Las Transferencias Condicionadas (TC) fueron una innovación importante en políticas públicas ea mediados de los noventas.
En vez de dar subsidios generalizados, controlar precios o distribuir alimentos directamente para ayudar a los más pobres (instrumentos que eran ineficientes, distorsionantes y generalmente regresivos),los gobiernos empezaron a distribuir dinero directamente a las familias más pobres, condicionando esta transferencia a que los niños atendieran la escuela o que se les llevara a chequeos médicos de salud.
Mientras que las evaluaciones muestran que los programas tuvieron los efectos deseados (es decir, las familias aumentaron su consumo – sin evidencia de efectos negativos sobre el mercado de trabajo -, y el uso de los servicios de salud y educación también aumentó) éstos han estado bajo la lupa desde varias perspectivas
Algunas de las críticas más comunes son::
– Los impactos sobre los resultados “finales” en salud y educación son mixtos (Fizsbein y Schady, 2009).
– Aun con transferencias condicionadas se presenta una brecha en matriculación en la enseñanza secundaria (que afecta en forma clave la probabilidad de conseguir un buen trabajo).
– Las transferencias no funcionan tan bien en áreas urbanas (Bouillon y Tejerina, 2007).
– Aunque el impacto sobre la capacidad de generación de ingresos de los adultos (al aliviar las restricciones de liquidez para inversiones productivas, lo que sería una externalidad positiva, ya que no formaba parte de los objetivos centrales de las CCT), era muy prometedor al principio (Gertler, Martínez y Rubio, 2006), no ha sido tan claro (Maluccio, 2007).
– Cuando los niños de los hogares beneficiarios entran en el mercado laboral, no consiguen buenos trabajos (Samuel Freije y Eduardo Rodríguez, 2008).
– Las transferencias no hacen lo suficiente para eliminar las disparidades de género.
Estas críticas se abordan cuestiones importantes, pero la mayoría de ellas van más allá de los Programas de transferencias. Estos programas son una herramienta que debería ser parte de una estrategia social más amplia, que junto con otras políticas públicas (productividad, fiscal, innovación…) contribuya a romper la transmisión intergeneracional de la pobreza.
Lo que estamos viendo en algunos casos es que los niños no acumulan suficiente capital humano, pero esto se debe en gran parte a la mala calidad de los servicios de salud y educación.
Los niños que se han beneficiado de las transferencias asisten a centros escolares y de salud más que si sus familias no habiesen recibido la transferencia, pero cuando se incorporan al mercado laboral no logran encontrar buenos empleos.
Esta es una realidad preocupante, pero es evidente que no se puede pedir que las transferencias por sí solas posibiliten encontrar trabajo de calidad cuando el propio mercado laboral no los genera.
En este contexto, ¿es una buena idea invertir en transferencias condicionadas?
Un trabajo reciente de los impactos a largo plazo de un programa de tres años de transferencias en Nicaragua por Barham, Macours y Maluccio (2013), muestra que estos programas tienen efectos duraderos, incluso si el programa tiene límites estrictos de tiempo.
Esta es una buena noticia teniendo en cuenta que algunos países no pueden darse el lujo de ofrecer beneficios continuos para toda su población elegible. Lo que este estudio muestra es que la recepción de estos beneficios, aunque sea por sólo tres años, tiene resultados positivos a largo plazo.
El programa de Transferencias correspondiente a Nicaragua es la Red de Protección Social (RPS). En el programa RPS laslocalidades que entraron al Programa lo hicieron en un orden aleatorio, con algunas siendo elegibles del 2000 al 2003 (tratamiento temprano) y otro grupo siendo elegible de 2003 a 2005 (tratamiento tardío).
Los niños de 7 a 13 años que no habían completado el cuarto grado eran elegibles para las transferencias. Por lo tanto, para el grupo de los niños de 9 a 11 en el año 2000 hay dos grupos: los que viven en las zonas de tratamiento temprano y por lo tanto son elegibles para las transferencias y los que viven en las áreas de tratamiento tardío que no eran elegibles para recibirlos.
En el grupo de tratamiento temprano podría beneficiarse del componente educativo del programa. Pero los niños en el mismo rango de edad del grupo de tratamiento tardío habrían sido demasiado viejo para recibir las transferencias educativas en el momento en sus hogares entraron en el programa (o recibidos por menos de la duración total de las transferencias).
Uno de los resultados del programa a corto plazo es que se aumentó significativamente la escolarización y matriculación.
A largo plazo, se observa que 10 años después del comienzo del programa y 7 años después de recibir la última transferencia, los beneficiarios tenían casi medio año escolar de ventaja. Además, se encontró que el programa tuvo un impacto diferencial en logros.
Estas ganancias se ven en lenguaje y habilidades matemáticas. El impacto es estadísticamente significativo y grande en términos de tamaño.
Estos resultados son alentadores porque demuestran que pasar tiempo adicional en la escuela conduce a ganancias en términos de aprendizaje.
Por lo tanto, si los programas de transferencias se articulan con una mejor educación, esto permitirá que los niños acumulen capital humano adicional, y asi ojalá rompiendo con la transmisión intergeneracional de la pobreza.
Julio Alern Vázquez Dice
Opinión: Estamos viendo otra ¿Poverty Trap? Trampas de la Pobreza.
“Pero los niños beneficiados por los ingresos extraordinarios de las Transferencias Condicionadas (TC) no encuentran en su futuro inmediato buenos puestos de trabajo porque han seguido programas educativos herméticos, no adecuados ni adaptados a su “escenario apuesta” de futuro, aunque hayan tenido mayor acceso a la educación que su antecedente generacional.
La pobreza tiene demasiadas facilidades para transmitirse a las siguientes generaciones, y seguirá siendo así de no contar con otro tipo de programas educativos y/o formativos que coincidan con las necesidades del mercado laboral local, lo que se denomina iniciativas de “Flexiguridad”.
Y no solo eso. También es necesario articular acciones transversales en materia de empoderamiento y dotar a los jóvenes con otras herramientas emocionales para estos colectivos de entre los 10 y 21-22 años.
Educar a los profesores en materia de resiliencia infantil y juvenil. Lograr crear una brecha generacional, una ruptura absoluta con los comportamientos y creencias que condicionan y lastran a los jóvenes dentro y fuera del seno familiar, y los condenan a una situación de vulnerabilidad a merced de la delincuencia, la rebeldía y la lucha contra todo.
Lo que a menudo termina en conductas lesivas para sí mismos y para los demás, amén de un daño psicológico irreparable.
Por otro lado, los jóvenes vulnerables, en riesgo de exclusión, desplazados, etc. y que luchen para lograr un acceso seguro y permanente al mercado laboral, no pueden ni deben muchas veces anclar su futuro a costumbres y hábitos del entorno comunal ni familiar, pues está más que visto que no los sacará de pobres. Generación tras generación.
Es una problemática multi-disciplinar que a mi parecer, no se puede combatir solamente con financiación de la pobreza mediante transferencias condicionadas ya sean de forma colectiva, en acciones comunales, regionales, o bien familia por familia, como si de pequeñas unidades productivas se tratara, para lo cual también es imprescindible una excelente CARTOGRAFÍA SOCIAL, que raramente es fiable en estratos humildes dada su complejidad dinámica inherente.
Si no se prepara a la nueva generación de jóvenes, sumidos en la pobreza y en riesgo de exclusión, para penetrar en yacimientos de empleo dentro de su ámbito territorial, es decir, en sus propios municipios y área de influencia, colaborando así con el desarrollo regional, no se conseguirán, mucho me temo, suficientes oportunidades de mejora contínua y sostenibilidad territorial a medio y largo plazo
De nuevo estaremos ante otra identificación de una “Poverty Trap”, o trampa de la pobreza, y eso es lo que los actores sociales debemos evitar que suceda, aunque nos pasemos la vida picando puertas de los actores de poder. ”
Proyectos de empoderamiento de los jóvenes vulnerables y un programa de compromiso para la sostenibilidad en los colegios, como la Agenda 21 Escolar, son excelentes herramientas que llevo un año y medio intentando implantar en Cali y el Valle.
Julio Alern
Consultor en Relaciones Institucionales, Responsabilidad Social y Diálogo.
Adriana Marcela Cano Galindo Dice
Considero que en Colombia, las transferencias monetarias condicionadas son insuficientes, teniendo en cuenta las necesidades de las familias vulnerables, además el programa Mas Familias en Acción no realiza seguimiento eficiente a las familias que reciben el beneficio económico, donde muchas veces las familias que se benefician de la transferencia, no son verdaderamente vulnerables, mientras que las personas mas necesitadas no pueden acceder al programa, por falta de algunos documentos o por la falta de dinero para realizar las diferentes gestiones que exige el programa.
De otro lado, considero que tanto los centros educativos, las entidades prestadoras de Salud y el programa familias en acción deben ser aliados y brindar servicios de calidad, de esta forma se garantiza que tanto los dineros del estado se inviertan de manera eficiente y los beneficiaros en este caso los niños, desarrollen capacidades optimas, mejorando su calidad de vida.