias de bajos ingresos construyen sus casas en lotes vacantes o contratan a maestros de obra o albañiles para construírselas. El resultado: altos costos de construcción, lentitud en la producción, y baja calidad.
En el 2011, la fortuna de la familia Wijnstein mejoro drásticamente, gracias a un programa del Gobierno de Suriname que tiene como objetivo proveer vivienda accesible para grupos de bajos ingresos, así como mejorar la calidad del stock de vivienda existente.
El programa, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) provee un subsidio único por familia, equivalente a $3,000 dólares, que puede ser utilizado para mejorar o expandir la vivienda existente, o como la llave para adquirir una hipoteca y construir una vivienda nueva..
Las familias necesitan ser propietarias del lote donde construyen para solicitar el subsidio a una vivienda nueva, o simplemente pueden usarlo para mejorar la vivienda existente. El ingreso por familia no debe exceder los 400 dólares. Se estableció un monto máximo al valor de la vivienda, de 15,000 dólares, para garantizar que los beneficiarios pudieran pagar una hipoteca por el saldo restante. Asimismo, el programa desarrolló un sofisticado sistema de focalización, que permite identificar el ingreso familiar sin necesidad de contar con recibos de sueldo o de apoyarse solamente en el ingreso que auto reporten las familias.
No hay necesidad que que las familias demuestren sus ingresos, el programa acepta que las familias auto reporten sus ingresos
La agencia ejecutora del programa trabajó mano a mano con desarrolladores de vivienda e instituciones financieras para asegurar que éstas asumirían el riesgo percibido de trabajar con clientes de bajos ingresos. La promoción del programa se delegó a organizaciones no gubernamentales que recogieron solicitudes para el subsidio en todo el país. Asimismo, el gobierno, que es propietario del 98% del suelo, cedió algunas parcelas urbanizadas para los beneficiarios del programa.
En los cuatro años de ejecución del programa, se han construido 87 viviendas y se han rehabilitado más de 2,000, las cuales fueron mejoradas o ampliadas. Dos grandes empresas desarrolladoras colaboraron con el diseño de una unidad de vivienda básica de 50 metros cuadrados dentro de los parámetros de costo definidos, y dos instituciones financieras comenzaron a otorgar hipotecas a los beneficiarios del programa.
Esto se debe a que la mayoría de los beneficiarios del programa son demasiado pobres para adquirir la tierra y al mismo tiempo pagar una hipoteca. El proyecto ha demostrado que aunque los subsidios pueden aumentar la capacidad de los hogares de bajos ingresos para comprar vivienda nueva, la falta de terrenos asequible sigue siendo una gran limitante en Surinam. Con algunas excepciones la mayoría de las 87 viviendas fueron construidas en los desarrollos de vivienda patrocinados por el gobierno, donde los terrenos se ofrecieron de manera gratuita a los beneficiarios.
Dado el alto costo y baja disponibilidad de lotes urbanizados, la mayoría de los beneficiarios optaron por rehabilitar sus viviendas y aprovechar el subsidio para comprar materiales o contratar a pequeños contratistas para arreglar techos, instalar pisos de baldosas, mejorar las conexiones de agua y alcantarillado, o añadir nueva habitaciones. El 95 % de los beneficiarios expresan satisfacción con el programa.
El desarrollo urbanísticos Hanna’s Lust es donde la Sra. Wijnstein construyó su casa después de calificar para una hipoteca a 15 años en una de las instituciones financieras afiliadas al programa. La casa es pequeña pero totalmente funcional: en sus 50 metros incluye dos habitaciones, un baño, y un área común que se comparte con la cocina, y cuenta con conexiones de agua y sanitarias. Estas casas, a pesar de su tamaño, ofrecen una gran solución de vivienda a bajo-costo.
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Esta entrada hace parte de una serie de artículos en este blog sobre efectividad en el desarrollo que resaltan los aprendizajes y experiencias de proyectos y evaluaciones del BID.
*Carolina Piedrafita ha trabajado en proyectos de desarrollo social y urbano en casi toda América Latina y el Caribe, especificamente en Brasil, México, Argentina, Uruguay, Ecuador, Colombia, Chile y Bolivia. En la actualidad lidera proyectos de desarrollo urbano y vivienda en México y Suriname. Antes del BID, trabajó en el Banco Mundial, en la división de infraestructura, finanzas y sector privado para la región de América Latina.
esther Dice
Que buenísimo este apoyo como se puede acceder
Andrés Gómez-Peña Dice
Hola Esther,
Gracias por tu comentario. Este programa fue diseñado con el gobierno de Suriname, quien lo ejecuta en la actualidad. Si estás en Suriname, la agencia a la que debes contactar es LISP dentro del Ministry of Social Development and Housing. Tenemos otros programas similares en la región, siempre ejecutados desde los gobiernos. Puedo darte más información si me indicas en qué país vives.
Saludos!
Nicolas Dice
Excelente articulo y muy buena iniciativa!
Cuando leía el articulo me surgió lo siguiente: Si la mayoría de las personas decide ampliar y/o mejorar la vivienda podría implementarse una segunda fase en la cual se fomente a los pequeños contratistas a, por ejemplo, formar cooperativas y asignarles dichos trabajos. De esta manera ambos se beneficiarían.
Que tan viable es? Seguramente hay otras cuestiones en juego…
Felicitaciones a todo el equipo de trabajo!
Andrés Gómez-Peña Dice
Nicolás, gracias por tu propuesta. Tu punto es muy relevante, ya que uno de los principales desafíos que presenta la autoconstrucción o mejoramiento de viviendas es el tema de la calidad variable. En otros países, como El Salvador, hemos trabajado capacitando a contratistas y hasta se creó un curso en la universidad de arquitectura con este propósito. En otros países hay menos apetito de trabajar con pequeños contratistas, principalmente debido a que son predominantemente informales.
Fidel Perez Dice
Hola Carolina, quisiera saber si hay la posibilidad de apoyar mi proyecto de vivienda, térmico sísmica ecológica y de bajo costo su construcción, fomentando el auto empleo en la población bajo nuestra dirección tecnica, en apoyo de las familias que menos tienen, este proyecto es innovador ya que no existe en el medio constructivo de vivienda, nada igual, a pesar de su bajo costo la calidad, confort y resistencia de su estructura es única, siendo una construccion muy rápida y limpia su ejecución, además de proteger el bienestar de las familias en caso de sismos o de huracanes evitando perdida de vidas humanas y bienes materiales, Nota: no son materiales prefabricados, como (tabla roca tabla cemento durock panel WW o multipanel) ya que se construye en la misma área de la vivienda, este proyecto puede servir de apoyo en cualquier parte del mundo donde se requiera viviendas de bajo costo, y que ayuden al medio ambiente con el ahorro de energia ya que por ser térmica seria de mucha ayuda en países con climas extremos de frió y/o calor